
Al contrario de algunas ciudades cuyos edificios, casas, paredes o rincones se exhiben en un crisol de colores y una variada pátina de tonalidades, existen otras que, por diversas razones presentan un patrón definido por la monocromía. Lejos de suponer una monotonía aburrida y estática, el efecto de esta uniformidad cromática es el de una armoniosa belleza que se ve acentuada por el contraste con el entorno.
Basta tomar una carretera secundaria en Andalucía para que, tras doblar cualquier curva, se muestre ante nosotros alguno de los maravillosos pueblos blancos que se abren camino entre sus sierras. Sus paredes de un color níveo, se deben al encalado, una técnica barata y sencilla de revestimiento con cal, que por su color blanco refleja la luz solar manteniendo la frescura en el interior de las viviendas. La cal, por su elevada alcalinidad es también usada por sus condiciones antisépticas.
En otros lugares del mundo, por mimetismo con el entorno, o al contrario, para distinguirse, ciudades como Jaipur, Marrakech o Oia también han optado por construir sus casas con materiales monocromáticos o pintarlas todas de un mismo color. El resultado es fantástico, son lugares bellísimos que destacan en el universo, a veces demasiado gris, de las ciudades. ¿De qué color te gustaría que fuera tu ciudad?