5 lugares naturales que parecen un infierno

Maravillosas creaciones de la naturaleza cuyo aspecto e historia da miedo

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Puerta del infierno de Darvaza, Turkmenistán

Este gran agujero en medio del desierto de Turkmenistán lleva más de 40 años desprendiendo fuego. El lugar está situado sobre una cueva de gas natural por lo que el fuego se extinguirá cuando se terminen las reservas de combustible allí almacenadas.

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Monte Osore, Japón

El entorno volcánico del monte Osore de Japón cuenta con un aspecto infernal. Las rocas llenas de lava, carbonizadas y el río que pasa por sus alrededores han inspirado a los locales a poner figuras de brujas a su entrada para que salven a los niños de los diablos. 

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La puerta de Plutón de Hierápolis

En Pamukkale, Turquía, se encuentra la puerta de Plutón, como la conocían los grecorromanos. Es considerada la entrada al infierno debido a que emite unos gases tóxicos que asfixian a todas las aves que se acercan. 

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Volcán Masaya, Nicaragua

El volcán Masaya de Nicaragua fue considerado como la puerta del infierno para los colonos españoles. Los indígenas decían haberse enterado de la llegada de estos por la bruja que habitaba el volcán. Los españoles consideraron que aquella bruja era el demonio y para ahuyentarlo levantaron una cruz en la zona.

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Ironshore del infierno, Gran Caimán

Llamado también como "Hell"  (infierno en castellano), Ironshore del infierno es una de las principales atracciones turísticas de Gran Caimán. Esta formación rocosa se creó hace millones de años de forma natural y hoy su aspecto demoníaco se ha acentuado con la colocación de pequeños diablos entre las piedras. 

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Welcome to Hell, Gran Caimán

Tienda de souvenirs "Welcome to hell" ("Bienvenido al infierno" en castellano) situada en el Ironshore del infierno de West Bay, Gran Caimán. Justo al lado está la oficina de correos desde donde se pueden enviar postales con el sello del infierno.   

En Gran Caimán el infierno es negro, como las rocas puntiagudas que lo componen o los diablillos que hay camuflados entre ellas. Es el Ironshore del infierno o Hell, como lo llaman sus locales, un área que ocupa un tamaño equivalente a medio estadio de fútbol y cuyo origen es totalmente natural. Este conjunto rocoso se formó hace millones de años, cuando la isla se quedó por debajo del nivel del mar. Con la bajada del agua, los sedimentos marinos quedaron al descubierto y fueron erosionándose con el tiempo. El sol, el aire y los restos de algas fueron los responsables de otorgarle ese color negro tan característico.

Pero el Ironshore del infierno, lejos de asustar a sus vecinos, se han convertido en el centro de interés de West Bay. Una tienda de souvenirs nos da la bienvenida “Welcome to hell”, mientras que en su oficina de correos los turistas tienen la oportunidad de enviar postales con el sello del infierno. Bajar hasta las rocas está prohibido, pero se ha habilitado una ruta desde donde se ve todo el conjunto sin que haya riesgo de alterar esta espeluznante maravilla.

En otros lugares del mundo, el infierno es rojo y quema. Es el caso de Turkmenistán y su particular puerta del infierno: la cueva de Darvaza. Este cráter, situado en medio del desierto, arde sin interrupción desde hace más de 40 años. Los motivos no están del todo claro, aunque según parece unos geólogos soviéticos prendieron fuego a un escape de emisiones tóxicas de un pozo del desierto sin darse cuenta que debajo se encontraba una enorme cueva subterránea llena de gas natural. Esto ocurrió en 1971 y a pesar de los intentos por apagarlo, todavía hoy sigue activo, con temperaturas en su interior que rondan los 400ºC.

Otras puertas del infierno están en Turquía, Japón o Nicaragua. La primera de ellas se encuentra en Pamukkale, más concretamente en la ciudad bíblica de Hierápolis, Patrimonio de la Humanidad. Aquí recibió el nombre de Puerta de Plutón por los grecorromanos, ya que este era el dios de los muertos y del inframundo. En 2012, un grupo de científicos de la Universidad de Salento comprobó que los gases que emanaban de esa cueva, y que provenían de la actividad tectónica de la zona, eran muy tóxicos, lo que provocaba que las aves que se acercaban murieran asfixiadas. Hoy, la puerta continúa cerrada al público, aunque en ella aún se conservan las inscripciones que hacen alusión al inframundo.

Los volcanes, así como las zonas que les rodean, siempre han tenido un aspecto similar al que entendemos por infierno. No es de extrañar que muchos de ellos estén asociados a este tipo e historias. En Japón, la orografía del monte Osore (también conocido como el monte del miedo) es un buen ejemplo de ello. Las rocas de lava negra, algunas rocas carbonizadas y horadadas así como como las continuas emanaciones de gases tóxicos le han dado durante años la denominación de infierno. De hecho, los japoneses han colocado a su entrada una bruja que supuestamente salva a los niños del demonio.

Por su parte, en el volcán Masaya, en Nicaragua, antiguamente las tribus de los alrededores iban a consultar sus miedos a la bruja que lo custodiaba. Según la leyenda, esta les predijo la llegada de los españoles, por lo que para los colonos fue considerado como la puerta del infierno y la bruja, el demonio. De ahí a que un fraile español, Francisco de Bobadilla, levantase junto a él una cruz para acabar con él.