
A París hay que ir una y mil veces y cada vez sorprende, atrapa y maravilla. Pocas ciudades acumulan tanto por ver y disfrutar como la capital francesa. A sus visitas “obligadas”, como el Louvre, los Campos Elíseos, Notre-Dame o la Torre Eiffel, hay que sumarle un montón de rincones secretos, escenarios de películas, calles llenas de vida, cafés históricos, plazoletas para dejar pasar el tiempo, jardines románticos, canales venecianos... en fin, una ciudad para recorrer con otros ojos.