Las antiguas capitales del Reino de Siam

Ruta por el norte tailandés, visitando las ciudades imperiales y las aldeas del Triángulo de Oro

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Chiang Mai

Es la ciudad de referencia para explorar las montañas y pueblos del norte, con templos magníficos como las pagodas del Parque Nacional Doi Inthanon, en la imagen.

REINHARD SCHMID / FOTOTECA 9 X 12

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Bangkok

El Wat Arun es un vestigio de los años en que el distrito de Thon Buri fue la capital del país (1767-1782).

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Wat Phra Kaeo

El templo que alberga el gran Buda Esmeralda forma parte del recinto del Palacio Real. Se emplaza en el centro antiguo de Bangkok.

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Ayutthaya

Dentro de sus 15 kilómetros cuadrados, la antigua capital reúne palacios, canales y templos como el Wat Mahathat, en la fotografía.

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Sukhothai

Un monje aplica pan de oro a un Buda del Wat Si Chum, en la antigua capital tai.

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Reino de Siam

La ruta por las capitales del antiguo Reino de Siam, al norte de Bangkok, descubre la delicadeza del arte tai.

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Pagoda Rong Khun

El templo Blanco de Chiang Rai, de finales de los años 1990, combina tradición y vanguardismo. Es una visita muy popular.

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Chiang Rai

El arroz es el principal alimento y producto de exportación tailandés. En el norte todavía se utilizan
los bueyes para arar.

JUSTIN NG

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Fiesta de la luna llena

Cientos de farolillos iluminan el cielo nocturno durante el festival Thai Yi Peng, que tiene lugar en noviembre.

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Chiang Mai

La pagoda de Cristal del Wat Thaton se erige sobre una colina, cerca de la frontera con Myanmar, en la zona conocida como el Triángulo de Oro.

Mapa: BLAUSET

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La ruta del norte

1 Bangkok. Es una ciudad de contrastes: desde los templos y el Palacio Real hasta los canales del barrio de Thonburi.
2 Ayutthaya. Fundada en 1350, fue uno de los centros de poder del antiguo reino de Siam. Las ruinas se encuentran hoy en medio de la ciudad.
3 Sukhothai. Puesto fronterizo jemer, conserva 40 recintos con templos, esculturas y muros defensivos. La ciudad nueva tiene todo tipo de servicios
4 Chiang Mai. Puerta de entrada a la región montañosa del norte. Entre sus enclaves destaca el P.N. Doi Inthanon.
5 Chiang Rai. Desde aquí se organizan visitas a las aldeas de tribus artesanas.

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Es difícil escapar de la magia de Bangkok, una de las ciudades más dinámicas del mundo. De inmediato el viajero se hace adicto a la belleza de sus palacios y monasterios, a la simpatía de sus gentes, a la riqueza de su artesanía, al colorido de sus mercados, a la delicadeza de sus danzas y a las delicias de su cocina. Todo ello aderezado con un tráfico caótico, un skytrain (tren elevado) y metro, barcos y transbordadores, taxis y, por supuesto, tuk-tuks, los populares carromatos que serpentean por las calles de medio Asia. Pero Tailandia no es solo Bangkok, y quienes buscan en este país algo más que sus paradisíacas playas encontrarán en sus antiguas capitales el nirvana del arte tai.

Salir de la capital también significa recrear la vista en los extensos arrozales de la llanura central del país, de los que depende buena parte del sustento, la felicidad y la riqueza de sus habitantes. El corazón de Tailandia late en estas fértiles llanuras, en las que a lo largo de la historia se asentaron sus grandes núcleos de civilización. Para desplazarse por el interior del antiguo reino de Siam lo más conveniente es el autobús, aunque Ayutthaya, el primer destino de este viaje al pasado tai, se encuentra tan cerca de Bangkok –85 kilómetros– que es más fácil y rápido subirse a una de las furgonetas que se encuentran junto a la estación Victory Monument del BTS Skytrain. Ayutthaya, al igual que Lopburi y Sukhothai, se compone de una ciudad vieja, que alberga el recinto arquitectónico de la antigua capital, y una ciudad nueva dotada de múltiples servicios.

Encrucijada de Asia

Fundada hacia 1350 por Ramathibodi I, que llegó a Ayutthaya huyendo de un brote de viruela en Lopburi, la nueva capital alcanzó su apogeo durante los siglos XV al XVII, cuando se convirtió en uno de los centros comerciales y diplomáticos más atrayentes de Asia. Mercaderes, mercenarios, monjes, misioneros y aventureros llegados de lejanos países, se dieron cita en esta ciudad que alcanzó el millón de habitantes. Jemeres y birmanos no dejaron de acosarla hasta que finalmente fueron estos últimos los que la conquistaron y saquearon en 1767.

Conforme se avanza hacia el norte de Tailandia, la llanura central deja paso a suaves colinas como las que rodean Sukhothai, la primera capital de Siam

La inquina con que los vencedores arrasaron la ciudad se palpa aún hoy en sus ruinas, sobre cuyos pedestales se alzan cientos de budas decapitados. Ayutthaya, que había sido residencia de 33 reyes, nunca más volvió a ser habitada, pero algunas de sus prang (torres santuario) permanecieron erguidas como testigos de su pasado. Los restos de palacios y wat (recintos que reúnían templos, monasterios y monumentos funerarios) revelan la creatividad de los arquitectos y urbanistas, mientras pintores y escultores plasmaron en frescos y tallas su religiosidad.

Aunque ruidoso, el tuk-tuk es casi el medio más cómodo y pintoresco para realizar los 95 kilómetros que distan hasta Lopburi. Enclavada entre las dos grandes capitales, Ayutthaya y Sukhotai, guarda algunas de las torres santurio más bellas de Tailandia. Puesto fronterizo del imperio jemer, que entre los siglos IX y XIV dominó el nordeste de Tailandia, las prang de Lopburi datan de esa época y son santuarios hindúes a los que posteriormente se añadieron budas.

Conforme se avanza hacia el norte de Tailandia, la llanura central deja paso a suaves colinas como las que rodean Sukhothai, la primera capital de Siam desde mediados del siglo XIII hasta finales del XIV. En aquel denominado reino de Sukhothai se vivió la edad de oro del arte tai. Sus hábiles artesanos sintetizaron los distintos estilos de Sri Lanka, Birmania y Camboya para crear un arte genuino de una extraordinaria delicadeza.

Los tai eran una tribu procedente de la provincia china de Yunnan que descendió hasta instalarse en territorio jemer. Más tarde, la rebelión de algunos de ellos les llevó a seguir avanzando hasta establecer su propio reino en Sukhothai. La ciudad, abandonada en el siglo XV, se encuentra 313 kilómetros al norte de Lopburi. El parque histórico mide menos de 4 kilómetros cuadrados y es, al igual que el de Ayutthaya, Patrimonio de la Humanidad. Muchas de las estupas de sus 40 wat continúan en pie o han sido restauradas desde que el rey Vajiravudb (1910-1925) decidió rescatarla de la jungla que la había invadido.

Sukhothai significa «amanecer de la alegría», pero hoy en día la capital de lo que fuera un reino mucho mayor que la actual Tailandia duerme el sueño de la historia, mientras la nueva Sukhothai es una insignificante ciudad de la provincia del mismo nombre. Es preciso avanzar hacia el norte 250 kilómetros para volver a encontrar en Chiang Mai, principal ciudad del noroeste, el bullicio y el colorido de los mercados de artesanía tailandeses.

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La variedad del norte

Chiang Mai, famosa entre 1960 y mediados de los 80 por sus fumaderos de opio –hoy clausurados– se ha reinventado. Ahora la ciudad se ha convertido en la más cosmopolita después de Bangkok, pese a contar con tan solo unos 150.000 habitantes –700.000 con el área metropolitana–, frente a los diez millones de la capital. Principal centro del budismo Theravada en los siglos XIII y XIV, Chiang Mai cuenta con decenas de wat de esa época. Quizá el mejor momento para visitarlos sea durante los festivales de la luna llena que tienen lugar en noviembre. Durante esas fiestas es posible liberarse del mal lanzando farolillos al cielo nocturno (Thai Yi Peng) o bien a las aguas del río Ping sobre flores de loto (Loy Krathong).

Pero el imán que mantiene un constante flujo de visitantes en la zona no son tanto sus templos o la singular arquitectura de madera de estilo lanna (un reino coetáneo al de Sukhothai), sino su emplazamiento y la diversidad de etnias que pueblan las montañas cercanas. Chiang Mai, y más en concreto Chiang Rai, se encuentra a las puertas del llamado Triángulo de Oro, la región en la que se dan cita Tailandia, Myanmar (antigua Birmania) y Laos, que durante los siglos XIX Y XX fue una de las mayores áreas de cultivo de opio y de su comercio.

El Triángulo de Oro fue durante un tiempo una zona ligada a la aventura y la selva, a contrabandistas y apátridas, pero hace ya más de dos décadas que sus frondosas montañas son un apreciado destino turístico. Aquí se encuentran tribus de ricas tradiciones, algunas espectaculares y otras, afortunadamente, en vías de extinción, como las mujeres jirafa, a las que se les estira el cuello con aros de latón desde que son niñas. Ésta es también una zona ideal para practicar el senderismo –en el Parque Nacional Doi Inthanon se alza el pico más alto del país– y descubrir pagodas en lo alto de colinas tapizadas de arrozales o que se asoman a ríos surcados por barcazas de techo abombado y bordeados de bosque. Un refugio de naturaleza y tradición.

PARA SABER MÁS

Documentos: pasaporte.
Idioma: tailandés.
Moneda: bath tailandés.
Horario: 7 horas más.

Cómo llegar: Los vuelos a Bangkok hacen escala en alguna ciudad europea. El vuelo dura unas 12 horas. Hay autobús, tren y taxi para trasladarse al centro urbano, a 30 km. Bangkok y la ciudad de Chiang Mai tienen conexión aérea.

Cómo moverse: Para recorrer el país por libre es aconsejable contratar a un chófer que haga de guía. Los autobuses de línea funcionan bien. Los tuk-tuks (triciclo motorizado) son habituales en toda la zona. En Ayutthaya, Chiang Mai y Chiang Rai alquilan bicicletas y motos.

Alojamiento: Bangkok tiene la oferta más amplia y lujosa. La ciudad nueva de Sukhothai y Chiang Mai disponen de hoteles tradicionales de calidad.