
La prosperidad llegó a Brujas en forma de tormenta una noche de 1134, cuando la fuerza del agua abrió un canal natural, el Zwin, que conectaba la pequeña ciudad con el mar del Norte. Aquel suceso la convirtió en uno de los puertos más importantes de la Europa medieval, en centro del comercio de los famosos paños flamencos y en un punto de atracción para pintores. La solidificación del Zwin y la consecuente pérdida del puerto en el siglo XVI causó una decadencia que contribuyó a preservar el casco histórico de Brujas hasta hoy.
Un excepcional inicio del paseo por la capital de Flandes Occidental es el Minnewater o lago de los Enamorados, situado a cinco minutos de la estación de tren. Este lago y su parque, que acoge conciertos en verano, servía de muelle a las embarcaciones que cubrían la ruta comercial Brujas-Gante en los siglos XIV y XV. Al final del lago reposa el Begijnhof, un beaterio de casitas blancas en torno a un jardín donde ahora residen estudiantes y, en uno de los edificios, una comunidad de monjas benedictinas.
Desde el final del Minnewater se divisan tres torres que ayudan a orientarse entre el irregular trazado de calles adoquinadas y las decenas de puentes (brugge en neerlandés). La torre más alta, 123 metros de ladrillo, corresponde a la iglesia de Nuestra Señora de Brujas (siglo XIII); la segunda aguja pertenece a la catedral de San Salvador (siglo XIII) y la última es el Belfort, símbolo del poder económico de las ciudades flamencas durante la Edad Media. La primera aparece al poco de dejar el Minnewater camino del centro y alberga los mausoleos del duque Carlos el Temerario y de su hija la duquesa María de Borgoña (siglos XIV y XV), así como una Madonna de Miguel Ángel.
Frente a la iglesia se erige el Sint-Janshospital, del siglo XIII, el hospital más antiguo de Europa que ha llegado hasta nuestros días. A pocos metros, la catedral de San Salvador completa el triángulo de edificios construidos durante la época dorada que proporcionó el puerto. Cuando fue designada catedral en 1830 en sustitución de la destruida San Donato, su torre fue alargada para competir en altura con la vecina de Nuestra Señora.
El núcleo vital de Brujas
Llegados a este punto, los ojos ya han descubierto otra de las atracciones de Brujas: las decenas de chocolaterías artesanas y las pequeñas tiendas de puntillas, cuyas mejores producciones se ven en el Centro de Encaje. Tras cruzar un par de calles repletas de estos delicados comercios aparece el núcleo de Brujas: las plazas Markt y Burg y la torre Belfort, cuyas campanadas marcan el ritmo de la ciudad.
Los miércoles por la mañana la plaza Markt, fiel a sus raíces, congrega un mercado popular donde los habitantes de la ciudad compran y venden en neerlandés, idioma oficial del país, pero que a veces es difícil oír en una ciudad tan turística. En el centro se erige una estatua en memoria de los héroes locales Jan Breydel y Pieter de Koninck, que defendieron la ciudad de la invasión francesa en 1302.
El Belfort (siglo XIII) preside la plaza Markt. Desde lo alto de sus 366 escalones, el visitante obtiene una magnífica vista de los canales e incluso la posibilidad de divisar el mar, por donde un día llegaron y salieron las riquezas de Brujas. Esta torre construida con piedra caliza de Tournai alberga 42 campanas que tocan composiciones de músicos que se presentan a un concurso público convocado cada dos años. Antiguamente era el medio de comunicación más importante de Brujas, con el que se alertaba de incendios, de ataques, del cierre de la muralla o del toque de queda durante las dos guerras mundiales, cuando la ciudad estaba ocupada por las tropas alemanas. A la derecha de la torre, que también guardaba los archivos municipales y acogía las reuniones del gobierno medieval, se contempla la fachada neogótica del Palacio Provincial, edificio que sustituyó al Waterhalle, donde los comerciantes almacenaban y embarcaban sus mercancías, y que actualmente acoge el recién estrenado museo Historium Brugge. Enfrente se ve una línea de casas-restaurantes con la típica fachada escalonada y varios carruajes de caballo que ofrecen paseos relajados.
Arte en la plaza Burg
Conectada por las chocolaterías de Breidel-Straat se encuentra la plaza Burg, que reúne diversos estilos arquitectónicos. El primero que se advierte es el gótico de la fachada y de la impresionante sala principal del Ayuntamiento (XIV). A continuación la atención la acapara la románica Basílica de la Santa Sangre (XII), sobre la cual se construyó una segunda planta gótica en el siglo XV; su tesoro de las Cruzadas se expone al público cada viernes y es la razón de la Procesión de la Sangre, que este año se celebra el 9 de mayo. La plaza también es sede del Registro Civil, del siglo XVI y fachada renacentista, y de varios restaurantes que ofrecen platos flamencos tradicionales, como los mejillones con patatas fritas, los tomates rellenos de gambas y los estofados de cerveza.
Un agradable rodeo a la plaza Burg conduce a través del callejón del Burro Ciego al Vismarkt, la plaza del mercado de pescado, muy viva de miércoles a sábado gracias a las pescas locales y, por las tardes, con puestos que venden todo tipo de productos textiles.
Una buena manera de terminar el recorrido por Brujas es llegar al canal Dijver y visitar el Groeninge Museum, con cuadros de Jan Van Eyck, Gerard David y Hans Memling, quienes encontraron grandes mecenas entre los enriquecidos mercaderes de la ciudad. Hoy en día, este canal concentra bares, restaurantes, tiendas y embarcaciones que recorren la ciudad desde el agua. En su cruce con el muelle Rozenhoedkaai, el Dijver forma la esquina más fotografiada de Brujas y también el mejor resumen de la ciudad: el canal cruzado por un puente para peatones, la arquitectura medieval y emergiendo al fondo, el Belfort.
Una escapada a Damme
El placer de perderse por las plazas de Brujas puede continuar recorriendo el DamseVaart-Zuid, un camino de siete kilómetros construido por Napoleón en 1810 que conduce a la ciudad medieval de Damme, en la antigua salida al mar del Norte. Protegido por los pólderes –diques que ganan terreno al mar– y rodeado por un paisaje llano, este sendero es frecuentado por los habitantes de Brujas los fines de semana. El atractivo de Damme reside en sus casas, granjas y edificios públicos de época medieval, así como en su Belfort, que ofrece una vista de los canales en forma de estrella. Sus mercados de segunda mano y sus pannenkoeken o crêpes tradicionales pondrán el punto final dulce al viaje.
PARA SABER MÁS
Documentos: el DNI es suficiente.
Idioma: flamenco y francés.
Moneda: euro.
Llegar y moverse: La forma más rápida y cómoda es volar hasta Bruselas, la capital belga, y después tomar un tren hasta Brujas, a una hora de trayecto. La ciudad es fácil de recorrer a pie, aunque la bicicleta resulta también muy útil; existen numerosos puntos de alquiler de bicicletas. Brujas cuenta además con autobuses que comunican los barrios periféricos con el centro. Los paseos por los canales son turísticos.
Abono turístico: El brugge city card permite acceder a 26 museos y monumentos, un paseo en barca por los canales, así como descuentos en transporte público, alquiler de bicicletas y entradas a conciertos.
Alojamiento: Desde hoteles de todas las categorías hasta apartamentos y habitaciones que pueden alquilarse por días. Fuera de la ciudad hay granjas y bed & breakfast.
Oficina de Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas. Tel. 935 085 990.
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