Todo empezó (y empieza) en la Playa de la Concha
Donostia-San Sebastián nació hace casi mil años alrededor de la playa de La Concha y una primitiva aldea de pescadores. Desde allí se fue expandiendo en círculos concéntricos, a medida que prosperaba con el comercio marítimo. Hoy a los pies del monte Urgull, a lo largo del paseo del Muelle, el antiguo puerto acoge el renovado Museo Marítimo Vasco y el magnífico Aquarium, todo ello enmarcado por antiguas y pintorescas casas de pescadores aún en activo, lonjas de aperos y restaurantes donde degustar pescados y mariscos disfrutando de las vistas sobre la bahía de La Concha.

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Pintxos e iglesias en la Parte Vieja
A pocos metros del puerto espera la Parte Vieja de San Sebastián. Sea cual sea la época del año, merece la pena perderse entre la intrincada red de calles repletas de tiendas tradicionales, restaurantes de postín y las coloridas barras de los bares de pintxos, obras de arte gastronómico en miniatura. Si hemos pecado de gula siempre podemos expiar nuestra culpa visitando la iglesia gótica de San Vicente, el templo más antiguo de la ciudad (1574), o la basílica de Santa María, una joya barroca que preside la calle Mayor.

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LA INESPERADA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN
En el mismo centro de la Parte Vieja se ubica la plaza de la Constitución, un recinto porticado que cobija agradables terrazas. Antaño aquí se realizaban espectáculos taurinos y hoy se organizan actividades culturales y conciertos. En la plaza se inicia cada 20 de enero la Tamborrada, la fiesta dedicada al santo patrón de la ciudad, que consiste en un desfile a ritmo de redobles de tambores, con compañías vestidas de tropas napoleónicas y sus replicantes, de cocineros.

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LA catedral DEL BUEN PASTOR Y EL ORGULLO DEL ENSANCHE
La Parte Vieja da paso al San Sebastián más parisino en la calle Boulevard, la bulliciosa arteria por donde discurría la muralla medieval, y que hoy comunica el Ayuntamiento y los jardines de Alderdi Eder, en la Donostia más comercial. El mercado de La Bretxa y varias heladerías gourmet siguen recordándonos que la ciudad gira en torno a la elegancia y la cocina. No en vano cuenta con una gran concentración de estrellas Michelin en 2023, con cuatro restaurantes que atesoran 9 brillos en total.
El romántico Ensanche donostiarra invita al viajero a deambular entre calles cuidadosamente trazadas en cuadrículas perfectas y repletas de los comercios más exclusivos, un placer para los amantes del shopping, bajo la mirada atenta de la aguja de la catedral del Buen Pastor. Erigida a finales del siglo XIX, este complejo historicista vino a cubrir la necesidad de la ciudad de atesorar un gran templo, y lo hizo a lo grande.No en vano, se trata de la iglesia más grande de toda Guipúzcoa y, además de por sus arabescos neogóticos, asombra por una verticalidad hipnótica y omnipresente.

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La San Sebastián Art Decó de la Belle Époque
El Boulevard culmina en la desembocadura del río Urumea. En ambas orillas se conjuga lo señorial y lo moderno. El bello puente art déco de Zurriola (1921) da acceso al barrio de Gros, la playa de Zurriola y al Palacio de Congresos Kursaal, un imaginativo y ya icónico edificio de Rafael Moneo. Muy cerca se hallan el Teatro Victoria Eugenia, sede del Zinemaldia, Festival Internacional de Cine, y el hotel María Cristina. Ambos edificios, de inicios del siglo XX, representan la Belle Époque de Donostia como ciudad de veraneo de la realeza y la alta burguesía.
Es imprescindible caminar por las riberas arboladas y admirar otros dos puentes señoriales: el de María Cristina (1905) y el de Santa Catalina (1870). Este paseo relajado y atractivo todavía resulta más recomendable en las cálidas noches estivales, cuando los puentes y los edificios están profusamente iluminados. Entonces se comprende mejor por qué los donostiarras denominan a su ciudad La Bella Easo.

Foto: Tabakalera
La Tabakalera, la guinda contemporánea
Al otro lado del río, el barrio de Egía está presidido por el recinto de Tabakalera, una antigua fábrica de tabacos reconvertida en Centro de Cultura Contemporánea. En cualquier época del año podemos disfrutar de exposiciones artísticas, proyecciones cinematográficas o propuestas de nuevos creadores, una pincelada de la vibrante y variada oferta cultural de Donostia.

Playa de Zurriola. Foto: Shutterstock
La Concha, Zurriola y Ondarreta, las playas de San Sebastián
En esta visita no podía faltar la naturaleza. Donostia cuenta con tres hermosas playas de fina arena. En el extremo este, la playa Zurriola, en el barrio de Gros, es la preferida por los surfistas. Partiendo del Ayuntamiento y el muelle del Club Marítimo se extiende la playa de La Concha. Este bello arenal enmarca la fachada marítima de la ciudad al ritmo de las mareas del Cantábrico y da nombre al paseo homónimo. Es difícil no ver a lugareños y turistas bañándose en sus aguas tanto en verano como en invierno. La bahía se cierra sobre sí misma con la playa de Ondarreta, separada de La Concha por el promontorio de Loretopea, bajo el Palacio de Miramar, que fue la residencia veraniega de la realeza.

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El peine de los vientos
Paso a paso se llega al oeste de Ondarreta donde se alza el monte Igeldo. A sus pies, el paseo de Eduardo Chillida desemboca en el Peine de los Vientos, una magnífica escultura que el escultor vasco creó para su ciudad natal, una obra que se mantiene en equilibrio por encima de los arrecifes marinos.

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DIVERSIÓN Y VISTAS EN EL MONTE IGUELDO
La cima del monte Igeldo es también el lugar de esparcimiento de generaciones de donostiarras que disfrutan del decimonónico parque de atracciones y del paseo del faro (1855), con bellas vistas al mar. Este lugar es perfecto para terminar cualquier recorrido por dos razones: la primera es que desde esta atalaya natural en las noches de verano es una delicia disfrutar de los fuegos artificiales que llenan de color la bahía y la isla de Santa Clara; y el segundo motivo es que los tormentosos días de otoño e invierno, los temporales del Cantábrico muestran la fuerza de la naturaleza cuando juega con el Peine de los Vientos. En euskera existe una bella palabra para definir el olor de la espuma del oleaje cuando rompe contra las rocas: kresala. La esencia de Donostia es cultura, historia y kresala, solo hay que disfrutarla.