Entre playas y acantilados

Los 35 kilómetros que condensan la belleza del litoral asturiano

Entre Llanes y Ribadesella emergen una serie de maravillas naturales y rurales ideales para un verano insólito.

De la ría de Tinamayor a Ribadesella, la costa llanisca despliega un extraordinario litoral de playas y pueblos pescadores. Un universo playero con más de 30 playas para ir saltando en traje de baño que se muestra muy diferente con respecto al resto del litoral asturiano. La roca calcárea es la marca geológica de este ADN tan singular que se despliega en un abanico de arcos, bufones, puentes, playas escondidas y acantilados acuchillados. Son 56 kilómetros de línea costera y, sin embargo, podrían dar para toda una vida. Ya se sabe, el tiempo es relativo, y más cuando en el paisaje aparecen playas así como las de Llanes.

 

 

Llanes

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LLANES: LA PERLA DEL ORIENTE ASTURIANO

De herencia medieval, Llanes es playa, patrimonio y callejeo: son los argumentos que han convertido la ciudad y al concejo en uno de los polos turísticos de Asturias. Eso sí, la villa huele a mar por sus cuatro costados. La mejor forma de comprobarlo es acudir a la subasta de pescado en la Lonja. Es en la rula donde se concentra la cofradía de pescadores, allí donde se despliega aún toda la actividad diaria de la pesca de bajura: pura memoria en acción. Memoria -ancestral e histórica- como la que regaló en 2001 el pintor vasco Agustín Ibarrola al pintar los bloques de hormigón en la escollera del dique del puerto. Esa especie de puzzle de la memoria se ha convertido en uno de los enclaves más fotografiados del concejo. 

 

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Playa de la Ballota
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PLAYA DE BALLOTA: EL MIRADOR CINEMATOGRÁFICO

Conviene dosificar un poco las ganas de playa y pasarse primero por el mirador de La Boriza, uno de los más espectaculares del Cantábrico. Se abre a modo de un balcón natural para contemplar los pastizales y acebuchales que ocupan la llanura y el mar. Desde arriba, Ballota y Andrín se ven como dos arenales gemelos. No sorprende que Gonzalo Suárez le sacará partido cinéfilo a este lugar para rodar algunas escenas de Remando al viento (1988). La de Andrín es famosa entre surferos que buscan buenas olas. En cambio, la playa de Ballota es la hermana tranquila, tiene poco oleaje y una arena fina muy agradable de pisar.

Gulpiyuri: la playa monumento
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GULPIYURI: LA PLAYA MONUMENTO

Es una playa. Tiene olas, mar salado y le afecta la marea, pero sin horizonte marino. Es el vivo producto del litoral calizo del concejo. Esta pequeña playa (apenas 50 metros de longitud) que aparece como un tesoro tras caminar por el prado es el resultado de que se derrumbara parte del acantilado, formando una hondonada de arena blanca hasta la que el mar Cantábrico se filtra de forma subterránea. Por su singularidad está catalogada como Monumento Nacional. A veces, la realidad parece de lo más fantasioso, Gulpiyuri es la prueba.

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Playa de Torimbia
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PLAYA DE TORIMBIA: UN ANFITEATRO NATURAL

Un enorme prado que quisiera convertirse en playa, eso es lo que parece este arenal que enamoró el ojo cinéfilo de José Luis Garci a la hora de rodar El Abuelo, basada en una novela de Galdós y que recibió en su día varios premios Goya. No es coincidencia que en la costa asturiana muchos otros directores hayan encontrado inspiración para las escenas más memorables de sus películas. La playa de Torimbia está enclavada en medio de un escénico paisaje protagonizado por un acantilado por el que, según la época del año, se pueden ver caer los manantiales de agua. Lo salvaje del entorno fue lo que la convirtió en un referente del nudismo en Asturias, aunque hoy, el efecto llamada de Instagram la ha llenado de más textiles. En todo caso, no es como en los años 60 en los que bañarse en pelotas era un deporte de riesgo y ambos bañistas conviven hoy en armonía.

Cementerio De Niembru
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CEMENTERIO DE NIEMBRU: EL PAISAJE ROMÁNTICO

La playa es una oda a la vida, por lo que hacer un alto en un cementerio en esta ruta puede parecer una contradicción. Sin embargo, el cementerio de Niembru es de tal belleza que se puede disfrutar sin tristeza. Igual, como mucho, se nota tan solo cierta melancolía. Mejor ir con pleamar, cuando la crecida del mar convierte el cementerio casi en una isla y se refleja en el agua calma de la ría junto a la encalada iglesia de Nuestra Señora de los Dolores y las barcas mecidas por el paso del tiempo.

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PLAYA DE POO: DE NATURALEZA FAMILIAR

Junto a la desembocadura del Río Vallina, la playa tiene forma de embudo por lo que, como si fuera un truco de magia, no se llega a ver el horizonte del mar. Sobre todo con la marea baja cuando el arenal se hace más extenso. Es una excepción en la brava costa llanera, con su bella forma de ensenada y rodeada de prados, el mar se convierte casi en una piscina, un regalo a los más pequeños que hace el Cantábrico o tal vez el regalo sea para los mayores, que pueden disfrutar del día playero sin sobresaltos. Enfrente, los pequeños  farallones e islotes salpican el litoral. Junto a la playa de Poo, siguiendo el sendero sobre los acantilados, las playas salvajes de Almenada, Portillu y San Martín.

Cuevas del mar
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CUEVAS DEL MAR: MARAVILLA GEOLÓGICA

Enclavada en la desembocadura del río Ereba, destaca por el espectáculo de la decena de oquedades que la rodean. Con el paso del tiempo, el mar y el viento han dado formas pintorescas a las rocas del lugar. Esto, sumado a la vegetación del entorno, hizo que fuera considerado como espacio protegido. El arenal de 125 metros de largo tiene forma triangular y en los meses de verano suele llenarse con una importante afluencia de bañistas. Mejor llegar con la marea baja, cuando el Cantábrico se retira y su oleaje deja disfrutar de esta maravilla natural.

Bufones de pría
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BUFONES DE PRÍA: ACANTILADOS MITOLÓGICOS

En el horizonte se dibujan las líneas de los acantilados como si se tratara de un gran animal mitológico. Tal vez, al ver los grandes chorros de vapor de agua que salen disparados veinte metros hacia arriba hagan pensar en una especie de ballena prehistórica. Son los bufones de Pría, un fenómeno natural con el que parece que el Cantábrico respirara. Ocurre cuando hay fuerte oleaje y el mar se filtra sonoro por entre las chimeneas y grietas erosionadas, por lo que se convierte en un consuelo para cuando el mal tiempo no deja oportunidad para disfrutar de las playas de Llanes. Para disfrutar de este sonoro paisaje, hay que seguir el sendero que parte desde la vecina playa de Guadamía, frontera entre los concejos de Llanes y Ribadesella, hasta la parte superior de los bufones.

Ribadesella
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RIBADESELLA: FIN DE TRAYECTO (O INICIO)

Los macizos tapizados de prados verdes, el Cantábrico y el estuario del Sella son los tres elementos geográficos que definen a Ribadesella. La playa de Santa Marina resume las excelencias del concejo: es de esencia urbana, con mansiones de indianos en el paseo, y es natural, junto al monte Cordero y el río Sella. Perfecta para disfrutar de lo mejor de un día de playa y de lo mejor de la ciudad; pero eso ya lo sabían los primeros aristócratas que se acercaron hasta aquí en busca de las bondades de los baños de agua. La ermita renacentista de la Virgen de Guía acoge a la patrona de los marineros, no hay mejor mirador para despedirse de esta ruta playera entre Llanes y Ribadesella.