La proliferación de castillos en el país de Gales se explica por toda una historia de invasiones, guerras, sublevaciones y rebeliones escrita por galeses e ingleses que derivó en un gran abanico de fortificaciones repartidas a orillas de lagos, en lo alto de colinas y al borde de acantilados entre las suaves, y a veces accidentadas, tierras verdes de este país. Cuatro de ellos fueron reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, los que forman el famoso Anillo de Hierro del rey Edward I de Inglaterra.