El sueño de Eugène Mazel
No hace falta viajar a China o a Japón para pasear por un bosque de bambú, basta con desplazarse hasta la región y parque natural de Cévennes, en el sur de Francia. Allí, a 2 km del pueblo de Anduce, se extiende la Bambousseraie de Prafrance, una plantación de 34 hectáreas fundada en 1856 por Eugène Mazel, un rico comerciante de especias y apasionado de la horticultura que regresó a su tierra natal con el ambicioso proyecto de cultivar bambú y comercializarlo. Con un equipo de más de 40 jardineros, construyó invernaderos y canales de riego para adecuar el terreno a los bambús que importó de China, Japón, América del Norte y el Himalaya. Así nació surgió la actual Bambousearie.
Todo cambió en 1953
A lo largo de 40 años, aquellos brotes se reprodujeron y crearon un bosque extraordinario, pero Mazel se arruinó en la empresa de mantenerlo. Tras una época de abandono, en 1902 lo adquirió otro enamorado de la horticultura y las plantas exóticas, Gaston Negre, que lo abrió al público en 1953. Su hijo, su nuera y después su nieta han mantenido el negocio hasta hoy y han logrado que la Bambouseraie de Prafrance entrara en el siglo XXI, cumpliera 150 años y fuera reconocida como monumento histórico de Francia.
Foto: La Bambouseraie
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El material definitivo
Los tallos del bambú son resistentes y flexibles, impermeables y de diferentes tonos y texturas. En los lugares de origen se han usado tradicionalmente para construir casas, del suelo al techo, y para elaborar objetos de uso cotidiano, como cestos, sombreros, utensilios de cocina y herramientas para labrar. Aún es habitual ver cañas de bambú junto a las casas de zonas rurales para proveer de material y alimento a lo largo del año.
Cuando Eugène Mazel y después Negre y sus descendientes plantaron bambú, tenían en mente cosechar suficiente como para suministrar a las empresas de construcción no solo para edificios, sino también para vallas y barreras resistentes a los vendavales porque, como dicen los chinos, “el bambú se ríe bajo el viento”, se comba, se agita y regresa a su posición original. En la actualidad el bambú se usa también como material de decoración y como ornamento en jardines.
Foto: La Bambouseraie
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¡Mitos fuera!
La visita a la Bambouseraie de Prafrance desmonta las ideas preconcebidas sobre el bambú.
- El bambú no es un árbol, es una hierba, una gramínea cuya raíz crece horizontalmente (rizoma) y va germinando en brotes. De manera que lo que parece un bosque en realidad es una pradera.
- No solo lo comen los pandas. En la cocina asiática, es muy apreciado y aparece en multitud de platos. Sin embargo, no todas las especies son comestibles y solo se utilizan los brotes, que se venden frescos, en conserva o al vacío. La Bambousnack, el restaurante del jardín, tiene una tentadora carta que acaba con el mito del panda.
- China no es su único lugar de origen, también hay especies de bambú americanas, africanas y de Oceanía. En la Bambouseraie de Prafrance se pueden ver 240 especies distintas, pero hay más de 1500 por todo el mundo y cada pueblo nativo le ha dado su propio nombre.
Foto: La Bambouseraie
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Más de 240 variedades
El bosque de Prafrance podría acoger una segunda versión de Tigre y dragón (2000), más modesta, pero que también aportaría escenas espectaculares entre sus ejemplares de hasta 30 metros de altura. Aquí hay bambús enanos y también gigantes, 240 variedades que muestran una sensacional diversidad de tamaños y colores.
Un pueblo laosiano en tierra gala
En medio del recinto de Prafrance, como salida de un cuento, aparece una aldea igualita a las que hay en la selva de Laos, a 9.000 km de distancia. Las casas son de bambú, por supuesto, y están envueltas por una vegetación típica del país asiático, con palma de azúcar y bananos, entre otras especies. La idea surgió de un empleado de la Bambouseraie de origen laosiano y, además de por el exotismo que aporta al jardín, permite comprobar la solidez y versatilidad del bambú como material de construcción.
El Valle del Dragón
El 2000, el año del dragón, la Bambouseraie inauguró el Vallon du Dragon, un jardín japonés diseñado por el paisajista Erik Borja. Siguiendo los principios del feng shui, el artista francés combinó vegetales y minerales para conseguir el equilibrio y los cambios de tonalidad en cada estación. El Pabellón del Fénix Rojo, rodeado por un delicado estanque, es el centro de este sector del parque.
Foto: La Bambouseraie
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Bambús y secuoyas
El gigantesco árbol americano, la secuoya, se alza 40 metros por encima de las copas de otros árboles (ginkgo biloba, arces japoneses…) y bambús de varias docenas de metros de altura. A lo largo de esta avenida, el visitante se siente transportado a Yosemite o a la costa de California, donde crecen los ejemplares más antiguos y altos.