Selección definitiva

40 rutas para reenamorarse de Europa

No hay mejor forma de descubrir el viejo continente que siguiendo estos recorridos.

Europa no es solo el continente más civilizado (en términos de urbanización y democracia). También es un compendio de países que, por muy próximos que parezcan, tienen un encanto propio basado en sus singularidades culturales y en su espectacularidad monumental. Incluso en la suma de las dos. Por eso, nada como seguir estos itinerarios para no perderse nada... o perderse para siempre. 

1 /40
iStock-1162404586. Islas Aran (Irlanda)

Foto: iStock

1 / 40

Islas Aran (Irlanda)

Los acantilados de Moher son el paraje natural más visitado de Irlanda, pero las islas de Aran ofrecen un enclave geológico igualmente espectacular y mucho más tranquilo. Acudir a ellas, ya sea en ferry desde Galway o en avioneta, es casi un viaje iniciático. Toda la potencia del mar frente a la roca perfila el horizonte heroico del pequeño Kilronan, el núcleo de la mayor de las tres ínsulas, Inishmore (Inis Mór). Pernoctar aquí o en sus hermanas menores, Inishmaan e Inisheer (Inis Meáin e Inis Oírr), basta para comprender la épica de los pescadores que gozan y sufren el privilegio de esa salvaje belleza. En 1934 el cineasta Robert J. Flaherty rodó el célebre documental Man of Aran, donde se mostraba la abnegación de los isleños para hacerse a la mar o crear un poco de suelo fértil a base de acumular algas sobre la roca. A través de un laberinto de muros de piedras por donde campan los conejos y las ovejas con cuya lana se tejen los famosos jerseys de Aran, se llega al fuerte amurallado de Dún Aonghasa o a las ruinas de las Siete Iglesias, enclave de peregrinación desde el siglo VII.

Josan Ruiz Terrés, director de Viajes National Geographic

iStock-1139604912. De acequias por Madeira

Foto: iStock

2 / 40

De acequias por Madeira

Una red de 2000 km de acequias (levadas) capta las aguas en las cabeceras de los valles de Madeira y las distribuye, como un gigantesco sistema circulatorio, por toda la isla. Por inaccesibles que parezcan las alturas, las levadas transportan el agua mansamente y, lo que aún es más atractivo, ofrecen un sendero completamente llano que discurre junto a ellas. Caminar siguiendo una acequia resulta tan relajante como espectacular. En la vertiente sur las levadas fecundan un vergel de minúsculos huertos escalonados donde los isleños cultivan maíz, plátanos, cerezas, castañas, piñas y caña de azúcar. Estos canales se labraron a pico y pala durante siglos, cuando el tiempo importaba menos que el agua. En los tramos más expuestos, el paso se estrecha y quizá una escueta baranda de hierro atenúa el vértigo. Cuando se visitan las levadas más recónditas y resbaladizas de la cara norte (Caldeirâo Verde, Caldeirâo do Inferno) puede ser preferible no ir con niños pequeños. Las que parten de Rabaçal, refugio de leñadores en la meseta de Paúl da Serra, son las más populares. Entre ellas destacan la de las 25 Fontes y la de la Rocha Vermelha. En la verde espesura, ajardinada de hortensias, las aguas de las 25 fuentes y de diversas cataratas son recogidas y domesticadas con primor.

Josan Ruiz Terrés, director de Viajes National Geographic. 

iStock-1140675568. Delfos y el Peloponeso (Grecia)

Foto: iStock

3 / 40

Delfos y el Peloponeso (Grecia)

Zeus soltó un águila en cada extremo de la Tierra y las dos se encontraron junto a las Rocas Fedriadas de Delfos, indicando así donde se hallaba el ombligo del mundo. Ya no es posible beber o purificarse en la fuente Castalia como se hacía antes de consultar a la pitonisa, pero Delfos sigue siendo un enclave reconfortante e inspirador.

En Olimpia, el santuario panhelénico donde se celebraron los Juegos Olímpicos durante doce siglos, esculpió Fidias la estatua de Zeus, una de las maravillas del mundo antiguo. Hoy la estrella del museo es el Hermes con el niño Dioniso, atribuida a Praxiteles. Remontar el río Alfeo desde Olimpia permite adentrarse en la Arcadia, la región donde reinaba Pan, el semidiós de los pastores y los rebaños. Hallamos en ella una madeja de aldeas encaramadas en crestas, entre cumbres que rondan los 2000 m.

A Delfos se acudía en pos de consejo, a Epidauro, para rehacer la salud. Desde el siglo VI a.C. en este santuario se rendía culto a Asclepio, dios de la medicina. Tras realizar los sacrificios rituales, el enfermo dormía en un recinto donde el sueño propiciaba la sanación o mostraba la vía para lograrla. Las tragedias representadas en el magnífico teatro contribuían también a la curación, pues, como señaló Aristóteles, facilitaban la catarsis de las pasiones.

Josan Ruiz Terrés, director de Viajes National Geographic. 

iStock-498559006. De Cracovia a Breslavia

Foto: iStock

4 / 40

De Cracovia a Breslavia

Estas dos ciudades son dos joyas de Polonia y por extensión del este de Europa. Breslavia es un capricho del río Oder, levantada sobre doce islas unidas por puentes, esclusas, muelles y paseos que rodean el casco antiguo y la universidad. Se trata de una ciudad estudiantil que conmueve con la belleza de sus imponentes iglesias góticas y unas mansiones burguesas cuyas fachadas exhiben huellas bohemias, austriacas y prusianas. El centro vital es el Rynek, el nombre de todas las plazas del mercado en Silesia. Bares y cafés de estilo berlinés esparcen sus terrazas ante un conjunto urbano de casas adosadas de diferentes colores.

Cracovia, la antigua capital polaca, sobrevivió casi intacta a la Segunda Guerra Mundial. Guarda un centro histórico inmaculado, repleto de iglesias y edificios de los siglos XVI y XVII. La magnífica plaza Rynek Glówny ofrece un espectáculo de gentío a cualquier hora del día, pero especialmente al anochecer, cuando la iluminación de las farolas otorga al conjunto una atmósfera irreal. Cracovia es una ciudad de símbolos y su mejor expresión está en el Castillo de Wawel. Se yergue sobre un meandro del Vístula, en lo alto de una roca horadada por cuevas, guarida de un feroz dragón que sería vencido por un humilde zapatero. En Cracovia el catolicismo está perfectamente integrado en el pulso vital de la ciudad, con las iglesias siempre llenas de fieles, y la presencia de curas y monjas de todas las edades en las calles. Contribuye a esa impresión la proximidad del santuario de Czestochowa y la veneración por el papa Wojtyła, cuyas primeras misas antes de ser su arzobispo las ofició en la catedral de Cracovia. La imaginería católica se diluye en Kazimierz, un rico suburbio judío antes de la invasión nazi. Hoy es un barrio animado y bien conservado, con sinagogas que pueden visitarse y plazas con cafés y restaurantes kosher que ofrecen música klezmer en directo. Entre todos esos músicos, Kroke (nombre de Cracovia en idioma yiddish) es el grupo con más fama internacional. La ciudad también atrae a los admiradores de la extraordinaria poetisa Wislawa Szymborska, premio Nobel de Literatura en 1996, que vivió en Cracovia hasta su muerte en 2012.

 

Josan Ruiz Terrés, director de Viajes National Geographic

the-sucevita-monastery-romania-picture-id626589942. Los monasterios de Buciovina

Foto: iStock

5 / 40

Los monasterios de Bucovina

Al nordeste de Rumanía hay una docena de monasterios ortodoxos con frescos al aire libre protegidos por enormes aleros. Estos templos únicos en el mundo se construyeron a partir del siglo XV. Las élites tenían prioridad para asistir a los oficios y fuera quedaban el pueblo llano y las tropas encargadas de defender la posición de las fuerzas turcas. Los murales muestran la solemne expresividad clásica del arte bizantino y tenían como objetivo instruir a los fieles acerca de lo que podía aguardarles más allá de este mundo (el infierno o la salvación). Las iglesias se emplazan en lugares aislados, protegidas por los profundos bosques rumanos, una masa forestal sin parangón en Europa. Eso hace que su recorrido sea todavía más sensitivo e interesante, transitando por un mundo agrícola al que apenas ha llegado la mecanización.

Josan Ruíz Terrés, director de Viajes National Geographic. 

 

 

 

iStock-484967662. Las Ardenas y Limburgo

Foto: iStock

6 / 40

Las Ardenas y Limburgo

Europa es bella porque es insospechada. Lejos de la exuberancia de las grandes urbes mercantiles, estas dos regiones ubicadas al sur de Bélgica y de Países Bajos basan su belleza en su ingenio, sus paisajes y su historia. ¿Sus imprescindibles? Las abadías trapenses de Valonia, el encanto ribereño de Dinant y Maastricht, el despertar cultural de Genk y Hasselt y los espectaculares carriles bici como el de Cycling throught water que no saben de fronteras... ni de límites estéticos. 

Javier Zori, director digital de Viajes National Geographic.

Visit Tampere Serlachius Museot Gustaf ja Gösta Olli Huttunen. De Helsinki a Jyväskylä

Foto: Tampere Media Bank

7 / 40

De Helsinki a Jyväskylä

Si hubiera que elegir, como en la NBA, la ciudad con mayor progresión en Europa esa sería Helsinki. En los últimos años no ha parado de reinventarse, crear espacios, dinamizar su diseño y apostar por un turista exigente, cool sin resultar pedante y foodie. Un espíritu que, poco a poco, se empieza de mudar hacia la tierra de los mil lagos con Tampere como nuevo epicentro. En esta urbe destaca su pasión por las saunas, por el arte y por tener a su alrededor algunas ciudades pequeñitas como Lempala y Mänttä donde las granjas se alternan con cafeterías hogareñas y centros de arte contemporáneo absolutamente fascinantes. La guinda de todo es Jyväskylä donde esperan los primeros edificios de Alvar Aalto en un broche final lleno de elegancia natural. Como todo el país. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic.

iStock-511977279. De lagos por el Tirol

Foto: iStock

8 / 40

De lagos por los Alpes

A una cara y a otra, la cadena montañosa reinante en el centro de Europa ha dejado grandes remansos de agua donde la civilización y la cultura se han abierto paso. De este a oeste, este itinerario por los imprescindibles conduce desde el idílico Hallstatt hasta el Lemán, pasando por el inmenso Lago Constanza donde esperan localidades como Lindau o la propia Constanza. En Suiza merece la pena navegar por el de los Cuatro Cantones embarcando en Lucerna y en el de Thun, desde donde su castillo gobierna las aguas. Y ya en la vertiente sureña, el Lago di Garda, el de Como, el de Lugano y el Maggiore conforman un cuarteto insuperable de glamour y belleza lacustre. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic.

iStock-537599630. Tokaj (Hungría)

Foto: iStock

9 / 40

Tokaj (Hungría)

Al noreste de Hungría espera una de las regiones vitivinícolas más mágicas del mundo. Tokaj es tan particular que fue la primera denominación de origen de vino de todo el mundo y su tipo de vino botritizado es el más antiguo de los que siguen produciéndose. En la práctica, esto se traduce en paisajes asombrosos pero, también, en un sistema de bodegas subterráneas que merece la pena visitar y no solo por ese ímpetu espeleológico, sino también por esas barricas rodeadas de moho donde lo podrido se convierte en una delicia. 

Javier Zori del Amo, director digital de Viajes National Geographic.

iStock-1026611248. Alsacia y Selva Negra

Foto: iStock

10 / 40

Alsacia y Selva Negra

Los territorios fronterizos tienen ese mestizaje tan único y tan atractivo. Ejemplo de ello son estas dos regiones limítrofes y exuberantes que cuentan con un encanto propio, aunque parecido. En Alsacia asombran esos viñedos que abrigan pueblecitos donde los entramados de madera homogeinizan la ensoñación. En Selva Negra, las aldeas que asoman entre los espesos bosques por donde se perdieron tantos romanos rebosan restaurantes y rincones medievales. Y entre medias, localidades como Friburgo, Colmar o Estrasburgo en las que es difícil distinguir en qué país se está. Quizás porque, en el fondo, tienen una identidad común y singular. 

Javier Zori, director digital de Viajes National Geographic

iStock-625555106. Distrito de los lagos (Inglaterra)

Foto: iStock

11 / 40

Distrito de los lagos (Inglaterra)

Parque nacional y Patrimonio Mundial por la Unesco, el Distrito de los Lagos, en el noroeste de Inglaterra, sorprende con su combinación de atractivo natural y cultural. Esta zona de lagos y montes tapizados de bosques ha sido desde el siglo XVIII un lugar de retiro e inspiración para poetas, novelistas y pintores ingleses, como William Wordsworth o la autora de libros infantiles Beatrix Potter. Senderismo, canoa, paseos a caballo o en bicicleta son algunas de las actividades que pueden realizarse dentro del parque. En septiembre tiene lugar su festival más célebre, el Lakes Alive Festival, con música, talleres y experiencias para disfrutar de este fantástico enclave.

Sandra Martin, redactora jefe de Viajes National Geographic.

iStock-497861556. Grand Saumur (Francia)

Foto: iStock

12 / 40

Grand Saumur (Francia)

La comarca de Grand Saumur, en el último tramo del río Loira, no presume de los esplendorosos palacios que hay en los alrededores de Tours y Orléans, pero ofrece atractivos inesperados y también monumentales. Para empezar, la Abadía Real de Fontevraud, referente histórico y artístico del país, la misma ciudad de Saumur, la villa troglodita de Rochememenier y las canteras de Perrières (Doué la Fontaine), un espectacular conjunto subterráneo que imita el fondo del mar. Hay varias maneras de recorrer la zona: en coche, en gabarra por el río Loira y su afluente el Vienne, o bien en bicicleta por la ruta adaptada La Loire à Vélo.

Sandra Martín, redactora jefe de Viajes National Geographic.

iStock-922968700. Islas Feroe

Foto: iStock

13 / 40

Islas Feroe

Los vuelos directos desde Barcelona han facilitado enormemente el acceso a este archipiélago danés, anclado en pleno Atlántico Norte, a medio camino entre Islandia y las escocesas Shetland. El verano es la mejor época para visitar estas islas tapizadas de prados verdes que acaban abruptamente en acantilados, con pueblecitos pescadores y una costa rocosa en la que habitan focas y anidan frailecillos, además de otras muchas aves marinas.

Sandra Martín, redactora jefe de Viajes National Geographic.

iStock-467903903. Islandia y el anillo dorado

Foto: iStock

14 / 40

Islandia y el anillo dorado

La gran isla de hielo, fuego y agua es un destino asombroso para disfrutar de la naturaleza en su estado más primigenio. Géyseres, cascadas, glaciares, acantilados, campos de lava, lagunas de aguas termales… La carretera que recorre el perímetro de Islandia se acerca a los enclaves más sorprendentes y pasa por ciudades como Husavik desde donde se realizan salidas para observar ballenas.

Sandra Martín, redactora jefe de Viajes National Geographic.

iStock-171239329. Valle de Aosta

Foto: iStock

15 / 40

Valle de Aosta (Italias)

Los Alpes italianos tienen en el valle de Aosta uno de sus rincones más espectaculares por la proximidad de dos cumbres míticas: el Cervino y el Montblanc. Pasar una semana aquí da para mucho: caminatas por el parque Gran Paradiso, visita a castillos medievales, esquí en los glaciares de la estación de Cervinia, baños en aguas termales y una suculenta gastronomía a base de quesos y embutidos.

Sandra Martín, redactora jefe de Viajes National Geographic.

iStock-1047948082. El Veneto más allá de Venecia

Foto: iStock

16 / 40

El Veneto más allá de Venecia

Las ciudades de Venecia, Verona y Vicenza forman un triángulo monumental de visita imprescindible en el Véneto, la región italiana cuyos paisajes abarcan desde las montañas Dolomitas al valle del río Po y culminan en el mar Adriático. Sin embargo, en una ruta por el Véneto es interesante incluir la pequeña Maróstica, es especial si la estancia coincide con la representación en la plaza del Castello de su «Ajedrez Viviente», una partida teatralizada que se remonta a 1454, cuando dos enamorados quisieron batirse en duelo por el amor de una doncella, pero no en un reto de fuerza sino de inteligencia jugando al ajedrez (se representa en septiembre los años pares). Tras Venecia, archiconocida por sus canales, palacios e iglesias, la ciudad más importante de la región es Verona. Allí cuentan que Shakespeare se inspiró en una leyenda local para escribir su Romeo y Julieta. Cierto o no, el mito romántico sigue vivo en toda la ciudad, por ejemplo en la Vía delle Arche Scaligere, donde una placa muestra la casa donde Romeo vivía su desesperado amor, o en la cercana Vía Capello, en la que se puede visitar un palacete medieval con una patio hoy decorado con una estatua de bronce de Julieta y el famoso balcón desde el que escuchaba las declaraciones de su amado. En el centro histórico de Verona también hay que pasear por las animadas Piazza delle Erbe, presidida por el bello Palazzo Maffei, y Piazza dei Signori, así como subir al Castelvecchio, desde el que se pueden admirar los puentes de piedra que salvan las aguas del río Adigio. A sus leyendas y otros monumentos medievales, Verona añade vestigios romanos, entre ellos el magnífico anfiteatro de la Arena, un reconocido escenario de espectáculos líricos. De Verona el otro vértice del triángulo monumental, Vicenza, destaca por el rico legado de villas del arquitecto Andrea Palladio. Este artista del siglo XV, de quien se puede seguir una ruta monográfica, se detiene en muchas de estas villas y además visita monumentos del centro histórico, como la esbelta Basílica de la Piazza dei Signori, o su obra más representativa, el Teatro Olímpico, una escenografía con relieves que construyó en el interior del Palazzo Chiericati. 

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic. 

 
iStock-493626906. Baviera y los castillos del Rey Loco

Foto: iStock

17 / 40

Baviera y los castillos del Rey Loco

El rey Luis II de Baviera (1845-1866) fue uno de los monarcas más controvertidos de Baviera. Amante de las artes, dedicó su reinado a construir fantasiosos castillos que sus detractores definían de excéntricos, aunque en realidad convirtió esta región en el centro artístico de la época. Hoy su legado forma una ruta que es la más visitada de Alemania. Esta ruta mágica por los castillos alpinos de Baviera suele arrancar en Munich, visitando el Palacio de Nymphenburg donde nació. Su infancia discurrió en el cercano castillo de Hohenschwangau, construido en el siglo XIV y restaurando en 1845 por el rey Maximiliano II, padre de Luis II. Ya como rey quiso construir el castillo versallesco de Herrenchiesee, con su esplendorosa Sala de los Espejos, en una isla del lago Chiemsee, aunque solo lo habitaba una decena de días al año. El refinado Lindehof, aunque mucho menor de tamaño, fue su residencia favorita y su refugio. Rodeado por un bello jardín con fuentes y esculturas, incluye la Gruta de Venus, con un lago interior, un escenario y un trono, desde el que escucha las óperas que se representaban solo para él. Por último, el castillo de Neuschwanstein, su mayor sueño. En realidad fue su última obra de la que casi no tuvo tiempo de disfrutar, ya que allí fue arrestado acusado de incapacidad para gobernar. Este castillo de aire romántico, erigido sobre una roca rodeado por los bosques del macizo de Tegelberg, es hoy el monumento más fotografiado de Alemania. Lo atractivo de este itinerario es que la visita a los palacios y castillos de Luis II se puede combinar con rutas a pie, en bicicleta o en carruajes de caballos por los bellos paisajes de la región.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic. 

iStock-586927548. Ticino, la Suiza más mediterránea

Foto: iStock

18 / 40

Ticino, la Suiza más mediterránea

En el sur de Suiza se esconde una imagen distinta de este país europeo. El cantón del Ticino posee un microclima que hace que las ciudades que crecieron alrededor de sus lagos disfruten de temperaturas más agradables y enclaves de fisonomía más meridional. Lugano es una de las ciudades más representativas. Conserva un rico legado de frescos pintados en iglesias y en muchas fachadas de palacios. La Catedral de San Lorenzo y otros monumentos centenarios contrastan con las modernas construcciones de arquitectos como Mario Botta intercalaron en el centro urbano. Lugano también es una ciudad de museos, desde el Cantonal dedicado a arte moderno al de las Culturas Extraeuropeas que muestra la obra de artistas africanos y asiáticos. Una excursión típica desde la ciudad es la ascensión al Monte San Salvatore desde el que se contempla una bella vista de la región. En octubre se celebran unas vistosas fiestas de la vendimia.

Muy cerca de Lugano, en Castagnola, se pueden visitar los jardines de la Villa Favorita, que durante décadas acogió la colección Thyssen. El pueblo de Gandria, famoso por sus restaurantes de alta cocina, está prácticamente colgado sobre las aguas del lago Lugano. Locarno, a orillas del lago Maggiore, es una ciudad tranquila con un centro histórico renacentista. Desde su puerto zarpan pequeños cruceros fluviales. Ascona es otra artística ciudad renacentista, que incluye un jardín con especies tropicales. Con el tren de vía estrecha Centovalli se llega a Verdagio, donde se puede subir en funicular a la pequeña aldea de Rasa, ideal para caminatas entre bosques de castaños. Bellinzona, capital del cantón, una ciudad cargada de historia, puede ser el final de la ruta por el Ticino.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic. 

iStock-521703520. Malta, el paraíso costero sin playa

Foto: iStock

19 / 40

Malta, el paraíso costero... sin apenas playas

El archipiélago de Malta no se ajusta al tópico mediterráneo. Es cierto que disfruta de sol y descanso, pero las tres islas que lo forman (Malta, Gozo y Comino) son islas de escasas playas y acantilados, aunque para compensar poseen una riqueza histórica y monumental realmente sorprendentes. La Valeta, su capital, remonta sus orígenes a los pasos de los cruzados medievales que llegaron desde Tierra Santa, y que enriquecieron la ciudad con bastiones, hospitales o albergues, palacios y fortalezas. Las calles, plazas y rincones del centro urbano, siempre muy transitadas, se amoldan a las colinas sobre las que se asienta La Valeta. Las coloridas contraventanas de los balcones y puertas son una seña de identidad de la capital maltesa. La Concatedral de San Juan, el Palacio del Gran Maestre, los Jardines de Barracca, el barrio de Vittoriosa o el de Cottonera, donde sobresalen los bastiones de Senglea, Birgu y Cospicua, ofrecen un paseo que incita a viajar en el tiempo. En la isla grande de Malta, más allá de la capital, resulta muy atractivo conocer el pueblo de pescadores de M’Xlokk, de especial belleza y colorido por sus barcas pintadas de vivos colores y con el ojo de Horus en la proa. Las monumentales Mdina, Rabat y Mosta, donde destaca la Iglesia de la Asunción, con una de las cúpulas más grandes del continente.

Desde el puerto de La Valeta zarpan barcos hasta el encantador puerto marinero de Mgarr en la isla de Gozo. Al llegar cuesta imaginar los tesoros que acumula el islote, por ejemplo los templos megalíticos de Ggantija, donde se acumulan bloques de piedra desde hace más de 6000 años. Victoria, la capital de la isla, cuenta con una imponente fortaleza del siglo XV, desde la que la vista alcanza el perímetro de la isla y llanuras solo interrumpidas por las grandes cúpulas de iglesias como las de Nadus, Xewkija o Zebbug. En Gozo es habitual realizar excursiones costeras hasta rocas esculpidas y grutas marinas como la de Wied iz-Zurrieq, donde se puede entrar en pequeños botes para ver el intenso azul claro de sus fondos.

A medio camino de Malta a Gozo se sitúa Comino, la isla menor del archipiélago, con escasa población y sin tráfico rodado, lo que garantiza que sea un destino tranquilo. Ofrece algunos alojamientos sencillos y también las únicas calas de Malta. Aunque si por algo es conocida la isla es como destino para caminatas y para practicar submarinismo por sus bellos fondos marinos.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic. 

iStock-520791969. Los cátaros de castillo en castillo (Francia)

Foto: iStock

20 / 40

Los cátaros de castillo en castillo (Francia)

La historia de los cátaros sigue presente en el sur de Francia donde estos monjes vivieron en época medieval hasta que finalizó la cruzada religiosa iniciada contra ellos. En el siglo X nacía el sentimiento cántaro como un movimiento de pensamiento austero que devolvía al cristianismo más primitivo. La ruta propuesta reúne una decena de castillos de los departamentos del Ariège y el Aude, tal vez menos conocidos que otros de la región francesa del Languedoc. En una distancia lineal de poco más de 200 km, se puede seguir una ruta entre variados paisajes, pero con un denominador común: las siluetas de castillos cátaros encastrados sobre colinas, confundiéndose con las rocas. Foix es el punto de partida, cuyo enclave destacó por la excelente ubicación de su castillo, dominando el territorio y los cursos de los ríos Arige y Arget. Desde Foix hacia el este, esta ruta se dirige a los castillos cátaros de Roquefixade, sobre un acantilado; Montsegur, quizás el más importante ya que a sus pies concluyó la cruzada contra estos monjes medievales; Puivert, que contrasta por su fácil acceso; Carcasonne, cuya reconstrucción permite conocer la forma de vida en las villas fortificadas medievales; Peyrepertuse, sobre una afilada barrera rocosa de la región natural de Corbières –famosa por sus vinos–; Quéribus, sobre el pueblo de Cucugnan; y Aguilar, ya a las puertas de Narbonne. La visita a estos castillos se realiza siguiendo atractivas caminatas que ascienden por colinas y regalan bellas vistas.

Asun Luján, redactora de Viajes National Geographic. 

iStock-486901291. Los molinos de Kinderdijk en bicicleta

Foto: iStock

21 / 40

Los molinos de Kinderdijk en bicicleta (Países Bajos)

Partir desde Dordrecht, la ciudad más antigua de Holanda, es la mejor manera de conocer el pueblo de Kinderdijk y descubrir algunos de los considerados como los molinos más bellos de Holanda. Una agradable ruta en bicicleta para disfrutar de uno de los símbolos más famosos de los Países Bajos. Los 19 molinos que aquí se encuentran son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1997 y fueron construidos alrededor de 1740 para bombear el exceso de agua del pólder de Alblasserwaard. Además, ya que tan solo 15 km separan Kindedijk de Rotterdam, parece una buena idea aprovechar la bicicleta para visitar esta ciudad portuaria con interesantes museos y sorprendente arquitectura.

Sandra Domènech, coordinadora editorial de Viajes National Geographic.

iStock-505868060 (1). Por las escarpadas gargantas del Ardèche (Francia)

Foto: iStock

22 / 40

Por las escarpadas gargantas del Ardèche (Francia)

Ríos, volcanes y kilómetros de sorprendentes gargantas que parecen cortadas a cuchillo en este parque natural situado en el sudoeste de Francia, en la región de Rhône-Alpes y a unos 400 km de la frontera con España. Carreteras sinuosas atraviesan preciosos pueblos medievales tan bien conservados y cuidados que consiguen transportar al visitante a otros tiempos: los más bellos, los más floridos, los pueblos con más carácter... Navegar en kayak por el río Ardèche, afluente del Ródano, y pasar bajo el maravilloso arco natural del Pont d’Arc es otra propuesta atractiva. Es este un territorio plagado de vestigios prehistóricos, como la Cueva de Chauvet Pont-d'Arc, en la que disfrutar de pinturas rupestres con más de 425 representaciones animales que se descubrieron en 1994 en sus paredes.

Sandra Domènech, coordinadora editorial de Viajes National Geographic.

iStock-938498086. La Istria eslovena

Foto: iStock

23 / 40

La Istria eslovena

Esta bella y medieval ciudad de Piran se encuentra en la pequeña península de Istria Eslovena. Fotogénica a más no poder, es un placer pasear por sus murallas y recorrer sus pintorescas calles y quizás entrar en alguna de las diez iglesias que en ella se conservan. Sus edificios muestran la inspiración arquitectónica de la cercana Venecia, a solo 2 horas de distancia. Una de las visitas más interesantes de Piran son las salinas de Secovlje, localizadas dentro de un área protegida y en un parque natural. En estas salinas, que fueron fundadas en 804, se puede visitar el museo salinero y, mediante una visita guiada, observar cómo recolectan la sal de manera totalmente manual, tal y como se ha hecho durante cientos de años.

Sandra Domènech, coordinadora editorial de Viajes National Geographic.

iStock-518590432. Por el Douro hasta Oporto

Foto: iStock

24 / 40

Por el Douro hasta Oporto

Las ciudades con río tienen un no se qué que les da un encanto especial y Oporto es una de las más bellas, no en vano su centro histórico medieval es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Esta preciosa ciudad portuguesa es un excelente punto de partida para conocer el Valle del Douro y una de las mejores opciones para disfrutar del camino es en coche. Recorrer su paisaje escarpado, con terrazas de viñedos y una infinidad de fincas, casas tradicionales y lugares tan interesantes como la estación de tren de Pinhão decorada con fabulosos murales de azulejos del siglo XIX. A solo 20 kilómetros de aquí se encuentra el Parque Arqueológico de Foz Côa, una maravillosa muestra de arte paleolítico al aire libre, considerada como una de las más grandes de Europa.

Sandra Domènech, coordinadora editorial de Viajes National Geographic.

 

iStock-826272860. Naturaleza, cráteres y spas en las islas de Saaremaa y Muhu en Estonia

Foto: iStock

25 / 40

Naturaleza, cráteres y spas en las islas de Saaremaa y Muhu en Estonia

Partiendo en ferry desde el puerto de Virtsu se accede a la isla de Muhu, a través de la cual se puede llegar a Saaremaa, la isla más grande del país. Antes de recorrer los escasos 17 kilómetros que separan ambas, se puede visitar el pueblo de Kogura y las lápidas paganas de la Iglesia de Santa Catalina, considerado como uno de los lugares sagrados más antiguos de Estonia. Ya en Saaremaa, una visita imprescindible es el Kaali Meteorite Crater Field, con el primer cráter de meteorito probado científicamente. En el parque se pueden visitar 8 cráteres más pero este es el más grande, con un tamaño de 110 metros de diámetro y 22 metros de profundidad. Kuressaare, la capital de la isla, además de su bien conservado castillo, presume de tener el mayor número de spas por cápita del mundo: 1 por cada 10 habitantes.

Sandra Domènech, coordinadora editorial de Viajes National Geographic.

iStock-615234578. Por el Rin hasta Düsseldorf

Foto: iStock

26 / 40

Por el Rin hasta Düsseldorf

Esta es la ruta más auténtica y desconocida en el noroeste de Alemania. Las tres ciudades están atravesadas por el río Rin y pertenecen al estado federal Renania del Norte-Westfalia. Düsseldorf es un muy buen inicio sobre todo si se toma un Altbier, su cerveza estrella, en la “barra de bar más larga del mundo”, que es así como lo llaman popularmente sus locales, por ser una calle larga con muchas terrazas seguidas. A pesar de ser una ciudad industrial merece la visita a su bien conservado Altstadt (casco antiguo). Su vecina, Colonia, a menos de media hora en tren, compite con su Kölsch, una de las pocas cervezas del mundo con denominación de origen y producida exclusivamente en esta zona. Saborearla en una terraza de noche con vistas a su imponente catedral iluminada tras la visita de esta urbe es una buena experiencia. A unos 30 km hacia el sur se llega a Bonn, la elegante ciudad natal de Beethoven que alberga su casa museo y una de las catedrales más antiguas de Alemania.

Marta Cuadras, coordinadora editorial de revistas internacionales National Geographic

iStock-596076562. Las joyas de la Vía Emilia

Foto: iStock

27 / 40

Las joyas de la Vía Emilia

Estas tres ciudades de la región de Emilia-Romaña, al norte de Italia, tienen mucho en común. Sus nombres ya presagian que aquí se come muy bien. Además, sus señoriales centros históricos de palacios renacentistas y catedrales de estilo románico-lombardo son peatonales, que las hace ideal para perderse por sus calles. Recorrerlas en bicicleta es también una buena alternativa, por estar asentadas en la llanura Padana. A pesar de sus similitudes, cada una tiene su carácter propio. Bolonia se distingue por sus 40 km de soportales y por sus edificios rojizos. Módena, a menos de media hora en tren desde Bolonia, alardea de un magnífico duomo de mármol rosa que es Patrimonio de la Humanidad. Y por último, Parma, a solo 29 minutos en tren desde Módena, cuenta con una catedral y un baptisterio con relieves medievales únicos en su interior. A 30 km de Parma está el museo del Parmiggiano, en Soragna, donde se explica el método artesanal de este queso de larga maduración.

Marta Cuadras, coordinadora editorial de revistas internacionales National Geographic. 

iStock-513051776. Atenas, Santorini, Mikonos

Foto: iStock

28 / 40

Atenas, Santorini, Mikonos

Se trata de un viaje que combina la cultura clásica con islas de ensueño de casas blancas y aguas turquesas. Atenas es una ciudad moderna con joyas del mundo antiguo, y solo por ser la cuna de la civilización de la cultura occidental merece ese calificativo “hay que visitarla una vez en la vida”. Esta escapada a la capital de Grecia, en época estival, se complementa a la perfección con la visita de las dos islas más emblemáticas de las Cícladas, Santorini y Mikonos, en el archipiélago griego del mar Egeo. Santorini enamora a primera vista por sus blanquísimas casas colgadas en los acantilados de una isla que fue devastada por una erupción volcánica dando forma a un paisaje único. Si esta isla es perfecta para parejas por sus rincones románticos, Mikonos presume de playas y sobre todo de su vida nocturna, un tanto bohemia en un ambiente informal y bullicioso. ¿Cómo moverse?  En verano hay vuelos directos desde España a Mikonos y desde Atenas se vuela a cualquiera de las dos islas. Para moverse entre islas hay distintas compañías de ferrys.

Marta Cuadras, coordinadora editorial de revistas internacionales National Geographic. 

iStock-501904382. 'Roadtrip' por la Transilvania medieval

Foto: iStock

29 / 40

'Roadtrip' por la Transilvania medieval

Este roadtrip por la región más mítica de Rumania descubre ciudades medievales, castillos e iglesias fortificadas. Además, se disfruta del espectacular paisaje de espesos hayedos y encinas de las sierras de los Cárpatos. La puerta de entrada de Transilvania es Brasov, a solo dos horas en coche desde Bucarest, la capital. Desde el monte Tâmpa se tiene la mejor vista de este burgo medieval. No conviene olvidar la visita al mítico castillo de Bran, más conocido como el de Drácula, a solo 25 km de Brasov. A dos horas se llega a Sibiu, que destaca por su precioso casco antiguo y sus templos de distintas religiones. La siguiente parada es Biertan, a unos 70 km, con su iglesia fortificada de tres murallas. Y muy cerca, la espectacular Sighisoara, con su torre del Reloj y la casa natal del príncipe Vlad Tepes convertido en un restaurante. Estas cuatro poblaciones son los puntos de referencia de esta ruta pero hay que dejarse llevar e ir parando el coche para descubrir pequeñas aldeas con encanto, monasterios abandonados que coronan el monte, restaurantes en cabañas de madera en medio de la carretera, etc.

Marta Cuadras, coordinadora editorial de revistas internacionales National Geographic. 

iStock-484918340. Un tour alternativo por el noreste de Inglaterra

Foto: iStock

30 / 40

Un tour alternativo por el noreste de Inglaterra

Esta es la ruta más alternativa del noroeste de Inglaterra. Manchester, la primera ciudad industrial del mundo que ha sabido reinventarse y lo transmite con el Gay Village, en que muestra su lado más inclusivo y el barrio de Ancoats, una zona industrial recuperada que es ahora un lugar muy animado. A media hora de tren se llega a Liverpool, la ciudad con más ritmo de Inglaterra. La visita al The Cavern, el mítico pub donde The Beatles tocaron sus primeros años y su museo son los imprescindibles de esta ciudad de estilo georgiano. Los más melómanos no deben perderse The British Music Experience, un museo interactivo que cuenta la historia de la música de Inglaterra desde los años 60 a través de reliquias de cantantes y grupos muy conocidos. Hacia el sur de Liverpool, a menos de una hora en tren, existe un coquetísimo pueblo típico inglés llamado Chester. Es una delicia pasearse por sus calles y casas de estilo Tudor.

Marta Cuadras, coordinadora editorial de revistas internacionales National Geographic. 

iStock-516794372. La Ruta 66 de Portugal

Foto: iStock

31 / 40

La Ruta 66 de Portugal

En el mapa de carreteras portuguesas, la nacional 2 (EN2) es una línea que parece trazada con tiralíneas y que recorre el país por el centro. En total más de setecientos kilómetros fuera de autopistas para conocer el interior de Portugal con toda la calma que haga falta. Esta extensa ruta comienza en Chaves, en la región Trás-os-Montes y Alto Douro. Vila Real sale al encuentro; le siguen las sierras escarpadas del Parque Natural do Alvão, también Coimbra como la antigua capital medieval, enclavada en la orilla del río Mondego. Poco a poco, se alcanza el sur; se llega a tierra alentejana y los alcornoques dan la bienvenida en el paisaje. Faro y sus playas ideales son la meta. Entre medias, un festín de aventuras y gastronomía. 

José Alejandro Adamuz, editor-colaborador digital de Viajes National Geographic. 

iStock-1132864760. Universo de Lorca en Granada

Foto: iStock

32 / 40

Universo de Lorca en Granada

Granada es Lorca y Lorca es Granada. Al menos, pocos han retratado la ciudad como él, pero hay muchos otros lugares que configuran el ‘Universo Lorca’. Esta es una ruta que parte del vanguardista Centro Federico García Lorca para hacer kilómetros y leer versos mientras se disfruta de los paisajes granadinos. En Fuente Vaqueros, en los alrededores de su casa natal (y hoy museo), hay cuatro enclaves fundamentales para sentir el soplo de inspiración del poeta. Desde allí, muy cerca, está la otra casa familiar, la de Valderrubio, donde la familia se trasladó en 1906. Ahí mismo, también se puede visitar la casa de Francisca Alba Sierra, Frasquita Alba, y donde Lorca se inspiró para su célebre tragedia La casa de Bernarda Alba. En la Huerta de San Vicente, en la casa de campo donde la familia pasó todos los veranos a partir de 1926, escribió algunas obras fundamentales como Yerma, Bodas de sangre o el Romancero gitano. Para finalizar, un lugar trágico y emotivo: el Barranco de Víznar, declarado lugar de Memoria. Allí fueron fusilados y enterrados en fosas comunes cientos de víctimas de la represión franquista, entre ellas, el poeta.

José Alejandro Adamuz, editor-colaborador digital de Viajes National Geographic.

iStock-983351202. Noruega de iglesia en iglesia... vikinga

Foto: iStock

33 / 40

Noruega de iglesia en iglesia... vikinga

Un paisaje que se presenta en ocasiones sublime y la sensación de soledad que provocan hace de rodar por carreteras de Noruega una apasionante aventura. En esta ruta se combinan historia y naturaleza por partes iguales para conocer algunas de las iglesias de madera más bellas del país. Se cree que en todo el noroeste de la Europa medieval hubo más de 2.000 iglesias de este tipo, pero hoy sólo se conservan casi exclusivamente en Noruega. Hay un total de veintiocho iglesias, denominadas stavekirke. Todas juntas servirían para hilvanar un largo road trip por el país, pero si se busca algo más breve, se puede optar por una ruta fácil que va desde la iglesia de madera de Høre hacia el oeste; algo más de 200 kilómetros para hacer lentamente y conocer las iglesias de Øye, Borgund y Undredal, hasta alcanzar la Iglesia de madera de Hopperstad, en Vik, sobre la orilla sur del hermoso fiordo Sognefjord.

José Alejandro Adamuz, editor-colaborador digital de Viajes National Geographic. 

iStock-938524430. La Vía Francígena, un peregrinaje alternativo

Foto: iStock

34 / 40

La Vía Francígena, un peregrinaje alternativo

Caminos espirituales hay muchos, no solo el Camino de Santiago. Hacia finales del primer milenio, numerosos peregrinos cruzaban Europa para dirigirse hacia la tumba del apóstol San Pedro, en Roma. Y algunos alargaban el trayecto hacia Tierra Santa. Uno de los caminos de fe más importantes fue la Vía Francígena, llamada así porque eran las vías de “las tierras de los francos” las que permitían a los peregrinos del otro lado de los Alpes alcanzar Roma. Originalmente eran unos 1.700 km desde Canterbury. En la actualidad se puede replicar la aventura de cruzar Europa a pie. Igualmente, el arranque es la primera etapa de Canterbury a Dover, el puerto para embarcar hacia el continente. Tal vez este sería un buen remedio anti-Brexit para Boris Johnson: el recorrido por Francia atraviesa regiones históricas como el Nord Pas de Calais, Picardie, Champagne-Ardenne y Franche-Comté. Se cruza la cordillera del Jura para entrar en Suiza. En Italia, se pasa por Val d’Aosta, Piemonte, Lombardía, Reggio Emilia, Toscana y Lazio. Una vez que el peregrino alcanza el Vaticano recibe el Testimonium, un certificado similar a la Compostela del Camino de Santiago.

José Alejandro Adamuz, editor-colaborador digital de Viajes National Geographic.

iStock-173853902. La Normandía de Monet

Foto: iStock

35 / 40

La Normandía de Monet

Sin Normandía, probablemente el impresionismo no habría existido. Fue en esas tierras donde Monet pudo captar el misterio pictórico de la luz. Es donde pintó en 1872, el famoso cuadro Impresión, sol naciente. No lo habría logrado de no haber sido por avances que permitían pintar al aire libre como los colores en tubos, lienzos de gran tamaño y los caballetes ligeros. También fue fundamental el tren. Sin él, el viaje desde París a Normandía habría sido más caro y mucho más lento. Como hoy, las líneas hacia Normandía partían de la estación Saint-Lazare. La primera parada que aparece en la ruta impresionista es la de Giverny. Desde París, son actualmente poco más de una hora en tren, hasta Vernon primero, y desde allí, hay autobuses hasta el pueblo. Allí, la Fundación de Monet posibilita un encuentro con el universo personal del artista. Algo más arriba, está el cementerio del pueblo, donde se encuentra la tumba familiar. Allí descansan los restos de Monet. Normandía fue su segunda patria tras París. Ahí están pueblos como Trouville, el puerto de Honfleur, Rouen, donde dedicó una serie de cuadros a su tremenda catedral. Un buen punto final será Étretat, en la espectacular costa de Alabastro que tanto entusiasmó a Monet.

José Alejandro Adamuz, editor-colaborador digital de Viajes National Geographic. 

iStock-510059626. El Danubio en bici

Foto: iStock

36 / 40

El Danubio en bici

Viajar en bicicleta siempre es una experiencia en sí misma. Y si encima puedes recorrer media Europa siguiendo el curso de uno de los ríos más importantes del viejo continente se convierte en mucho más. Partiendo de Alemania existe un carril bici muy desarrollado en su primer tramo y mucho más precario (o inexistente) a partir de Hungría, pero que permite cruzar de oeste a este atravesando Austria, Hungría, Serbia, Rumanía... y conocer algunas de las capitales más bellas del continente como Viena, Bratislava y Budapest.

Javier Flores, director digital de National Geographic.

iStock-587230474. Córcega al completo

Foto: iStock

37 / 40

Córcega al completo

En mitad el Mediterráneo se encuentra un auténtico paraíso donde el francés se mezcla con el corso, el idioma local del que se sienten orgullosos los oriundos de la isla. Sus playas son un espectáculo y su historia fascinante, de la mano de Napoleón Bonaparte. Sin embargo cualquier viajero amante de la montaña quedará prendado de las fantásticas montañas que se yerguen en el centro, con el pueblo de Corte como campo base de decenas de excursiones con la naturaleza como escenario sin parangón.

Javier Flores, director digital de National Geographic.

iStock-496621443. Sicilia sin secretos

Foto: iStock

38 / 40

Sicilia sin secretos

Como si de un balón se tratara, pateada por la bota de Italia, existe una isla orgullosa, auténtica y marinera que no olvida los numerosos volcanes que existen en su territorio. Una zona donde disfrutar de una ascensión al Etna sintiendo el olor a azufre de sus constantes erupciones hasta el blanco de las paredes de la famosa playa de la Scala dei turchi, cerca de Agrigento, al sur. Sin olvidar la maravillosa Catania, Palermo o Siracusa, donde la cultura y las tradiciones han modelado la manera de ser de los sicilianos así como su preciada gastronomía.

Javier Flores, director digital de National Geographic.

iStock-841123866. De Brujas a Gante de canal en canal

Foto: iStock

39 / 40

De Gante a Bruselas de canal en canal

Bélgica es un pequeño gran país situado en mitad de Europa perfecto tanto para una escapada de 4 días como para una estancia de más de una semana. Y tres ciudades conforman un triángulo dorado donde conocer mejor la idiosincrasia belga. Desde Brujas, una ciudad de cuento de hadas donde admirar preciosos edificios llenos de encanto, hasta la monumental Gante, donde conocer a fondo la historia del país. Y evidentemente pasando por Bruselas, la capital, una especie de torre de Babel de Europa conocida por sus fabulosas cervecerías, la Grand Place y el mítico (y pequeño) Manneken Pis.

Javier Flores, director digital de National Geographic.

 

iStock-928387450. La costa mediterránea de Montenegro

Foto: iStock

40 / 40

La costa mediterránea de Montenegro

Montenegro se abre al Mediterráneo por el oeste con una costa que nada tiene que envidiar a su vecina Croacia. El viajero que termina allí, por gusto o por despiste, acaba descubriendo zonas escarpadas y playas dignas de postal y conociendo ciudades que son vestigios vivientes del pasado como Budva y Kotor, asomadas sobre el mar y en su momento importantes centros de control del mare nostrum.

Javier Flores, director digital de National Geographic.