Con Bangkok no suele haber término medio. O no gusta o engancha más que un buen pad thai. Para algunos solo es una ciudad caótica con un tráfico infernal, una obligada penitencia que hay que cumplir para alcanzar los campos de té del Triángulo de Oro, las ruinas de Ayutthaya o las playas de anuncio de la costa de Andamán. Otros, en cambio, la ven como una adictiva locura, donde todo o casi todo puede suceder, que merece mucho más que una fugaz escala.
Para motivar a los primeros y complacer a los segundos, nada mejor que embarcarse en una ruta alternativa por ese otro Bangkok que no suele aparecer en las guías. Sin highlights y en busca experiencias que valen la pena.