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Calabria y Basilicata: así es un viaje por la Italia olvidada

Esplendor natural, historia y pueblos detenidos en el tiempo en la Italia menos masific

Hay lugares en el sur de Italia donde sucede algo curioso: el tiempo se cristaliza en pequeñas burbujas de modernidad que cohabitan con una dimensión de sabores, olores y costumbres antiguos.

 
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vistas de Matera

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De vergüenza nacional a Patrimonio de la Humanidad

Matera es la ciudad perfecta para empezar esta ruta por Basilicata y Calabria hasta la punta más meridional de la península itálica. Las condiciones de vida en esta ciudad  fueron muy precarias hasta inicios del siglo xx: sus habitantes vivían en viviendas excavadas en la roca, los sassi (piedras en italiano), y la tasa de pobreza y de analfabetismo era altísima. La ciudad era considerada una «vergüenza nacional», tanto que fue desalojada en 1952. Hoy Matera es Patrimonio Mundial de la Humanidad y en 2019 fue Capital Europea de la Cultura.

Desde la terraza de la plaza, con un aperitivo de peperoni crusch–una variedad local de pimientos dulces que se preparan crujientes, como si fueran chips–, la vista sobre los Sassi corta la respiración: ante nuestros ojos se multiplican callejuelas que suben y bajan e incontables cuevas de toba. Un hormiguero que rebosa de vida.

 
Sasso Caveoso

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Un laberinto de piedra

En las dos depresiones naturales de Sasso Caveoso y Sasso Barisano, en el enredo de calles, escaleras y pasadizos excavados en la roca desnuda, la eternidad ha echado raíces, porque en Matera coexisten varios siglos a la vez. Mientras que la superficie de la plaza Vittorio Veneto es un escaparate de edificios del siglo xviii, unos metros por debajo encontramos la otra Matera, la que ha sobrevivido a siglos de cambios: la ciudad subterránea, repleta de viviendas, almacenes, cisternas y lugares de culto conectados a través de calles.

 
Catedral de la Madonna della Bruna y Sant'Eustachio

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El viacrucis de Mel Gibson

 La Catedral della Madonna della Bruna e di Sant’Eustachio, en estilo románico pugliese, de la Apulia. Unos pocos metros a la derecha se pueden recorrer los pasos que Cristo dio durante su viacrucis en la película de Mel Gibson de 2003. En Sasso Caveoso, la Casa Grotta di Vico Solitario, amueblada y decorada, permite observar cómo se vivía en estas casas grutas. Se llega a través de Via Lombardi, la calle a lo largo de la que otro Jesús, el de Pier Paolo Pasolini en El Evangelio según San Mateo, de 1964, cargaba su cruz.

 
murgia-materana

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El Manhattan de las iglesias rupestres

La religión es clave para interpretar Matera. En el parque natural y arqueológico de la Murgia Materana abundan las iglesias rupestres de la Edad Media, frescos y capillas sumergidas en un paisaje sugestivo y peculiar. En la época medieval, algunas comunidades de monjes benedictinos se instalaron en los alrededores de la capital lucana. La memoria de su paso por la región se encuentra en las decenas de criptas, capillas y pequeños santuarios excavados en la toba. Tal vez la más interesante sea la Cripta del Pecado Original, que preserva frescos realizados entre los siglos viii y ix, obra del artista conocido como Pintor de las Flores de Matera. Utilizada durante siglos como cobijo para las ovejas, la capilla fue descubierta casualmente por un grupo de jóvenes en 1963. El santuario debe su nombre a algunos versos del libro del Génesis escritos en la pared sur de la cueva. 

 
Senderismo

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Galaxia Senderista

Existen numerosas excursiones senderistas para descubrir los alrededores de Matera, como la ruta por las iglesias rupestres o el recorrido por la Gravina, un cañón natural de varios kilómetros surcado por el arroyo homónimo. Otra opción senderista consiste en subir al altiplano situado enfrente de los Sassi para visitar los restos del asentamiento neolítico de Murgia Timone, que también alberga el santuario rupestre de Madonna delle Tre Porte, con frescos de la época bizantina. Alrededor de este solitario enclave se despliega un sugestivo paisaje lunar, árido y desnudo, donde el color grisáceo de la roca se mezcla con el amarillo de la hierba seca.

 
Metaponto

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Viaje en el tiempo

A medida que la ruta se dirige rumbo sur hacia Metaponto, los campos cultivados empiezan a teñir el horizonte con todos los matices del verde. El paisaje estéril y áspero de la Murgia deja paso a las pinedas, cuyas ramas más altas ondean al soplar la brisa del Jónico, mientras en las playas doradas el agua cristalina refleja los rayos del sol.

El esplendor de la naturaleza junto con los vestigios arqueológicos han convertido Metaponto en una etapa obligada de toda ruta por la Basilicata. El Museo Arqueológico Nacional del Metaponto propone un recorrido desde la prehistoria hasta épocas más recientes. Pero, sin duda, lo que más permite apreciar la sensación de pasado y presente que coexisten es el paseo hasta el símbolo de Metaponto, las Tavole Palatine, una quincena de columnas de estilo dórico que son lo que queda del templo dedicado a la diosa griega Hera. En busca de la Magna Grecia llegamos a la antigua Herakleya, la actual ciudad de Policoro, que aún conserva los restos de la acrópolis y de un templo dedicado a la diosa Démeter.

Parque Nacional del Pollin

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Un Parque Natural que es Patrimonio Mundial

Con sus casi 200.000 hectáreas y montañas de más de 2200 m de altitud, el Parque Nacional del Pollino es el mayor parque nacional de Italia. Su territorio se extiende desde el mar Tirreno hasta el mar Jónico y sus lagos y ríos contribuyen a crear una diversidad de flora y fauna difícil de hallar en otra reserva natural italiana. Esta variedad de ambientes se traduce también en un amplio abanico de actividades al aire libre dependiendo de la zona que se visite: paseos a caballo y senderismo para disfrutar del paisaje con calma; o ráfting y barranquismo para quien busque más emoción.

El olfato es el sentido perfecto para dejarse llevar por los senderos del Parque Nacional del Pollino. En los puntos más cálidos domina la vegetación mediterránea: laurel, brezo, mirto y romero impregnan el aire mientras, conforme aumenta la altitud, los aromas más redondos de robles, arces y castaños se insinúan hasta transformarse, después de los 1200 m, en el seductor perfume de las hayas –los árboles más comunes– y los abetos plateados, de cuya resina se extraía trementina. En primavera, esta mezcla de olores es enriquecida por flores como los narcisos, las peonías, las campanillas, las violetas, algunos tipos de orquídeas y plantas medicinales típicas de la zona, como el ajenjo, la malva, la lavanda o la belladona.

Los caminos albergan alguna de las muchas iglesias que se encuentran dentro de los límites del parque nacional. En el lado septentrional, por ejemplo, se localiza el santuario de la Virgen del Pollino, en San Severino Lucano. Y cerca de Cerchiaria, en Calabria, el santuario de Santa Maria delle Ami permite apreciar un panorama increíble sobre la llanura de Sibari y la costa hasta el amplio Golfo de Tarento.

 
Corigliano

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Corigliano monumental

A mitad de camino entre el parque del Pollino y la playa se encuentra Corigliano-Rossano, antes Corigliano Calabro, que se erige majestuoso encima de una colina. El centro histórico de la ciudad, cuajado de callejuelas con casas y templos de piedra, hace de Corigliano un enclave de gran atractivo. Aquí se conserva una de las fortalezas más bonitas de Italia, el Castillo Ducal, construido en el siglo xi y ampliado posteriormente. Además, en los alrededores de la ciudad de Corigliano abundan las iglesias y capillas erigidas entre finales del siglo xiii y el xviii.

 
Capo Colonna

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Un columna señala el lugar

El viaje por la punta de la bota italiana continúa descendiendo por la costa jónica de Calabria mientras disfrutamos de un panorama infinito de olivares y cultivos de cítricos, cuyo perfume mezclado con la brisa marina produce una fragancia única. Los rastros del pasado griego de Calabria se hacen visibles en Capo Colonna, un promontorio que marca el punto más occidental del golfo de Tarento y lugar que alojaba el templo dedicado a la diosa Hera, del que hoy se conserva solamente una columna. Los viajeros que se acerquen hasta los restos del templo encontrarán también el Santuario de Santa Maria di Capo Colonna y la Torre Nao, una fortificación del siglo xvi. 

 
Isola di Capo Rizzuto

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Paraíso playero

Siguiendo la costa rumbo al sur, los destellos del sol sobre las olas del mar acompañan hasta la Isola Capo Rizzuto. La zona está considerada un paraíso de playas gracias a sus 34 km de costa, pero tal vez lo más interesante se esconda bajo el agua. En los alrededores del cabo Rizzuto es posible realizar dos excursiones submarinas. La primera propone recorrer los fondos de la bahía de Scifo, donde en el siglo iii naufragó una nave romana que transportaba un enorme cargamento de mármoles que todavía yacen sobre el lecho marino. El segundo itinerario de buceo se aleja menos de la costa y rodea la fortaleza de Le Castella, construida en el siglo xv sobre una península rocosa, a unas pocas decenas de metros de la playa. Solo es posible acceder al castillo cuando el mar lo permite: con la marea baja, la franja de tierra que lo conecta al pueblo queda al descubierto. 

Después de bucear o de visitar la fortaleza, vendrá bien un descanso para catar alguno de los productos del cerdo típicos de la zona: el sazizzu (salchicha), la supprissata (salami) o la ‘nduja, parecida a la sobrasada pero muy picante.

 
Badolato

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Una aldea medieval donde perderse

La siguiente etapa del viaje es el parque arqueológico de Scolacium, en Roccelletta di Borgia, una antigua colonia romana del siglo ii a.C. Poco después se llega a Badolato, una aldea medieval de calles estrechas y retorcidas que conectan un sinfín de iglesias perfectamente conservadas y los catoi (plural de catojo), almacenes donde las familias guardaban las provisiones. Antiguamente, el bienestar y el prestigio de una casa se medía en función de la abundancia de su catojo.

 
Cattolica di Stilo

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Un atardecer para no olvidar

A pocos kilómetros de Badolato se halla la Cattolica di Stilo, una pequeña iglesia bizantina emplazada a los pies del monte Consolino y a tan solo 10 km de la catarata del Marmarico, que con 114 m es la más alta de Calabria. La ermita ofrece un lugar de paz y meditación rodeado de naturaleza y es uno de los emblemas de Calabria junto con la localidad de Gerace. Un paseo desde los restos del castillo del siglo vii hasta la catedral permite disfrutar de este pueblo elegante y cuidado. Al atardecer, las vistas desde sus 470 m de altura permiten abarcar la Costa de los Jazmines, una franja de 90 km entre las ciudades de Riace y Locri que reúne playas de arena y aldeas que antiguamente vivían del cultivo del jazmín y de la bergamota, muy apreciados en la industria perfumista.