Se trata de la ruta más antigua, la más concurrida y la más popular de todo el viejo continente, y no es para menos. Personajes de la talla de Carlomagno forman parte de la historia de esta vía que parte desde los Pirineos Occidentales, cruza el norte de la península y concluye en la Catedral de Santiago de Compostela. Con el paso del tiempo, han surgido hasta nueve rutas anexas (llamadas jacobeas) que conectan con la original a lo largo de todo el trayecto. En 2019, alrededor de 350.000 personas anduvieron por alguna de ellas marcando un reto histórico.
Llegar a Santiago es algo más que poner el broche a un camino, es una experiencia espiritual apta para todos los públicos, desde los que la recorren por motivos religiosos hasta aquellos que buscan superarse. Al fin y al cabo, el Camino se ha convertido en un acto de trashumancia urbana que ofrece la posibilidad de conectar con uno mismo y con el entorno natural.
En este sentido, la agencia de viajes especializada Tee Travel creó en 2017 el Camino de Santiago ‘Clean’, una forma sostenible de experimentar el viaje hasta tierras gallegas. El respeto por el medioambiente, generar el menor impacto posible y la conservación del entorno son los tres pilares en los que se fundamenta este movimiento que cada vez consigue más adeptos. De hecho, la iniciativa cuenta con un decálogo como si se tratase de los 10 mandamientos. Estos son algunos de ellos.