Brujas, Gante y Amberes

Un recorrido entre canales y plazas medievales

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VENTURA CARMONA

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Amberes

La Grote Markt, rodeada de casas gremiales y presidida por el  palacio del Ayuntamiento, es un ejemplo perfecto de las plazas del Flandes medieval.

SYMBIOT / SHUTTERSTOCK

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Brujas

El lago Minnewater es uno de los rincones más plácidos de esta ciudad surcada por canales y calles repletas de tiendas de encajes y chocolaterías.

STANLEY CHEN / GETTY IMAGES

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Brujas

El río Dijver ha sido durante siglos la principal vía para transportar mercancías hasta el mar del Norte.

 

GONZALO AZUMENDI

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Delicias de cacao

La pasión belga por los bombones tiene su origen en 1880. La historia del producto y su comercio se explica en el Museo del Chocolate de Brujas.

ROB DE VOOGD / ZZAPBACK

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Amberes

La suntuosa Estación Central se erige como un templo romano en medio del Barrio de los Diamantes.

AGE FOTOSTOCK

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Circuito artístico

Gante reúne un valioso patrimonio entre sus canales. En las imágenes, el castillo de Gravensteen y el tríptico de la catedral pintado por Jan van Eyck.

ALIAKSEI KURHLENIA

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Graslei

Las casas gremiales se alinean en la orilla oriental del puerto medieval de Gante. Su antigua actividad mercantil ha sido sustituida hoy por restaurantes y barcas que ofrecen paseos por el río Leie.

Mapa: BLAUSET

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Las tres joyas de Flandes

1 Brujas. Surcada por canales, conserva su carácter medieval en el beaterio, las iglesias y las plazas Markt y del Burg.
2 Gante. Visitar el castillo y pasear por el puerto de Graslei y el Korenmarkt es como viajar al pasado.
3 Amberes. Es la segunda ciudad en tamaño de Bélgica. La plaza Grote Markt conserva el encanto de su época dorada.

Dentro del comercio europeo durante la Edad Media e inspiración de geniales artistas entre los siglos XV y XVII, Flandes es hoy un destino ineludible para los amantes de la historia, de la arquitectura y del chocolate. La ruta que encadena las ciudades de Brujas, Gante y Amberes muestra cómo la vitalidad de antaño sigue presente en sus canales y plazas del mercado o Grote Markt, donde se concentraban las casas gremiales, el Ayuntamiento y el Belfort, la esbelta torre campanario.

Brujas, a solo 20 kilómetros del mar del Norte, fue una de las ciudades principales de Flandes por su posición estratégica y por su conexión con Gante y Amberes a través de una red de canales y ríos navegables. Se llegue como se llegue, en coche, en tren o en barco, la primera parada debería ser el Minnewater o Lago del Amor, un rincón rodeado de bosquecillos, puentes de piedra y edificios medievales. Justo al lado se halla el Begijnhof, un conjunto de casas en torno a un patio que fue erigido en el siglo XIII para dar cobijo a las viudas y huérfanas de las guerras; aunque no pertenecían a ninguna orden religiosa, estas mujeres adoptaron el silencio como modo de vida y se dedicaron a cuidar de los desamparados, a bordar encajes y a rezar. Desde 2013 está habitado por monjas benedictinas.

Buscar con la mirada el Belfort, de 83 metros de alto y 42 campanas, resulta de gran ayuda para llegar al corazón de Brujas: las plazas Markt y Burg, donde se concentran los edificios gubernamentales y donde aún se organizan mercados de alimentos y flores que reviven el ambiente de hace siglos. Las calles adoquinadas y las decenas de puentes (brugge en flamenco) conducen hasta Rozenhoedkaai, un viejo muelle de mercancías en el que ahora atracan barcas de paseo. Es difícil resistirse a las tentaciones de las chocolaterías artesanas mientras se camina por la bucólica calle Groenerei o por la Langestraat camino de la Kruispoort, la única puerta medieval de la ciudad que se mantiene en pie. Los tres grandes molinos de viento que se ven desde la puerta fueron construidos simbólicamente para recordar el lugar donde esta ciudad milenaria tuvo sus murallas.

En Gante, como en Brujas, los mercados no solo forman parte de la vida cotidiana sino que también son motivo de orgullo entre sus habitantes

Gante, cuna de Carlos V, se localiza a media hora en tren de Brujas. Su núcleo medieval se concentra en el barrio de Patershol, habitado por artesanos en la Edad Media, magistrados en los siglos XVII y XVIII, y obreros durante la Revolución Industrial. Ahora estas calles son el mejor sitio para conocer la gastronomía local y probar el waterzooi (pollo y verduras) o los kroakemandels, guisantes fritos servidos en cucuruchos de papel.

Tradición y modernidad comparten espacio en la peatonal Werregarenstraat, también conocida como «la calle de los grafiti», un lienzo cedido a los artistas de la ciudad. A pocos pasos se halla la abadía de San Pedro, que guarda un jardín en el que crecen árboles frutales y viñas. A lo largo del día habrá tiempo para detenerse en Achtersikkel, una encantadora placita de 1481 situada justo al lado de la bulliciosa plaza Sint-Baafsplein, subir al Belfort, admirar la fachada del Ayuntamiento y después visitar el castillo de Gravensteen o de los Condes (siglo IX), una fortificación emplazada en pleno centro urbano.

En Gante, como en Brujas, los mercados no solo forman parte de la vida cotidiana sino que también son motivo de orgullo entre sus habitantes. Los hay de todas las categorías: de comida, de antigüedades, de segunda mano, pero el más frecuentado por los autóctonos es el dominical de la plaza Kouter, donde se pueden comprar flores y sentarse a degustar unas ostras frescas.

Más de mil kilómetros de canales atraviesan Flandes, pero los 60 kilómetros que separan Gante de Amberes probablemente sea mejor recorrerlos en tren solo por entrar en la magnífica Estación Central. El edificio data de1905, está inspirado en el Panteón de Roma y en su decoración se emplearon una veintena de mármoles distintos. Saliendo de la estación se accede al barrio judío que, junto con el de Ámsterdam, aloja una de las comunidades más destacadas de Europa desde el siglo XVI. Sus numerosas joyerías y tiendas de orfebrería concentran más del 80 % de la talla, compra y venta mundial de diamantes.

A pocos minutos caminando se encuentra la calle peatonal Meir, una de las principales arterias comerciales de la ciudad en la que se pueden admirar edificios de los siglos XVIII y XIX. Destacan la casa Osterrierth y el palacio del Meir; este último perteneció primero a algunos gremios cerveceros y más tarde a la familia real. Llegados a este punto, los amantes de la pintura flamenca pueden desviarse por la calle Wapper para llegar a la que fue la casa de Rubens, hoy convertida en museo y exposición de algunos de los lienzos del autor. Amberes también presume de mercadillos. El Vrijdagmarkt es uno de los más antiguos de Bélgica; la Kloosterstraat, la calle de los anticuarios, acoge los domingos un mercado de antigüedades; los puestos del Rommelmarkt, situados junto al río, venden objetos variopintos; y el Vogelmarkt, alimentos y flores. El contraste lo hallaremos en la Nationale-straat, la calle del diseño, donde se erige el MoMu, el museo de la moda.

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La Catedral y la Grote Markt están rodeadas de callejuelas donde resulta una delicia perderse y pararse a calmar la sed con una jarra fría de bolleke, la cerveza local De Koning. Ésta es una buena zona para probar las Antwerpse handjes, unos dulces con forma de mano que aluden a la leyenda sobre el origen del nombre de la ciudad: un gigante pedía un tributo a los navíos que querían subir por el río Escalda y, a los que se negaban a pagar, les cortaba una mano (hant) y la tiraba (werpen) al río.

La historia del gigante es una buena introducción al paseo por el puerto de Amberes, uno de los más importantes de Europa. El Eilandje, el viejo barrio que lo alberga, ha experimentado en los últimos años un renacimiento como área de ocio y cultura. Testimonio de esta renovación es el Museum aan de Stroom (MAS), que con solo cuatro años de edad se ha convertido en un icono de la ciudad. Este edificio cúbico, de color rojo y 60 metros de altura, exhibe desde joyas egipcias y precolombinas hasta planos antiguos del puerto y óleos de pintores flamencos. Desde su terraza se contempla la ciudad y el río Escalda, bañada por esa nostálgica luz que siempre planea sobre Flandes.

MÁS INFORMACIÓN
Documentos: DNI.
Idiomas: flamenco y francés.
Moneda: euro.

Cómo llegar y moverse: Cinco compañías vuelan a Bruselas desde España. Barcelona tiene vuelo directo a Amberes y Ostende-Brujas. El aeropuerto de Bruselas dispone de estación de tren con conexión directa a la capital, a Gante y a Amberes. Un autobús realiza el trayecto a Amberes. La mejor forma de moverse por Flandes es en tren. Las distancias entre las principales ciudades belgas son cortas y la frecuencia de paso, muy alta. Los nombres de las ciudades en flamenco: Brussel, Gent, Brugge y Antwerpen. En francés: Bruxelles, Gand, Bruges, Anvers.

Turismo de Flandes
Turismo de Amberes
Turismo de Gante
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