
Los cuatro ríos que atraviesan el Perigord de este a oeste, Dronne, Isle, Dordoña y Vézère, han definido el paisaje de esta bella porción de Francia. En sus riberas surgieron castillos, pueblos y abadías que aún hoy maravillan y que tienen continuidad bajo tierra en grutas con pinturas rupestres y formaciones calcáreas que parecen obras de arte.
Su fantástico creador es el agua, un elemento vertebrador que se ha convertido en uno de los recursos más valiosos para atraer a los viajeros del siglo XXI. Los descensos en canoa o en gabarra, la visita a molinos y las antiguas fábricas de papel han revitalizado un panorama turístico que se completa con multitud de experiencias enológicas, como paseos entre viñas y catas de vinos. Un auténtico placer.