Persépolis, Irán
La capital del Imperio persa de los aqueménidas fue levantada por Darío I el Grande en 512 a.C. para diferenciarse del resto de dinastías del imperio, que hasta entonces tenían su capital en Pasargada. En un primer momento, Persépolis fue simplemente un palacio real, aunque a él se sumaron más tarde otros monumentos levantados por sus sucesores: su hijo Jerjes I y Artajerjes I. Algunos de los más emblemáticos fueron el Hadish, el Tripylon o la Puerta de todas las Naciones, cuyos restos son los mejor conservados del lugar. A pesar de que Persépolis estaba ubicaba en una zona poco protegida y no contaba con demasiadas defensas, la ciudad estuvo en permanente construcción durante más de dos siglos. De hecho, en el momento de su ocupación todavía había edificios inacabados.
La destrucción de Persépolis se produjo justo después de la caída de su imperio, tras haber sido derrotados por el ejército de Alejandro Magno durante el reinado de Darío III. Como venganza a los destrozos realizados por los persas en Atenas, Alejandro saqueó Persépolis y en mayo de año 330 a.C. incendió la ciudad. Muchos de los monumentos quedaron reducidos a cenizas, otros fueron reformados años más tarde. Actualmente, este complejo situado próximo a la ciudad de Shiraz, es una de las visitas imprescindibles en Irán.