LE BARCARÈS
En la apacible localidad costera del sur de Francia, Le Barcarès vive su propia revolución navideña. El encantador puerto marinero experimenta una vida tranquila durante la mayor parte del año hasta que llega la Navidad. Entonces, los más pequeños se maravillan al descubrir que Papá Noel ha llegado a la ciudad para establecerse temporalmente a orillas del Mediterráneo, específicamente en el Village de Noël-Le Bancarès.
La presencia festiva de Papá Noel se manifiesta de manera destacada en los Jardines de Lydia de la localidad. Allí, se construye un espacio de 3000 m2, lleno de atracciones y decoraciones que sumergen tanto a niños como a adultos en la mágica atmósfera navideña. Este parque temático, originado por primera vez en 1999, estará abierto al público este año desde el 18 de noviembre hasta el 7 de enero de 2024.

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Colmar
La magia es la protagonista en Colmar, uno de los mejores mercadillos de Navidad de Europa. Entre canales, puentes y callejuelas, los mercadillos iluminan y galardonan esta localidad alsaciana, que cuenta con un total de seis mercados. La plaza Dominicains destaca por su dimensión espiritual, mientras que Koïfhus es el lugar perfecto para hacerse con alguna artesanía.
Por su parte, la plaza Jeanne d’Arc se llena de productos locales y el barrio de la Petite Venise es el lugar ideal para los más peques. Los foodies tienen una cita con la plaza de la Catedral, donde podrán catar especialidades regionales, y los que tienen más despierto el espíritu navideño con la plaza l’Ancienne Douane, en la que podrán comprar todo tipo de decoraciones de Adviento.

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Paris
Para los más atrevidos, también cuenta con una noria y una gran pista de patinaje. Pero en París hay mercadillos para todos los gustos: en La Canopée de los Halles se planta un abeto iluminado de 20 metros de altura en el corazón de un bosque de luz, en la plaza Viviani de Notre-Dame se reúnen obras de arte, joyas, cerámica y vajillas y en el barrio Saint Germain des Paris el mercadillo se rodea de monumentos de época romana. Sin duda, durante la Navidad se puede redescubrir la ciudad de las luces y transportarse al mundo de Santa Claus.

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Obernai
Sin duda, el lugar por excelencia para los amantes de la gastronomía es Obernai. Aquí, los bredele (pequeñas galletas que se elaboran artesanalmente por Navidad), los manele (hombrecitos de masa broche), el pain d’épices (pan de especias) y el kouglof (bizcocho) son los protagonistas para hacer que el visitante no se quede con hambre y pueda catar especialidades locales. Todo acompañado de un vino caliente o un zumo de manzana mientras pasea por sus calles y curiosea los puestos de artesanía. Y hacerlo durante el atardecer es un regalo, ya que Obernai adopta un encanto especial cuando las fachadas de las casas tradicionales se iluminan.

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Lille
Visitar esta localidad a partir del nuevo año será todo un regalo para los ojos, ya que promete estar llena de sorpresas. Entre ellas, un espíritu navideño que aflora de la plaza Rihour, donde ochenta casas de madera se llenan de decoraciones y productos franceses, y se extiende por la Gran Place, dominada por un gran árbol de Navidad y una noria desde donde se puede admirar la iluminación de la capital de la Alta Francia.

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Estrasburgo
Estrasburgo es la capital de la Navidad y año tras año celebra el mercadillo con más historia de Francia, creado en 1570 bajo la influencia del protestantismo estrasburgués que luchaba contra las tradiciones católicas. De esta protesta surgió este mercadillo navideño, que con los siglos se ha convertido en uno de los más famosos de Europa. Ubicado en la Alsacia, durante cinco semanas llena el centro de la ciudad con más de 300 chalés de madera.
A los pies de la catedral se extiende el más emblemático, donde se pueden encontrar objetos tradicionales, mientras que para los amantes de la gastronomía, lo mejor es acercarse a la plaza de Meuniers, repleta de especialidades alsacianas y vino caliente. Y, entre escaparates que brillan y olor a canela, la ruta continúa por la plaza Kébar, donde se organizan conciertos, se planta un gigantesco árbol de Navidad y se monta una pista de hielo, y por Saint-Thomas, el mercadillo por excelencia de los más pequeños. Asimismo, en el barrio Petite France se desarrolla un mercadillo diferente, donde los protagonistas son los productos de economía social, solidaria y respetuosa con el medio ambiente.

Foto: Noel Colmar
Kaysersberg
Las murallas y la torre de vigilancia custodian el mercadillo de Adviento de Kaysersberg, pueblo de la ruta del vino de Alsacia. Alrededor de treinta casetas tradicionales exponen decoraciones, figuras del belén, objetos de madera, joyas, personajes elaborados con vidrio soplado y el ya famoso vino caliente. Entre todo esto, los fines de semana se celebran conciertos y recitales para adentrarse a la magia de la Navidad de este mercado, que comparte protagonismo con el de los campesinos, donde los locales venden productos como hierbas aromáticas, tisanas y jarabes.

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Mulhouse
Su pasado textil convierte Mulhouse en un mercadillo navideño de lo más especial. En él los chalets de madera ofrecen al visitante productos de tela que combinan la tradición y la creatividad con la tela de Navidad que se produce año tras año en este pueblo alsaciano, cuyos motivos y colores están inspirados en la historia textil de Mulhouse.
Cuelgan de la fachada del Ayuntamiento y de las casas, y pueden encontrarse en el mercadillo de la plaza de la Reunión y en las tiendas de telas en forma de manteles, servilletas y otros objetos. Asimismo, entre especialidades culinarias locales, los visitantes pueden hacer algún que otro taller creativo con los tejidos.

Foto: Tourisme Metz
Metz
La Plaza de la República acoge el mercadillo más impresionante de la vieja Lorena. No en vano, ejerce de embajada de las artesanías y sabores de esta región histórica tantas veces codiciada por potencias extranjeras. Por eso, su enorme chalet acoge a los principales artesanos del Mosela que comparten ágora con la gran pirámide, el tiovivo centenario y con el árbol de Navidad, que supera los 15 metros del altura.
Por si este delirio fuera poco, la plaza Saint-Jaques y la Sain-Louise amplían el inventario de cabañas con sus diferentes puestos mientras que en la Place d'Armes espera una de las grandes singularidades de Metz: el pueblo de los iglús, burbujas en las que pueden comer hasta ocho personas.

Foto: Turismo de Toulouse
Toulouse
En la capital de la región de Occitania el protagonismo recae en la artesanía local, tanto en el mercadillo como en el centro de artesanía. Y es que Toulouse monta un mercado creativo en el museo Les Abattoirs, donde 37 diseñadores y artesanos locales exponen joyas, cerámicas, ropas y decoraciones de toda clase.
En los puestos también se pueden encontrar piezas elaboradas en otros países, decoraciones de Adviento y productos de alimentación para dar color a las mesas navideñas. Además, el visitante también puede acercarse al belén o divertirse con las animaciones del patio Henri IC del Capitole.

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Reims
En Reims se celebra el tercer mercadillo de Navidad más grande de Francia, que consigue crear un verdadero Poblado de Navidad. En este, la casa de Papá Noel abre sus puertas a finales de noviembre para que los niños depositen sus cartas de regalos y deseos mientras toda la familia se deja llevar entre las casetas de artesanía.
Los que deseen adentrarse todavía más en el espíritu navideño, tienen una cita con alguno de los espectáculos musicales que tienen lugar en Reims durante estas fechas. Y, para los que busquen una experiencia diferente, desde esta localidad también se puede emprender el camino de los Belenes que recorre la ruta de los vinos de la región de La Champagne.