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Orgullo bretón
Un cielo brumoso nos acoge esta mañana de finales de verano. En Bretaña (en bretón, Breizh), se dice que el buen tiempo llega varias veces al día, intercalado entre una llovizna y un azote de viento. Los bretones son un pueblo alegre, obstinado y orgulloso de sus raíces celtas. Los habitantes de la provincia romana de Britannia (actual Gran Bretaña) atravesaron el Canal de la Mancha y trajeron la lengua alrededor del siglo v, hablada hoy en día por apenas el 5,5 % de los 3,3 millones de habitantes de la región. Desde la anexión del ducado de Bretaña al reino de Francia en el siglo xvi, el francés ha ganado terreno como lengua oficial, si bien en los últimos años se ha renovado el interés por la enseñanza y el aprendizaje del bretón.
La recuperación de la lengua bretona fue motivada, en gran parte, por la música. A lo largo de los años 70 y 80, Alan Stivell moderniza las melodías celtas sirviéndose de instrumentos tradicionales como el arpa y la gaita. Paralelamente, los jóvenes descubren la música y la danza bretona gracias al Fest-Noz («fiesta de noche», en bretón), recuperado por Loeiz Ropars en los 50. Se trata de una recreación de las fiestas de la cosecha, desaparecidas en los años 30 y que la Unesco incluyó en su lista del Patrimonio Mundial en 2012.