No importa el tiempo que pase, es nombrar a Beirut y asociarlo a un conflicto bélico que, ¡sorpresa!, acabó hace 30 años, y que convive con el presente de manera absolutamente natural. Vale que en 2006 hubo un conato, pero duró poco más de un mes. Y sin embargo, estos prejuicios hacen que no forme parte del imaginario viajero, cuando la realidad es que se trata de una de las ciudades con más magia, historia, encanto y vida de todo Oriente Próximo. Y es que allí cada día se celebra como si fuera el último, y ante la posibilidad de que lo sea, la capital de Líbano, tantas veces caída y otras tantas levantada, resurge de sus cenizas una y otra vez para ofrecer a sus visitantes una bulliciosa oferta que abarca arte, gastronomía, ocio, arquitectura y cultura, mucha cultura. Aviso a “navegantas”, no hay problema en vestir como en occidente, y hay tantas peluquerías y anuncios de estética, como edificios bombardeados y atascos por la calle principal. ¡Qué cosas!