
La India es un país de poderosos contrastes y quizá sea en el sur donde más afloran: la tierra palpita una energía milenaria en la que los dioses conviven con la gente, integrando lo divino en la rutina diaria. Hasta aquí vienen viajeros en busca de espiritualidad, curas ayurvédicas y un territorio cargado de riqueza cultural y paisajística.
La moderna Bangalore, en el estado de Karnataka, es un buen inicio de ruta para pulsar los contrastes de esta India. Unos kilómetros al oeste, el pueblo de Hassan ofrece el primer salto en el tiempo en los templos del antiguo reino Hoysala (siglos XIII-XIV). Son auténticas maravillas escultóricas. Cada centímetro de sus fachadas está recubierto de motivos naturales, animales y dioses, trazando recargadas filigranas sobre la piedra.
Un tren, un bazar
El ferrocarril es, sin dudarlo, el mejor medio para desplazarse hasta Hassan y también para seguir luego rumbo hacia el sur. El trayecto de tres horas hasta Mysore permite vivir una de las grandes experiencias de la India: los vagones de segunda clase devienen auténticos bazares, con vendedores que pasan ofreciendo té, alimentos y las más diversas mercancías. Si se llega en domingo por la noche, Mysore recibe con su majestuoso palacio Amba Vilas iluminado por 70.000 bombillas que recorren su perfil de estilo indosarraceno y colonial.
Mysore es una ciudad de apenas 700.000 habitantes, con poca contaminación y un bullicio se diría que controlado. Hay que pasear por la ciudad vieja y visitar el mercado de Devajana para perderse entre aromáticos puestos de incienso (agarbatti), de frutas y de especias multicolores, mientras se degusta un wallah, una hoja de bananero enrollada y rellena de arroz y especias. Por la tarde, cuando el sol baja, vale la pena subir hasta la colina de Chamundi siguiendo la vía de peregrinación que va a venerar a la diosa protectora de la ciudad.
Mysore recibe con su majestuoso palacio Amba Vilas iluminado por 70.000 bombillas
Al Parque Nacional de Bandipur, 80 kilómetros al sur, se llega por una carretera entre arboledas y vacas que pastan en los márgenes. Hasta Bandipur el territorio es árido, pero a partir de este punto empieza lo que fue el antiguo coto privado del maharajá de Mysore, un lugar de vegetación desbordante donde habitan elefantes salvajes y tigres. Aunque la visita convencional se hace en minibús, nada mejor que realizarla a lomos de elefante para sentirse dentro de una novela de Rudyard Kipling (1865-1936).
Estamos ya en Kerala, un estado rico gracias a su industria del caucho, el té y el coco. Predominan las localidades pequeñas y encantadoras, como Sultan’s Bathery. Posee un bonito templo jainista del siglo XIII en el interior del fuerte que domina el lugar. La sobriedad del templo es típica de esa fe, una religión que carece de dioses y cuyos santuarios no contienen imágenes ni apenas ornamentación.
Ruta de las Especias y del té
Al amanecer se dejan las montañas y se desciende a la costa para tomar el tren en Thalasseri, una ciudad de pescadores donde se estableció la East India Company a principios del siglo XVIII. Casi a ritmo hipnótico el tren parece surcar las aguas entre curvadas palmeras hasta llegar a Kochi en unas cuatro horas. Esta ciudad fue durante mucho tiempo la reina del mar Arábigo por ser un enclave estratégico en la ruta de las especias. A ella llegó Vasco de Gama en 1502 y allí murió como virrey años más tarde. Hoy sus callejuelas reflejan el pasado como colonia portuguesa, holandesa y británica, mientras que en el puerto de Fort Cochin se mantiene la pesca con redes chinas, una técnica introducida por Kublai Khan (último gran kan del imperio mogol) en el siglo XIII.
El calor y la humedad costera desaparecen en la montañosa Munnar, situada a 126 kilómetros, un paraíso al que los ingleses venían a refrescarse en los meses más cálidos. Desde sus 1.600 metros regala vistas espectaculares sobre campos de té rodeados de montañas y punteados por los coloridos saris de las mujeres recolectoras. El abanico de rutas a pie por Munnar es muy amplio, desde sencillos senderos que conducen a cascadas hasta la caminata que sube al campo base del Anamudi (2.695 m), la cima más alta del sur de la India. Aquí se rodaron algunas secuencias de la película La vida de Pi (2012), del director Ang Lee.

Un mundo acuático
Kerala ofrece playas y montañas, pero sin duda su geografía más singular es esa costa paralela que trazan los mil y un canales que conforman los Backwaters, un reino de agua en el que confluyen lagos, ríos, mar y aldeas. A bordo de una kettuvalam (barcaza cubierta con techo de bambú) puede realizarse un viaje de dos días desde Kochi hasta Kollam. La travesía pasa por Alappuzha (la Venecia de la India) y Kottayam entre diminutos canales que conducen al pueblo de Ayenem, donde tienen lugar los hechos de El dios de las pequeñas cosas (1997), la famosa novela de Arundhati Roy. Aquí la vida transcurre plácidamente, como una pausada monotonía durante la cual el viajero se sumerge en el trance de las aguas y el reflejo de las doradas puestas de sol. Este escenario sensorial solo lo perturban el ruido del motor de la embarcación y el zumbido de los mosquitos.
La costa arábiga reserva un final perfecto en las playas de los pueblecitos de Varkala y Kovalam, con verdes acantilados entre palmerales. El intenso batir de las olas invita más a practicar surf que a darse un baño, mientras que el rumor del mar y la brisa tropical vuelven a agitar los sentidos. En ese momento quizá el viajero pensará en el tesoro que se lleva consigo: una paz interior antes desconocida. Shanti, shanti India.
PARA SABER MÁS
Documentos: pasaporte y un visado que se tramita en la embajada.
Idiomas: hindi e inglés.
Moneda: rupia.
Horario: 4 horas más.
Salud: no hay vacunas obligatorias pero se remiendan las del tétanos y la hepatitis B.
Cómo llegar: Los trayectos aéreos entre España y Bangalore realizan escala en una ciudad europea o bien en una árabe.
Cómo moverse: Alquilar un coche con conductor que también haga las veces de guía es la forma más fácil de desplazarse hasta los lugares a visitar. El tren y el autobús son aconsejables para trayectos largos. En los backwaters se pueden contratar rutas fluviales en barcazas.
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