
Fueron hechos para estar más cerca del cielo, para encontrar el aislamiento y el silencio, rodeados de naturaleza y situados en los lugares más inaccesibles. Además de ser meca de peregrinos, hoy estos monasterios avivan la curiosidad del visitante que se pregunta cómo es posible que llegaran hasta estas cimas los materiales necesarios para llevar a cabo obras de esta magnitud o como vivían los monjes en el siglo IV en estas celdas casi aéreas. La belleza de estos lugares da alguna pista, así como la necesidad de buscar el mas recónditos de los lugares del planeta para encontrarse con uno mismo.