En el año 28 A. C. Augusto contaba apenas con treinta años, pero ya había comenzado la construcción en Roma de la que sería su tumba y la de su familia. Más que por precaución, lo que buscaba era levantar un símbolo que manifestara la eterna lealtad a la ciudad que él había logrado convertir en la capital del primer imperio del mundo occidental. "Encontré Roma construida con ladrillos y la dejé de mármol”, dijo. Lo que sucede es que, con el paso del tiempo, la ciudad no le pagó exactamente con la misma moneda, y aquella construcción sublime fue cayendo en el olvido y en la ruina. Hasta el día de hoy, que la ciudad de Roma acaba de anunciar, por fin, la próxima reapertura del Mausoleo de Augusto para la primavera de 2021.