
La mayoría de estos templos son famosos centros de peregrinación, erigidos como alardes arquitectónicos y cuya decoración escultórica deja anonadado al visitante. Su ubicación tampoco desmerece, en los confines de la selva o en las laderas de las montañas más altas del mundo; engullidos por modernas ciudades en las que destacan por su resplandor y fuerza. Los peregrinos y visitantes acuden a miles ante sus puertas, recorren sus estancias y se empapan de su misticismo. Son Patrimonio de la Humanidad y parada imprescindible en un viaje por este continente que hace arte de su día a día.