
Desde el frente marítimo hasta el pie de la sierra de Collserola y desde el barrio Gótico a la montaña de Montjuïc, la oferta museística barcelonesa es una de las más diversas de Europa. Mirando un mapa parece como si esta distribución por toda la ciudad se debiera a la cordial alianza entre un planificador urbanístico y un guía turístico. La descentralización resulta gratificante para el viajero, pues convierte el museo en un elemento dentro del paisaje de cada barrio, dota de significado al edificio que ocupa, lo vincula a un artista o a un estilo y aumenta el interés por descubrir qué contiene.
Cuando se habla de cultura museística, a menudo nos centramos en el arte y la historia pero Barcelona posee, además, una amplia serie de centros dedicados a la ciencia. El último en incorporarse al panorama barcelonés es el Museu Blau de Ciencias Naturales, pero existen otros más veteranos, como el Etnológico, el Arqueológico y el Museo de la Ciencia, que revolucionó el concepto museístico tras su remodelación en 2004 y su increíble bosque amazónico.
El diseño, otro de los elementos esenciales de la cultura de la ciudad, tiene su mayor espacio en el singular edificio Disseny Hub Barcelona, conocido como "la grapadora" por su forma y situado en la plaza de les Glòries.
En esta selección visual han quedado fuera algunos museos relevantes. El de la Catedral, por ejemplo. Y museos menos solemnes pero repletos de curiosidades: del Perfume, de los Inventos, de la Erótica o del Calzado.