En Balmaseda, a orillas del río Cadagua, no reluce solo el verde de sus espectaculares parajes llenos de bosques, montañas y ríos en los que sobresale la naturaleza. La que fuera la primera villa de Vizcaya vuelve a ser escenario de la tradición religiosa más popular de la Semana Santa en Euskadi. Y es que, este Jueves Santo por la noche y el Viernes Santo por la mañana, los vecinos de esta localidad próxima a Bilbao representarán los últimos momentos de la vida de Jesús de Nazareth.
¿Por qué en Balmaseda?
Aunque Balmaseda se conoce por su amplio y rico patrimonio cultural, lleva cientos de años siendo testigo de la representación de forma viva de La Pasión Viviente, una tradición encarnada por sus vecinos. Hay que retroceder casi dos siglos para dar el pistoletazo de salida a esta celebración. Todo comenzó a finales del siglo XIX, aunque algunos autores aluden su origen a 1480, año en que una epidemia de peste arrasó la villa.
Según dice la tradición oral, los lugareños subieron hasta el lugar donde se eleva la ermita de San Roque, en la cima del monte Kolitza, para suplicar que les liberasen de la enfermedad. Este fue el inicio de una conmemoración que cada Semana Santa se replica con la ascensión de catorce penitentes, con una cruz sobre sus hombros, para recrear el que fue el origen del Vía Crucis Viviente.

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La tradición religiosa más antigua del País Vasco
Pero la procesión con la cruz a cuestas no es solo el principio. El plato fuerte de la Semana Santa en la capital de Encartaciones llega el Jueves Santo, cuando toda este municipio se transforma en el escenario de la Pasión. Un total de 700 vecinos se atavían con los trajes de la época de Cristo para escenificar la Pasión a lo largo de un Casco Histórico rebosante de patrimonio. La magnífica interpretación de los vecinos junto con el vestuario y sus monumentos como telón de fondo, hacen vivir cada año a sus visitantes una experiencia única.
Entre los personajes representados destacan figuras como la de la Magdalena, la Virgen María, la Verónica y los Apóstoles, además de decenas de personas que ejercen de extras y que hacen que la ambientación sea completa y fidedigna. Todo ello da paso a una representación de gran vistosidad con un toque dramático, ya que finaliza con el traslado de Jesús al sepulcro tras pronunciar sus últimas palabras.

Museo de la Pasión Viviente
El templo del convento de Santa Clara de Balmaseda, un complejo del siglo XVII en el que brilla su entrada principal bajo un arco de medio punto, alberga el Centro de Interpretación de la Pasión Viviente. En este espacio el visitante puede conocer durante todo el año todos los entresijos de la representación más popular de la villa además de las vestimentas, pasos, imágenes y sonidos de la Representación. Un lugar perfecto para comprender mejor esta tradición, su historia y sus peculiaridades.