
VienaEn Viena uno puede empezar a soñar en el palacio de Hofburg y terminar de hacerlo en el de Schönbrunn,
HofburgMuseo de Sisícolección de plata imperial, una de las más valiosas del mundo
Josefsplatz, donde se alza la Biblioteca Nacional de Austria
En un microclima tropical, con cascadas y estanques,
Una pausa muy dulce
kaisermelangeEs imprescindible visitar el Museo Leopold para conocer la sensibilidad estética de inicios del siglo XXart nouveau
Ópera de Viena, una de las más activas del mundocasas de Mozart y de Strauss
es una ciudad para soñar. No en vano uno de sus hijos más ilustres, Sigmund Freud (1856-1939), otorgó a los sueños una gran importancia científica en el desarrollo de los seres humanos y de las civilizaciones.
inicio y final de un paseo por los monumentos más representativos de la capital austriaca.
es un buen lugar para comenzar a conocer la idiosincrasia de una ciudad cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. En este vasto conjunto de dependencias, museos, cafés, restaurantes y parques al que se accede desde la Michaelerplatz, el sector más célebre son los aposentos imperiales y el
. Allí se puede visitar el gabinete de Francisco José de Habsburgo y el dormitorio de su esposa, la emperatriz Isabel, un icono romántico y social dentro y fuera de Austria que aún despierta pasiones. Junto con los muebles estilo Luis XV, lo más destacado de este museo es la
. Justo enfrente se encuentra la Escuela Española de Equitación, que mantiene desde el Renacimiento sus métodos de doma y cuyos espectáculos hípicos –caballos primorosamente enjaezados que danzan al ritmo de la música clásica– son puro arte en movimiento.
Saliendo del Hofburg hacia la derecha, a unas decenas de metros, se llega a la
. La sala principal de este monumental edificio barroco mide ochenta metros de largo y casi veinte de alto, y contiene miles de libros así como una colección única de títulos sobre la Reforma y Lutero.
Se podrían visitar muchos otros museos dentro del perímetro de la Residencia Imperial de Hofburg: el Museo de Éfeso de arte turco y oriental, el Museo del Papiro, el Museo de Historia Natural, el Tesoro Imperial o la iglesia de los Agustinos, donde a cualquier hora suena música de Mozart o Haydn. Para descansar de tantas emociones estéticas e históricas una buena opción es la Casa de las Mariposas, que está situada justo detrás de la Biblioteca Nacional, en el parque Burggarten.
revolotean cientos de especies de mariposas, un sueño alado que relaja y que prepara para disfrutar del siguiente paso.
Cruzando el Burggarten apetece hacer un alto en un típico café vienés. Son establecimientos famosos por su decoración tradicional, su tranquilidad, sus bombones y tartas de chocolate y por sus especialidades cafeteras: café solo, con nata o un
, con yema de huevo, miel y coñac. Ya repuestos, a apenas diez minutos a paso tranquilo se llega a la Museumsplatz, que ejerce de entrada al Museumsquartier o barrio de los Museos.
, sobre todo la expresionista y el
; y después contemplar desde su terraza una vista espléndida de la parte antigua de Viena, con la aguja gótica de la catedral de San Esteban apuntando al cielo. Atravesando la calle Museumsplatz está el Museo de Arte Moderno (Mumok), que continúa contando la evolución del arte hasta el siglo XXI.
Bajando por esta misma calle y luego hacia el norte por la Opperngasse se llega a la
pues ofrece representaciones casi cada día del año. Hay que tener en cuenta que la ópera es casi una religión en esta ciudad consagrada a la música –el Danubio, el río operístico por antonomasia, la atraviesa–, en la que se pueden bailar valses en muchos parques, asistir a conciertos proyectados sobre pantallas gigantes en plazas o visitar las
. Las entradas de pie son tan económicas que merece la pena escuchar una ópera en directo.
La Ópera de Viena es una de las más activas del mundo pues ofrece representaciones casi cada día del año
A la salida de la Ópera una opción es subir al tranvía número dos para recorrer cómodamente la denominada Ringstrasse. Esta avenida de más de cinco kilómetros de longitud abraza el casco antiguo y alberga algunos de los edificios más emblemáticos y lujosos de Viena. Concebida por el emperador Francisco José como la muestra visible del poder y del fasto imperial, en ella se erigen la propia Ópera, el Ayuntamiento, el Parlamento, el Burgtheater, la Universidad, la Bolsa y el Museo de Artes Aplicadas, entre otros. Construidos durante la segunda mitad del XIX, los edificios de esta avenida abarcan una amalgama de estilos (neorrenacentista, neobarroco, gótico flamenco) tan peculiar que los especialistas han acabado denominándolo estilo Ringstrasse. Merece la pena fijarse en los detalles de sus fachadas e interiores, repletos de curiosidades, como figuras escultóricas, remates y combinación de colores.
El Edificio Secesión es, sin duda, uno de los más singulares del entorno de la Ópera. Erigido en 1898 para albergar las exposiciones del movimiento modernista vienés (jugendstil o secesión), es un bloque cuadrado coronado por una cúpula de flores y hojas de metal entrelazados. El Friso de Beethoven, de Gustav Klimt, es la obra más conocida de su colección de arte contemporáneo y experimental. Otra muestra de estilo jugendstil aparece en los Pabellones Karlsplatz, las dos salidas de metro que diseñó en esa plaza Otto Wagner, el arquitecto más famoso del movimiento.
Al otro lado de la plaza, la iglesia dedicada a San Carlos Borromeo (Karlskirche) devuelve al viajero al neoclasicismo monumental, con su frontón y las dos columnas que flanquean la entrada. Para completar la visión de conjunto de la arquitectura vienesa hay que subir al tranvía y llegarse hasta el edificio de apartamentos que en 1985 diseñó Friedensreich Hundertwasser. Su fachada de colores, con elementos árabes y mediterráneos constituye una de las manifestaciones más originales de Viena.

Navidad en el Rathaus
En época navideña, la explanada frente al neogótico consistorio se llena de puestos
Antes de dar el salto al palacio de Schönbrunn, donde terminará este paseo por una de las ciudades más hermosas de Europa, es aconsejable pasar una tarde en la plaza del Ayuntamiento o Rathaus.
que venden adornos y también las deliciosas salchichas vienesas, aderezadas con salsas y vasos de vino dulce caliente, ideales para combatir los rigores del invierno.
Conviene reservar toda una mañana para el palacio de Schönbrunn, la residencia de verano de los Habsburgo. Situado en la antigua zona extramuros de la ciudad, está conectado con el centro a través de tranvía, metro y autobús. Como sucedía en el Hofburg, los fastos imperiales acaparan todo el protagonismo. Los aposentos imperiales están repletos de obras de arte: la Gran Galería o sala de los Banquetes deslumbra con su techo decorado con frescos; el Museo de las Carrozas exhibe la que usaba la emperatriz Sisí cuando fue asesinada en Ginebra; y en sus inmensos jardines hay laberintos rococós, invernaderos de plantas exóticas y el zoológico más antiguo del mundo, de 1872.
Para terminar este sueño vienés lo mejor será subir las escalinatas de mármol que, en medio del parque, llevan hasta la Glorieta. Es un magnífico lugar para tomarse un café acompañado por una tarta sacher, una apfelstrudel (hojaldre relleno de manzana) o un par de cremeschnitte, unos buñuelos de crema que verdaderamente parecen sacados de un sueño.