Desde los fenicios y romanos hasta los árabes y los franceses, todos ellos dejaron su propio poso cultural sin borrar los vestigios de quienes les precedieron. Por eso, muchos viajeros hallarán en Túnez rincones y detalles que les recuerden otros enclaves del arco mediterráneo.
La suma de estas variadas influencias ha dado lugar a lo que algunos historiadores denominan «la excepción tunecina», una mentalidad tolerante y moderna que cristalizó en una revolución pacífica de diciembre de 2010 a enero de 2011, y en una admirada transición a la democracia. Esta aceptación de la diversidad se percibe enseguida en la calle, donde conviven hijabs, minifaldas, chachias (el rojo gorro tradicional) y sofisticados peinados hipster. Tras una década de cambios sociales y políticos, Túnez vuelve a estar de moda entre los viajeros motivados por descubrir paisajes y ciudades que preservan toda su esencia.