
La gastronomía ha sido desde siempre uno de los motores del viaje. Descubrir nuevos sabores, degustarlos con calma en un alto del camino, apreciar la cultura de un país a través de sus bocados tradicionales son algunos de los elementos que conforman el placer de viajar. Tras ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2010, la Dieta Mediterránea vuelve a ser noticia pues 2014 ha sido elegido el año para ensalzar no sólo un forma de alimentación, sino la auténtica manera de disfrutar de la vida en los países mediterráneos. España, el sur de Francia, Italia, Grecia, Malta entre otros lugares que disfrutan de los influjos de este mar han hecho de esta sana y sabrosa forma de alimentación todo un arte, cada uno con sus peculiaridades y toque distintivo. Aceite de oliva, hortalizas, legumbres, frutos secos… sin olvidarnos del vino, he aquí algunos de las delicias locales por las que merece la pena hacer un viaje.
España. Aunque originaria de la Comunidad Valenciana, la paella es un guiso habitual en todo el Levante donde se realiza con distintas variaciones. Quintaesencia de la cocina mediterránea, pues incluye casi todos los ingredientes básicos, es el plato español más conocido en el mundo. Arroz, aceite de oliva, hortalizas, marisco, conejo, pollo, legumbres…todo guisado en una paella de hierro baja, con el agua o el caldo justo. Se suele comer los jueves y también es un plato que se degusta en días festivos.
Malta. En la cocina maltesa, puramente mediterránea y con una importante influencia árabe, destacan el puré de habas y la kapunata (versión del pisto), aunque uno de los platos estrella son los denominados pastizzis, unos pastelillos salados de hojaldre rellenos de puré de guisantes o de ricota. Se cuecen en horno de leña sobre planchas de hierro. Los pastizzis se asocian a fiesta y se sirven como aperitivo.
Italia. La cocina italiana es una de las más conocidas y populares del mundo. Pasta, pizza y rissoto son quizás los más exportados y todos ellos reúnen las características imprescindibles para ser consideradas joyas de la Dieta Mediterránea. Aunque en muchos lugares del planeta es posible degustar estos platos originarios de Italia, no hay nada como el ambiente de una trattoria romana, siciliana o napolitana para que se conviertan en un bocato di cardinale.
Francia. El sur de este país que ha hecho de la gastronomía una de sus señas de identidad, ofrece un amplio abanico de opciones culinarias en cuanto a la Dieta Mediterránea. Entre las especialidades de una región como Provenza, merece la pena desgustar una sopa de pistou (nombre provenzal de la albahaca), una ensalada niçoise y, después disfrutar del sabor de una ratatouille (una mezcla guisada de verduras), de los petits farcis (verduras rellenas) o de unos buñuelos de flor de calabacín. Hay que tener en cuenta que la «comida gastronómica francesa», al igual que la Dieta Mediterránea, es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Grecia. De la esencia del Mediterráneo y de las importantes influencias orientales nace la gastronomía de este país. Una cocina simple, especiada, con ingredientes puramente mediterráneos que sorprende con especialidades como las dolmades (rollos de hoja de parra rellenas carne de cordero, arroz o verduras), la fasolada (sopa de alubias blancas, tomate, zanahoria, apio, especias y aceite de oliva) y la moussaka que alterna capas de carne picada y berenjenas y está gratinado con queso.