Una (j)Artà de sostenible

Artà o cómo este pueblo mallorquín se ha convertido en un destino 'slow'

El buen vivir es la base de su filosofía de vida y lo mejor es viajar hasta allí para comprobarlo

Acostumbrarse a vivir en Artà es mucho más que sencillo. Patrimonio, gastronomía, naturaleza y mucho arte se unen a la belleza de un pueblo mallorquín en el que la calidad de vida está por encima de todo. Eso es Artà. Una villa que se ha convertido este año en uno de los pocos municipios españoles que cuentan con el sello de calidad internacional Cittaslow.

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Las claves de la vida en calma

Artà © iStock

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Las claves de la vida en calma

Cittaslow no es otra cosa que una forma de calificar los destinos que apuestan por la calidad de vida. Un sello que nació en Italia en 1999 a partir de la ya conocida filosofía del Slow Food, un movimiento que apuesta por las tradiciones regionales, la buena alimentación, el placer gastronómico y un ritmo de vida lento, y que se ha trasladado también al ambiente y al entorno de algunas ciudades sirviendo de ejemplo perfecto el pequeño municipio de Artà.

Artà desde dentro

© iStock

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Artà desde dentro

El corazón de Artà se compone de las típicas calles, algunas empedradas, mallorquinas con llamativas ventanas y puertas pintadas en verde o rojo, con lo que fueran antiguamente las sobras de las pinturas usadas para los barcos. Muchas casitas de piedra, con ese aire isleño tan característico balear, y edificios señoriales.

Entre tanta belleza y callecitas con encanto, a lo lejos se vislumbra imponente el santuario fortificado de San Salvador, en cuyo interior se encuentra una talla de la Virgen María de estilo románico, y bajo él su iglesia homónima de estilo gótico. La ventaja es que todo el centro se puede visitar andando, incluyendo la colina que hay que subir para llegar a la fortificación y que recorre al completo su muralla. Pero Artà también cuenta con espacios naturales e históricos en sus alrededores que bien merecen una visita.

El museo de los cuentos tradicionales

Museo de Sa Rondaia de Pere Pujol © ArtArtà

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El museo de los cuentos tradicionales

En pleno casco antiguo del pueblo se ubica uno de los museos más curiosos y sorprendentes, la Casa Museu de San Rondaia de Pere Pujol, un museo dedicado a los cuentos tradicionales mallorquines de tradición oral llamados rondallas, y a la artesanía típica de la zona.

La parte del museo de las rondallas, tiene como máximo exponente al escultor artanense Pere Pujol y al trabajo que realizó dando vida a cada uno de los personajes de los cuentos en figuras de cartón piedra. Los demonios, las brujas, las hadas, el sol y la luna tienen su espacio en esta antigua casa típica de la zona que ahora es visitada para conocer en profundidad las historias y las moralejas de cada uno de estos relatos que encandilan a niños y mayores.

Artà desde dentro

Una de las céntricas y coloridas calles de Artà © iStock

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El plan local por excelencia

Uno de los atractivos de Artà durante todo el año es su mercadillo, por ser uno de los tres únicos que se celebran a la manera tradicional en toda la isla. Cada martes, la calle principal del pueblo se llena de puestos con comida típica mallorquina, artesanía elaborada con palmito -como capazos, sombreros, bolsos…- y productores que se trasladan hasta allí para vender lo mejor de sus huertos y elaboraciones. Y es que, en Artà, como ciudad slow la artesanía y la gastronomía cuentan con una relevancia especial, de ahí que entre sus calles se ubiquen locales en los que querer descubrir toda su carta de principio a fin.

Producto local

© Café Parisien

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Producto local

Es el caso de Café Parisien, un bohemio café vintage con terraza ajardinada en su interior -donde desayunar/comer/ cenar con el canto de los pájaros de fondo-, en el que la cocina de mercado y el producto de temporada está a la orden del día. Lo mismo sucede en la pequeña terraza de Forn Nou y en su azotea, desde donde además se puede vislumbrar una bella panorámica de toda la villa en conjunto. Y el broche final se lo lleva el espacio interior de Yartán Hotel, un pequeño alojamiento boutique donde René cuida de toda persona que se acerque hasta su interior. Y es que sus raíces alemanas no le eximen de seguir buscando por toda la isla aquellos productos locales con los que agasajar a sus comensales en sus mesas: sobrasada, quesos, embutidos, smoothies con frutas locales y panes elaborados cada mañana en el centro de Artà.

Resquicios del pasado

Son Serra © Lucía Díaz Madurga

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Resquicios del pasado

Pero el pueblo no es lo único que tiene encanto en esta zona, puesto que los alrededores de Artà están plagados de inmensos parajes llenos de naturaleza y historia. Uno de los más importantes es el yacimiento arqueológico del poblado talayótico de Ses Païsses que, a pesar de haber sido fechado en torno al año 1000 antes de Cristo, su descubrimiento es relativamente reciente, de hace 50 años.

De la misma época es la necrópolis de Son Real, un yacimiento único en el mediterráneo occidental a orillas del mar y entre playas vírgenes, donde se daba sepultura a las élites locales. Lo interesante de este recorrido es que el visitante, a través de diferentes rutas, puede combinar el trekking o un paseo en bicicleta con la llegada hasta este lugar costero de alto valor arqueológico. Además, existe la posibilidad de pasar la noche en uno de sus refugios y dormir en plena naturaleza y en uno de los lugares más especiales de la isla.

El paraíso del trekking

Parque Natural de la Península de Levante © Lucía Díaz Madurga

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El paraíso del trekking

Otro de los espacios naturales que más llama la atención, tanto a locales como a forasteros, es el Parque Natural de la Península de Levante. Una zona protegida de -por ahora- 1.600 hectáreas que tiene previsiones de multiplicar su extensión por diez. Hasta allí se desplazan continuamente familias y grupos de amigos para realizar excursiones de trekking y senderismo al tiempo que recorren cada una de sus zonas. Entre sus rutas se pueden llegar a sus playas vírgenes y hasta algunos de los puntos más altos del parque desde los que disfrutar de unas vistas espectaculares.

Artesanía

© iStock

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La recuperación de la artesanía local

Además de disfrutar de la naturaleza, desde el parque se está trabajando en una labor fundamental: la recuperación y la divulgación de la artesanía del palmito, una palmera natural de la isla que crece de forma espontánea en este parque y con la que se elaboran los tradicionales capazos, sombreros y, antaño, aperos de labranza-. Un oficio que hace 250 años fue algo revolucionario al permitir que las mujeres de la zona pudieran tener su propio trabajo y, por ende, su propio sueldo, así como servirles para poder aprender a sumar y restar y a negociar sus precios con los comerciantes sin depender de sus maridos.

Sin embargo, con la desaparición de las navilieras de Capdepera, responsables de llevar todas sus elaboraciones hasta Barcelona, Viena o París, así como la llegada del turismo en los años 60 a las islas y la incorporación de las mujeres al trabajo en los hoteles, comienza el declive de esta artesanía. Por toda esta historia, y por el valor que este trabajo tiene detrás, desde el Parque Natural del Levante le están dando especial divulgación para que esta artesanía que ha marcado la isla no quede en el olvido.

Artà desde dentro