Tras los barrancos, balsas, campos, bosques, cabezos, matorrales o corralizas dispersas por el paraje inhóspito de las Bardenas Reales han encontrado espacio pastores trashumantes, labradores de parcelas imposibles, cazadores e incluso bandidos al cobijo de la inmensidad de su horizonte fronterizo entre navarros y aragoneses. Hoy el ecosistema bardenero constituye un Parque Natural y Reserva de la Biosfera, de interés creciente para visitantes de a pie y de dos o cuatro ruedas, de cualquier procedencia del planeta.