
En León, “el aire peligra de belleza”. Y aunque el poeta Antonio Gamoneda se refería a la catedral, el verso bien vale para describir la ciudad. Parece pequeña; pero en el mapa caben los soldados romanos, los súbditos de Ordoño II, el rey leonés más querido, los canteros que marcaron las piedras catedralicias, los linajes de Quiñones y Guzmanes, los peregrinos del Camino de Santiago, Gaudí y sus artesanos, y los bohemios del barrio Húmedo que no perdonan un vino de camino a casa.
Por dónde empezar a caminar
Si un viajero no pudiera permanecer en León más que breves minutos, debería pasarlos en la confluencia entre la Calle Ruíz de Salazar y la Avenida Ruíz y Cajal. Allí están resumidos los casi dos mil años de historia de la ciudad: al norte, en primer término, la torre románica de San Isidoro (S. XI y XII), y, más lejos, el mejor tramo conservado de la segunda muralla romana (S. III). Al sur, el Palacio de los Guzmanes (S. XVI) y la Casa Botines (S. XIX).
Pero no vayamos con prisas, porque a León se viene a pasear. Así que hay que atender bien a la referencia urbana principal para no perderse: la calle Ancha vertebra todo el casco antiguo. A un lado, el Barrio Húmedo, y al otro, el Barrio Romántico. Y al este, la plaza de la Regla, el punto más alto de la ciudad (838 metros de altitud), donde la catedral de León, la más francesa de todas las catedrales góticas españolas, se eleva tan perfecta que recibe el sobrenombre de Pulchra Leonina.
El gótico es elevación a Dios. Y la catedral de León (de inicios del XIII), se eleva esbelta sin peso en sus paredes. Su alma está hecha de luz y de los colores de los 1.800 metros cuadrados de vidrieras repartidas en 134 ventanales y 3 rosetones de lectura religiosa. Al entrar, el rosetón de la fachada principal se ve como un gigantesco calidoscopio. De todas las vidrieras, la más popular se encuentra en la quinta ventana de la nave central, en el muro norte, y se la conoce como la de la cacería. En esa escena, precisamente, se inspiraron los arquitectos del MUSAC para diseñar los colores de la icónica fachada del museo de arte contemporáneo de León.
El Barrio Húmedo
A los pies de la catedral, se esparcen las callejuelas del Barrio Húmedo, con epicentro en la Plaza de San Martín. Lúdico y sentimental, el barrio solo afloja en actividad a la hora de la siesta. Salpicando aquí y allí, tabernas de vinos y tapas que dan fama a la ciudad. Justo en la plaza, se encuentra la Casa de las Carnicerías, un antiguo edificio de finales del S.XVI reformado que se ha convertido en sede de la capital gastronómica “León, Manjar de Reyes”.
Si la visita coincide con el sábado, hay que ir a la Plaza Mayor, donde se celebra el único de los mercados medievales que se conservan en la ciudad. Pocos pasos más al sur, está la Plaza del Grano que es, de entre todas las plazas, la que mantiene mejor la esencia castiza de León. La Rúa atraviesa el Barrio Húmedo hasta la Plaza San Martín. Por aquí pasan los peregrinos que siguen el Camino de Santiago. Cuando los peregrinos giran a la derecha por la calle Ancha, dejarán a su izquierda la plaza de San Marcelo y la casa Botines, una de las tres fantasías que Gaudí construyó lejos de Cataluña.
La prodigiosa Casa Botines
El genial arquitecto sorprendió a todos con la cimentación de este edificio que parece surgir de un cuento de hadas y dragones. En aquel entonces, los habitantes, muy sensibles a los problemas de estabilidad que la catedral sufrió desde antiguo, desconfiaron de que la construcción aguantara. El veredicto popular fue que Botines se caía. Incluso los niños jugaban gritaban las frase junto a la obra. Pero la diversión les duró sólo diez meses, lo que tardó en finalizarse la construcción.
Y Botines nunca se cayó. De hecho, tras la rehabilitación realizada, la Casa Botines cumple los 125 años desde su inauguración como tienda y almacén textil. Hoy, como mayor museo de Gaudí del mundo, se ha convertido en una visita imprescindible.
El Barrio Romántico
Si seguimos desde la plaza de San Marcelo por la calle del Cid, nos adentramos en el Barrio Romántico, con parada inexcusable en la Colegiata de San Isidoro. El conjunto luce sin la esbeltez de la catedral; pero es que el románico tiene otros atributos. Lo interesante está en el interior, en las extraordinarias pinturas románicas que han llevado al Panteón Real a ser conocido como la Capilla Sixtina del Románico y en sus capiteles, los primeros del románico español en representar escenas evangélicas.
En el lugar, sobrias y sencillas, y también saqueadas por el ejército napoleónico que usó el recinto como caballeriza, están las tumbas de los reyes, reinas, condes e infantes del reino de León. Todos menos Ordoño II, que está en la catedral. La única excepción a la temática religiosa de las pinturas está en la parte interna de un arco donde se encuentra el calendario agrícola románico de la Colegiata de San Isidoro, usado, a su vez, para nombrar las habitaciones del Hotel Real Colegiata de San Isidoro. En la visita al museo de San Isidoro aguardan algunas piezas únicas como el Cáliz de Doña Urraca.
No hay que perderse Eras de Renueva
Para ir a Eras de Renueva podemos optar a hacerlo por la diagonal que marca la Gran Vía de San Marcos. La vía desemboca en la Plaza San Marcos, junto a la ribera del Río Bernesga que abraza por el oeste a la ciudad. En Era de Renueva encontramos algunos ejemplos de arquitectura contemporánea: el colorido MUSAC; el nuevo Auditorio, con su juego de ventanas, o, incluso, el Tanatorio Municipal (premio internacional AR 2001) cuya única fachada es una lámina de agua que refleja el cielo leonés. Frente a tanta contemporaneidad, sólo podía hacer frente una fachada plateresca, con todos sus escudos, medallones, ángeles, guirnaldas y esculturas, como la de San Marcos, edificio empapado de historia que surgió a la vera del Camino de Santiago como hospital y albergue de peregrinos.
Disfruta de la gastronomía en León
A León se viene a pasear, y a disfrutar de un auténtico manjar de reyes.
Está lo clásico: las tapas por el Barrio Húmedo, donde en cualquier lugar junto a tu bebida te ofrecerán algún tipo de platillo de acompañamiento. Luego tienes la versión moderna de las tapas en lugares como Rúa 11, La Ribera o La Competencia. La morcilla que sea sabrosa y picante, la lengua, las mollejas o el botillo son algunas de las delicias que, ahora, también ocupan las barras de las tascas del Barrio Romántico. Para los que prefieran la cerveza artesanal, también la hay en León: ahí está el Kadabra, La Céltica, el Cazurra Brew Pub o el Four Lions Brewery.
Si quieres conocer un poco mejor la gastronomía de León, nada como entrar en el Mercado del Conde Luna y dejarse aconsejar por los tenderos de siempre. Alguno seguro que te ofrecerá porrón mientras pruebas el embutido antes de comprarlo.
En otra galaxia está el Cocinandos, el Estrella Michelín de Yolanda León y Juanjo Pérez con precios contenidos y sabores desbordantes. El juego y la sorpresa lo pone Javier del Blanco en el restaurante LAV, la nueva joya gastronómica de León.