El Camino Primitivo está considerado el más tranquilo y natural. Las etapas presentan mayores desniveles, pero discurren entre bosques primigenios, jalonados por antiguos templos románicos.
Todo empezó allá por los primeros años del siglo ix cuando el obispo Teodomiro, responsable de la diócesis de Iria Flavia en el extremo occidental del incipiente reino astur –20 km al sudoeste de la actual Santiago–, le lleva al rey Alfonso II la noticia de que un ermitaño, tras ver unas extrañas luces, ha descubierto lo que todos los indicios aseguran que son los restos del apóstol. Ante semejante hallazgo el rey asturiano no tarda en prepararse para verlo con sus propios ojos, iniciar la primera peregrinación de la historia a Santiago y levantar un templo. De esta forma Oviedo se convertirá en el punto de partida para peregrinar a la tumba del apóstol. Pronto la noticia se extenderá por otros reinos de la cristiandad y nuevos caminos se adentrarán por el oeste de la Europa cristiana. Sin embargo, Oviedo nunca perderá el privilegio de ser el origen del Camino.