La capital del antiguo Imperio jemer, que dominó gran parte del Sudeste Asiático, fue abandonada en el siglo xv y se perdió en el lento abrazo de la jungla hasta ser «redescubierta» por el naturalista francés Henri Mouhot en 1860. Hoy en día está conectada por avión con el resto del mundo y es una delicia pasar varios días disfrutando de sus innumerables construcciones, muchas invadidas por la vegetación.