No queremos complicar la vida a nadie; pero es que resulta que no todo se reduce a elegir entre piscina o playa. Hay una tercera vía que suma lo mejor de las dos opciones clásicas y que evita sus problemas. Si lo tuyo es estar en remojo; pero odias las olas tanto como el cloro, o si no puedes con la arena pegada en tu piel ni que se te pongan los ojos rojos porque al responsable de la piscina de tu pueblo se le fue la mano con el cloro, lo tuyo, entonces, será alguna de las piscinas naturales más sorprendentes del mundo.