10 pueblos marineros para enamorarse

Ideales para una escapada, conservan el encanto de las tradiciones y una gastronomía de mar irresistible

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Cala Figuera, Mallorca, España

Tan pequeño como bello, este pequeño puerto se halla en el municipio de Santanyí en el sur de Mallorca. Las aguas profundas de esta cala protegida por altas paredes rocosas son el lugar ideal para guarecer las embarcaciones que vadean en ella. En un extremo se hallan una torre de defensa, la Torre d’en Beu, recientemente restaurada, y un faro. 

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Marina Corricella, Procidia, Italia

Enclave único por su patrimonio cultural que se remonta al siglo XVII, el colorido pueblo de pescadores de Marina Corricella es uno de los asentamientos más antiguos de la isla. Gracias a sus agradables temperaturas incluso en invierno, es un destino perfecto para disfrutar de la gastronomía marinera y de gran tranquilidad pues tanto el puerto como el centro de la villa están vetados al tráfico.

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Cadaqués, Cataluña, España

Rodeando el puerto natural se apiñan las casas blancas de este pueblo que rezuma encanto. Famoso por su luz, por ser la villa natal de Salvador Dalí y el lugar preferido de un buen puñado de artistas e intelectuales que encuentran aquí sosiego, belleza y buen ambiente. Cadaqués ostenta unos amaneceres maravillosos, con la mirada puesta a Oriente y resguardo por imponentes macizos rocosos. 

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Hamnoy, islas Lofoten, Noruega

Las cases coloreadas de los pescadores rodean el pequeño puerto situado muy cerca de la población de Moskenesoy. El pescado secándose al sol, las redes alineadas al lado de las barcas que se mecen al ritmo de las olas forman un paisaje de postal inolvidable. Una de las actividades más  frecuentes en este rincón de Noruega es alquilar una de esas barcas para adentrase en el frío mar y compartir con los pescadores un emocionante día de pesca.

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Pomena, Isla de Mljet, Croacia

Con apenas cincuenta habitantes este pueblo situado en el extremo oeste de la isla sorprende por su delicada belleza. Su puerto resguardado en el interior de la bahía tiene además como bastión la isla de Pomestak que se halla en la entrada y es un destino de playa maravilloso. 

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Mandrakia, isla de Milos, Grecia

Como un sueño de los dioses este pequeño pueblo de la isla de Milos en el archipiélago de las Cícladas, desciende por los riscos volcánicos para ir a tocar el mar donde se halla un minúsculo puerto en el que se mecen las pequeñas barcas y las casas penetran en la roca. Se halla a solo 4 kilómetros de Plaka, la capital de la isla.

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Portree, isla de Skye, Escocia

La isla de Skye presenta algunos de los paisajes más auténticos de Escocia y Portree, su capital, no podía ser menos.  Con poco más de dos mil habitantes, ostenta un encantador puerto resguardado por impresionantes acantilados en el que se alinean las casas de colores, muchas de la cuales hoy se han convertido en restaurantes o locales donde adquirir un delicioso fish&chips para degustarlo frente al mar junto a las barcas amarradas.

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La Cotiniere, Isla de Oleron, Francia

Un largo espigón protege de los embates del Atlántico a este pequeño puerto en el que amarran unas cien embarcaciones y en cuyo extremo se levanta un magnífico faro que parece sacado de un libro de historias marineras. Cada día las barcas llegan cargadas de lenguados, lubinas y langostinos que son subastados en la lonja en un bonito ritual de gritos e intercambios. Es una delicia sentarse en una de las terrazas del puerto a contemplar las subidas y bajadas de la marea.

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Pasaia Donibane, País Vasco, España

Enclavado en la bahía de Pasai, es uno de los cuatro distritos que forman el municipio homónimo. Cuenta con un bello centro histórico, una calle empedrada que serpentea bordeando la bahía en la que se sitúan muchas casas solariegas que se ensamblan de forma natural con las casas de pescadores imprimiendo a todo el conjunto una belleza singular.

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Svaneke, Bornholm Island, Dinamarca

En el extremo más oriental de Dinamarca, en el mar Báltico, se halla este apacible pueblo cuyo puerto es una auténtica delicia con pequeñas casas de paredes amarillas y techos rojos que flanquean callejones estrechos y empedrados. La ciudad es también un importante centro de artesanía que tiene en el vidrio soplado y cerámica sus especialidades, además de algunas fábricas de dulces y una de cerveza en miniatura. 

Marina Corricella

Tienen algo diferente, algo que hace que soñemos con ellos, que queramos recorrerlos, dejarnos seducir por su ambiente. Intuimos que en ellos seremos felices. Son pueblos marineros con paisajes que quitan el hipo, que conservan tradiciones y donde, además, suele cuidarse el buen comer.

Abrazados por el mar y frente a bahías calmas, en estos pueblos, de casas coloridas o de blancura impoluta, con barcas meciéndose al compás de las olas, se disfruta de un ambiente marinero como en pocos. Los hay que sus calles estrechas permanecen como siempre, como si hubieran atrapado el tiempo entre las redes de pesca; en algunos, los pescadores siguen su actividad en el puerto. Otros, se han adaptado a los nuevos tiempos del turismo.

De estos pueblos marineros los hay para todo tipo de escapadas: para los que buscan románticos faros desde los que ver una puesta de sol, para los que disfrutan de un ambiente bohemio entre las olas, para los que prefieren pasear por la orilla del mar en soledad, para los que necesitan una terraza con vistas, para los que ansían un refugio donde leer sin que nadie les moleste.

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