El Cudillero al que llegó el equipo de José Luis Garci en 1981 es y no es el de la actualidad. Sí siguen las casitas escalonadas que forman ese anfiteatro de colores que se ha convertido en postal universal de la Asturias más marinera, pero la cotidianidad ya no es la misma. Ya es imposible recuperar aquella especie de inocencia de la década de los 80. La villa marinera fue uno de los escenarios naturales escogidos para rodar Volver a empezar, la primera película española en llevarse un Oscar hace cuarenta años. «Toda mi vida, desde que era niño, he soñado con este momento. Los sueños, a veces, se convierten en realidad», dijo entonces el director en la ceremonia de entrega de los premios de Hollywood. El tiempo pasa, pero siempre se puede volver a (empezar) Cudillero.
Entre San Esteban y San Juan de la Arena, la ría del Nalón obliga a hacer un paréntesis hasta llegar a Muros de Nalón. Lo que hay por delante es ese prodigio geológico que se ha dado en llamar Paisaje Protegido de la Costa Occidental Asturiana. Su puerta de entrada es Cudillero, también conocido como la Villa Pixueta por aquello de la abundancia del rape (así llaman a este pez según la lengua singular que se gastan los del lugar), uno de los lugares que visitar si se está de ruta por la costa oeste de Asturias.
EL ANFITEATRO COLORIDO DE CUDILLERO
Las casas de Cudillero se agolpan de forma cubista como si no quisieran perder nunca de vista el mar a pesar de que se agarren y remonten la montaña buscando un hueco. Forman una topografía urbanística laberíntica a varios niveles que se supera solo sorteando escalinatas y cuestas con algo de esfuerzo. Un laberinto arlequín que todo viajero espera ver en Cudillero y en el que para cada fachada se optó por un color en tono pastel que venía, según gustan contar los pixuetos, del sobrante de la pintura de los barcos.

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La máxima sensación de verticalidad se obtiene desde el centro de este laberinto, desde el embarcadero y la plaza de la Marina que es desde donde se puede observar el empinado enclave de la villa, aprovechando los montes que actúan como abrigo natural para la tradicional flota pesquera.

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El faro de Cudillero
No hay pérdida posible para llegar al puerto de Cudillero porque la zona de aparcamiento está al lado. También está la Oficina de Turismo y frente a ella, el cartel con las letras que forman el nombre del pueblo. Un photocall decorativo, como si no fuera suficiente con la geolocalización de las fotos. No, el faro de Cudillero no está pintado en blanco con rayas rojas como aparece en las letras. Esa es una concesión al marketing turístico. Pero eso no significa que no sea uno de los planes que hacer en Cudillero. Se llega caminando desde las escaleras que nacen en el Puerto Viejo y que suben hasta la Punta Roballera, sobre la rompiente de las olas.
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Los mejores miradores de Cudillero
Desde el Puerto viejo se puede comenzar la ruta de miradores “oficiales” de Cudillero. Cudillero es de esos municipios que gusta ser contemplado y hay buena oportunidad de ello desde casi cualquier rincón, pero es que además hay una ruta de miradores “oficiales” que puede comenzar desde el mismo Puerto Viejo, desde el que parte una escalinata hasta el mirador de la Garita, un gaviero de hormigón desde el que disfrutar de un primer plano del puerto y del mar al que tanto debe el pueblo entre los graznidos de las gaviotas que se amplifican por el eco. Otra perspectiva buscada es la del mirador de Cimadevilla, cuyo nombre ya da pista de la panorámica que brinda. ¿Las mejores vistas? Antes de elegir, toca pasarse por los miradores del Picu o del Contorno como mínimo.
Qué comer en Cudillero
El pixín se puede pedir a la brasa, a la sidra, frito, con setas o fabes y esto es solo el inicio porque el idilio de Cudillero con la gastronomía cantábrica es mucho más amplio y conserva un recetario tan singular como su propia lengua. Comer es una de las mejores cosas que se pueden hacer en Cudillero. Basta con encontrar un rincón pixueto para probar el virrey, el curadillo -que aún hoy en día se puede ver colgando en la puerta de algunas casas-, las calderetas de pescados, de botona o de tiñosu, el bonito o los buchos, una especie de callos de merluza de elaboradísima cocina que viene de aquel principio de saber popular en el que lo bueno es para vender y lo más corriente para casa. En la plaza del Comercio y alrededores no faltarán lugares donde hacer una inmersión gastronómica en Cudillero.
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Una colección de playas en Cudillero
El concejo de Cudillero es un universo playero con arenales de belleza geológica como San Pedro La Ribera, La Cueva, bajo un poderoso acantilado que se ve desde el Mirador del Sablón, y playa de Oleiros. La palma, sin embargo, se la lleva la playa del Silencio, junto a Castañeras, un potente xogarral con forma de media luna que se abre entre los acantilados vertiginosos y que se ha convertido en uno de los planes imprescindibles que hacer en Cudillero. Junto a esta última está la playa de Gueirúa, con su prehistórico paisaje de rocas afiladas que emergen del océano.
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