Camino Primitivo: las claves de la peregrinación desde Oviedo

Esta ruta Xacobea se ha erigido como una de las más exigentes, auténticas y, también, salvajes.

El Camino Primitivo está considerado el más tranquilo y natural. Las etapas presentan mayores desniveles, pero discurren entre bosques primigenios, jalonados por antiguos templos románicos.

Todo empezó allá por los primeros años del siglo ix cuando el obispo Teodomiro, responsable de la diócesis de Iria Flavia en el extremo occidental del incipiente reino astur –20 km al sudoeste de la actual Santiago–, le lleva al rey Alfonso II la noticia de que un ermitaño, tras ver unas extrañas luces, ha descubierto lo que todos los indicios aseguran que son los restos del apóstol. Ante semejante hallazgo el rey asturiano no tarda en prepararse para verlo con sus propios ojos, iniciar la primera peregrinación de la historia a Santiago y levantar un templo. De esta forma Oviedo se convertirá en el punto de partida para peregrinar a la tumba del apóstol. Pronto la noticia se extenderá por otros reinos de la cristiandad y nuevos caminos se adentrarán por el oeste de la Europa cristiana. Sin embargo, Oviedo nunca perderá el privilegio de ser el origen del Camino.

 

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GettyImages-522488022 (1). Oviedo, un inicio ancestral (y prerrománico)

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Oviedo, un inicio ancestral (y prerrománico)

Probablemente el Camino Primitivo es el que mejor ha sabido conservar la esencia de esta antiquísima peregrinación y lo que debió de suponer el viaje en otras épocas: sendas que discurren entre húmedos bosques de robles y castaños, paisajes y caseríos preservados en el tiempo, monasterios y pequeñas ermitas agazapadas en una curva del sendero.

 

Hoy Oviedo se ha convertido en una meca para los peregrinos. Es una ciudad que hay que ir digiriendo lentamente, pues atesora numerosas maravillas. De la época de Alfonso II se conserva una de las más bellas iglesias prerrománicas de Europa, San Julián de los Prados, o Santullano como la llaman los ovetenses, con una decoración pictórica de influencia romana. Sobre el monte Naranco se alzan otros dos edificios emblemáticos, en este caso construidos bajo el reinado de Ramiro I. Son la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo y el vecino palacete de Santa María, uno de los escasos ejemplos de este tipo de edificios civiles. Y no olvidemos su hermosa catedral gótica, foco neurálgico de la peregrinación, con importantes restos prerrománicos, como la Cámara Santa y unas reliquias entre las que destaca la que se ha convertido en el símbolo de Asturias: La Cruz de la Victoria.

GettyImages-1141963786. Los primeros paisajes hasta Grado

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Los primeros paisajes hasta Grado

El itinerario del camino que se inició en la Alta Edad Media seguía las antiguas vías de comunicación romana, como atestiguan los abundantes yacimientos de esa época. A la altura de Premoño, por ejemplo, merece la pena desviarse a las termas de Valduno, del siglo ii.

 

La construcción del puente medieval de Peñaflor resultó esencial para salvar el río Nalón y llegar a Grado, con carta fundacional de mediados del siglo xiii otorgada por Alfonso X, que fue creciendo a expensas del Camino. Grado goza hoy de un nuevo albergue de peregrinos y de numerosos edificios de gran valor arquitectónico, como el palacio de Valdecarzana, el de la Marquesa de Fontela o las numerosas casas de indianos que volvieron enriquecidos de América a finales del siglo xix. Se alinean a lo largo de la avenida principal, por la que avanza el peregrino.

 

Antes de abandonar Grado no se nos puede olvidar probar el dulce tocinillo de cielo, una experiencia para los sentidos, ni proveerse de afuega’l pitu, queso con denominación de origen de la zona y uno de los más antiguos de Asturias.

shutterstock 1163969281. El monasterio resucitado de Cornellana

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El monasterio resucitado de Cornellana

Salimos en dirección al alto del Fresno bajando hasta el río Narcea, para cruzarlo y entrar en Cornellana/Curniana, donde se encuentra el magnífico monasterio de San Salvador, Patrimonio de la Humanidad. Fundado en 1024, fue cedido a la orden benedictina de Cluny y dinamizó la vida de la aldea hasta la desamortización de Mendizábal en 1835. Gracias a la movilización popular, en 2013 la techumbre del edificio se reformó para proteger la estructura y hoy acoge un albergue de peregrinos. El relieve de una osa amamantando a un bebé en la puerta del huerto alude a una leyenda local.

shutterstock 2027766614. La recompensa de Salas

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La recompensa de Salas

Siguiendo el río Nonaya llegamos a Salas, donde suele concluir la segunda etapa. El patrimonio de esta importante encrucijada de caminos es de primer orden. Destaca la torre defensiva (siglo xiv) asociada a la pacificación de ese territorio. A ella se une el palacio de los Valdés-Salas (siglo xii), unido todo ello por un arco que respeta el paso de la ruta jacobea. En el Museo de San Martín se encuentran los restos de una iglesia prerrománica muy anterior. Desde aquí nos encaminamos hacia el alto de La Espina, no sin antes aprovisionarnos con carajitos del profesor, deliciosas y energéticas pastas a base de avellanas, azúcar y clara de huevo.

A partir de Salas hay que ascender 420 metros, entre zonas boscosas. En el alto, magníficas vistas del concejo de Tineo compensan el esfuerzo con creces. Estamos en una zona vaqueira, de ganaderos trashumantes, y conforme avanzamos pasamos frente a casonas, molinos de agua, cruceros y ermitas.

GettyImages-658575006. Bienvenidos a territorio vaqueiro

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Bienvenidos a territorio vaqueiro

A partir de Salas hay que ascender 420 metros, entre zonas boscosas. En el alto, magníficas vistas del concejo de Tineo compensan el esfuerzo con creces. Estamos en una zona vaqueira, de ganaderos trashumantes, y conforme avanzamos pasamos frente a casonas, molinos de agua, cruceros y ermitas.

Tineo/Tineu goza de interesantes edificios en su casco antiguo, como la iglesia de San Pedro, del siglo xiii, parte del antiguo convento franciscano en el que se ubica el interesante Museo de Arte Sacro o la torre bajomedieval del Palacio de los García de Tineo.

Sin embargo, la joya de concejo se encuentra algo al norte de la senda. En un paraje entre bosques descendemos hasta el monasterio de Santa María la Real de Obona. Se trata de una visita inexcusable para los peregrinos ya que el alojamiento allí era obligado por disposición real de Alfonso IX; esta y otras prebendas hacia los peregrinos permitió que el monasterio atesorase grandes riquezas. Toca ahora desandar un corto trecho cruzando el arroyo de Obona y ascender hasta el pueblo de Villaluz. Antes de partir es habitual probar el chosco de Tineo, un embutido de cerdo curado y ahumado.

iStock-1331972069. Allande entre puertos

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Allande entre puertos

Estamos en el corazón de la Asturias occidental, tierra de brumas, leyendas y tradiciones ancestrales. A lo largo de sierras y bosques avanzamos por un paisaje de media montaña, cruzando de vez en cuando alguna aldea o caserío en plena soledad. Tras el Alto de Lavadoira (815 m), límite con el concejo de Allande, descendemos entre hayedos y abedules a su capital, Pola de Allande, dominada por el imponente Palacio de Cienfuegos, construido entre los siglos xiv-xvi.

Conocedores ya de esta accidentada pero bella tierra, con continuas subidas y bajadas, el Puerto del Palo (1146 m) no nos amedrenta. Supone un ascenso ininterrumpido por un paisaje de grandes dimensiones. Sierra tras sierra y valle tras valle se van perdiendo en la lejanía, inundándolo todo de una sensación de íntima paz. Pasado el puerto se atraviesa el pueblo de Montefurado, nombre proveniente de las antiguas extracciones de oro que los romanos llevaron a cabo en estos montes.

GettyImages-1023666728. Grandas y el poderoso pantano de Salime

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Grandas y el poderoso pantano de Salime

Después de Berducedo, La Mesa y el gran embalse de Salime se llega a Grandas. Aquí no podemos dejar de visitar su excepcional museo etnográfico. Es como dar una vuelta al pasado más inmediato pero, a la vez, sorprendentemente lejano.

Las montañosas tierras astures tocan a su fin y, tras el alto del Acebo (1030 m), nos internamos por un territorio más dócil y suave, salpicado de pequeñas explotaciones agrarias y ganaderas. Fonfría, Paradonova y A Fonsagrada van saludando al peregrino, que ya lleva muchos pasos y está cada vez más próximo a Santiago.

iStock-1364919005. A Fonsagrada y su culto al agua

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A Fonsagrada y su culto al agua

Tras una semana de camino, A Fonsagrada nos recibe con la fonte sacra, que da nombre a la villa, situada tras el ábside de la iglesia de Santa María. La actual estructura data de 1882. Su título como fuente sagrada viene de varias leyendas, como la que afirma que llegó a manar leche, o que tras la ayuda a una peregrina santa esta obró un milagro haciendo brotar agua de unas rocas. La contrapartida terrenal podría ser el embutido del butelo. La esbelta cascada de Vilagocende se halla unos 6 km más al sur.

shutterstock 1458860015. Lugo más allá de su milenaria muralla

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Lugo más allá de su milenaria muralla

Augusta, a donde llegamos en la novena jornada. Lugo es una desconocida para el gran público a pesar de sus muchos atractivos. Lo primero que llama la atención poderosamente es la impecable muralla romana que la cierne, testimonio de su inequívoco origen, que también podemos observar en las termas o en el puente romano.

Lucus Augusta se reinventará después de la caída del Imperio con nuevas energías. En época medieval devino un centro de gran importancia con un especial peso sobre el Camino Primitivo. Ejemplo de ello es su monumental catedral erigida en el siglo viii, posiblemente sobre una construcción romana. Aunque el edificio que visitamos es una mezcla de estilo románico y gótico, su actual fachada se levantó en el siglo xviii bajo una estética neoclásica.

Pero en Lugo no todo es arte e historia. Para reponer fuerzas e impregnarse de los sabores y aromas de la ciudad, nada mejor que tomar una tapa y un vino de la Ribeira Sacra en las concurridas y estrechas calles del casco antiguo. Como platos más sustanciosos destacan la empanada, el caldo gallego o el lacón con grelos.

tg carrusel cabecera grande. Hallazgos sacros en la Galicia Rural

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Hallazgos sacros en la Galicia Rural

Aunque cueste, hay que dejar Lugo. Lo hacemos tomando la primitiva vía romana que la unía con Iria Flavia. Hoy, como en otras tantas calzadas romanas, las losas se han cubierto por asfalto pero es posible imaginar a ciudadanos y soldados romanos o posteriormente peregrinos y comerciantes avanzando a lo largo de estas tierras.

Estamos en el valle del río Mera, en pleno corazón de la Galicia rural, disfrutando de bellos edificios vinculados al Camino Primitivo. Es el caso de la iglesia de San Vicente do Burgo -en la imagen-, que fue hospital de peregrinos y es un hermoso ejemplo del barroco gallego, o la pequeña iglesia de San Miguel en Bacurín, estupendo modelo del románico rural en cuyo frente se encuentra un típico pazo amurallado.

Otro edificio singular, Santa Eulalia de Bóveda, merece desviarse un par de kilómetros. Se trata de los restos de un santuario tardo-romano (siglo iii), probablemente dedicado a la diosa Cibeles y convertido luego en iglesia cristiana con elementos artísticos del periodo visigodo, alrededor del siglo vi.

GettyImages-114314527. Ulloa y sus pazos

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Ulloa y sus pazos

Penetramos ahora en la comarca de Ulloa, fuente de inspiración para la famosa novela de Emilia Pardo Bazán Los Pazos de Ulloa. Más concretamente fueron los alrededores de Palas de Rey el envoltorio de esta extraordinaria obra que se desarrolla en la Galicia profunda del siglo xix. También López Ferreiro y Álvaro Cunqueiro miraron a este municipio para escribir alguna de sus mejores novelas.

Aunque haya que desviarse de la senda rumbo sur, en esta comarca se levanta uno de los más importantes referentes del románico gallego, el monasterio de San Salvador de Vilar de Donas, una pequeña joya del románico tardío (siglo xiii). Sus pinturas murales de estilo gótico del siglo xv se integran en uno de los conjuntos más completos y mejor conservados de Galicia.

shutterstock 1248920662. De Melide a Santiago

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De Melide a Santiago

Nos aproximamos a Melide donde el Camino Primitivo entronca con el Francés, como dos ríos en busca de su desembocadura en Santiago de Compostela. Peregrinos de todo el mundo pasan por esta encrucijada políglota. El trajín contrasta con la soledad y el silencio a los que nos habíamos acostumbrado. Sin embargo ahora podremos disfrutar de más compañía y de las experiencias que otros romeros comparten. Y un poco más adelante, en Arzúa, conectaremos con otro de los caminos jacobeos, en este caso el de la Costa, que destila otras visiones, experiencias y emociones diferentes de la ruta jacobea.

Aunque ya se respira el aroma de Santiago de Compostela, a tan solo 39 km, todavía falta un último esfuerzo. El camino se va llenando cada vez más de simbolismo: vieiras, cruceiros e imágenes del Apóstol nos van saliendo al paso conforme nos acercamos al Monte do Gozo. En él por primera vez nuestra mirada se quedará fija y pensativa en el horizonte, pues 5 km más allá se divisa la Catedral de Santiago, el final del viaje. Sin embargo no hay de qué apenarse porque el objetivo no es Santiago en sí, sino la propia experiencia del Camino.