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Beirut, la joya de Oriente que siempre renace

Por si el mundo se acaba mañana, la capital de Líbano aprovecha cada día como si fuese el último.

No importa el tiempo que pase, es nombrar a Beirut y asociarlo a un conflicto bélico que, ¡sorpresa!, acabó hace 30 años, y que convive con el presente de manera absolutamente natural. Vale que en 2006 hubo un conato, pero duró poco más de un mes. Y sin embargo, estos prejuicios hacen que no forme parte del imaginario viajero, cuando la realidad es que se trata de una de las ciudades con más magia, historia, encanto y vida de todo Oriente Próximo. Y es que allí cada día se celebra como si fuera el último, y ante la posibilidad de que lo sea, la capital de Líbano, tantas veces caída y otras tantas levantada, resurge de sus cenizas una y otra vez para ofrecer a sus visitantes una bulliciosa oferta que abarca arte, gastronomía, ocio, arquitectura y cultura, mucha cultura. Aviso a “navegantas”, no hay problema en vestir como en occidente, y hay tantas peluquerías y anuncios de estética, como edificios bombardeados y atascos por la calle principal. ¡Qué cosas!

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Beirut. Pequeñas galerías de arte

Foto: iStock

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Pequeñas galerías de arte

Beirut reúne un sinfín de propuestas artísticas con grandes museos y galerías, que quizá no son renombradas pero que apuestan por el patrimonio local. South Border, Dar El-Nimer for Arts and Culture, CUB Gallery o Sfeir-Semler Gallery esconden pequeños tesoros itinerantes y dispersos por la ciudad, una forma muy instructiva de recorrerla a pie, que se puede hacer sin problema, entre otras cosas porque no hay transporte público como tal y los taxis normales no son muy recomendables por ser un poco timadores y, en el caso de las mujeres, por tener fama de no ser muy corteses con ellas.

Beirut Museum. Grandes museos con historia

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Grandes museos con historia

Los museos son otra de las joyas de Beirut, con clásicos como el Beirut Art Center o el Museo Nacional, curiosos como el Mim Museum o fascinantes por la historia del edificio que los alberga, como el Nicolas Sursock Museum o Beit Beirut. El primero es un precioso edificio de arquitectura clásica libanesa que fue donado a la ciudad por el fundador del mismo nombre, y que reúne algunas de las piezas de arte moderno más importantes de la ciudad. El segundo tiene una connotación más dura pero también histórica, pues se trata de una casa habitada, que en 1973, en plena Guerra Civil, fue bombardeada y que hoy se mantiene en el mismo estado en que quedó cuando las familias que vivían allí tuvieron que salir corriendo. Su visita es gratuita y sobrecoge el corazón pasear por sus habitaciones y escaleras, comprobando, de primera mano, los estragos de una conflicto bélico. El futuro del arte sigue asegurado de todas formas, pues en 2023 finalizará la construcción del Beirut Museum of Art de la mano del famoso estudio de arquitectura neoyorquino WorcAc.

Baron. Comer y beber es una delicia

Foto: Baron

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Comer y beber es una delicia

La comida árabe es una de las más exportadas internacionalmente, y en Beirut merece la pena probar la gastronomía local sin renunciar a hacerlo en ambientes que, a priori, no parecerían de ese Beirut prejuzgado. Una tarde noche cualquiera puede comenzar en el Café Em Nazih, un curioso vergel al que se llega entrando por un callejón y bajando unas escaleras hasta el final. Hay una deliciosa carta para comer y cenar si se quiere, pero muchos acuden a él de afterwork, donde acompañan una cerveza fresca con una shisha típica. De ahí, a cenar a Baron, un restaurante moderno con una carta que mezcla lo autóctono con lo internacional, un lugar ecléctico que lleva funcionando años pero no muchos conocen. Y para las copas, dos locales inauditos. Anise, un bar de cócteles con la mejor variedad de Arak, el anís casero del país aunque ellos destilan su propio anís. Si se supera esta prueba entonces se remata la noche en el Abou Elie Pub, un homenaje a la Cuba más comunista plagado de posters y fotos que nada tienen que envidiar al bar más revolucionario del país caribeño, a pesar de que sus propietarios nunca han estado allí. Consejo, no parece un bar desde la calle, hay que tirar de las puertas de los locales y el más inesperado, será el Abou.

B018. La noche es joven en Beirut

Foto: B018

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La noche es joven en Beirut

Si se busca bailar, beber y disfrutar de la noche beirutí, igual hay que plantearse ir varios días porque la oferta es amplia. B018 es un antiguo búnker convertido en barra de música que parece sacado de una película de James Bond. El techo, a modo de puertas blindadas, se abre por la noche para contemplar el cielo. Ked es una buena opción en verano, con una agradable terraza en la parte superior. En Grand Factory se hacen conciertos. Y si se busca algo más chic, 01NE Beirut y Skybar Beirut son el destino perfecto.

Beirut. Tiene playa… Pero no

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Tiene playa… Pero no

Beirut tiene playa. Pero en realidad no. Porque solo van a ella los lugareños y de género masculino, es muy raro ver mujeres, ni en grupo ni solas, y mucho menos en biquini o bañador. En todo caso acompañan a sus hombres y se mantienen apartadas de la orilla, tapadas completamente y resguardándose del justiciero sol (a mediados de octubre hay casi 35 grados antes de las 11 de la mañana) debajo de sombrillas. Pero desde luego pasear por La Corniche siempre merece la pena. Es como el paseo marítimo pero obviamente, a lo grande. Y se pasa por diferentes barrios y hasta lugares de interés, como la Universidad Americana, el final del Maratón (sí, tiene un maratón), hoteles de lujo con spa y playas privadas o el faro, custodiado por militares y del que no dejan tomar fotos. Pero es obligatorio hacerse una (foto) con las famosas Rocas de las Palomas de fondo, un clásico beirutí.

Beirut Downtown. Con dinero y sin dinero

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Con dinero y sin dinero

No es que en Beirut conozcan la famosa ranchera, es que hay mucha diferencia entre los barrios con dinero y los barrios sin dinero. El Downtonwn es la parte renacida de la ciudad después de la guerra junto, con la Marina, en la zona del puerto. Los edificios más caros y modernos se levantan en esa área de la ciudad, que fue la más devastada, donde también están las tiendas caras y los centros comerciales más lujosos, el más famoso diseñado por Rafael Moneo, por cierto. Pero para vivir el verdadero Beirut hay que ir a Hamra, la calle (y barrio) que una vez llamaban los Campos Elíseos de Oriente, por la cantidad de costosas residencias que existían por metro cuadrado y de la que hoy queda poco o nada. Es una de las arterias principales de la ciudad y sin duda, la que conserva mayor encanto e idiosincrasia del auténtico Beirut.

Beirut. Los clásicos también hacen la ciudad

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Los clásicos también hacen la ciudad

Beirut tiene un pasado bélico que la propia ciudad ni oculta, ni muestra con orgullo, simplemente asume que forma parte de su historia y convive en armonía con el presente. Así que no está de más visitar esas zonas que fueron azotadas por las bombas, porque están y merecen ser recordadas. El Hotel Holiday Inn es una de las muestras más claras, su estructura está intacta frente al mar, imponente si no fuera porque por dentro está vacío y su fachada, plagada de las huellas de mortero. The Egg iba a ser una cine enmarcado dentro de la conocida arquitectura brutalista que no llegó materializarse por el comienzo de la guerra y que está, semidestruido, al lado de la famosa Mezquita Mohammad Al-Amin, de cúpulas azules. Y por último la llamada Línea Verde, que en realidad es la calle Damasco, cruzaba la ciudad de norte a sur dividiendo las facciones y donde con un simple paseo se ven los daños producidos en sus múltiples edificios. Algunos son utilizados como residencia porque resulta imposible comprobar quiénes son sus auténticos dueños.

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