Encaramada sobre el valle de Benasque y con vistas a la mayor concentración de tresmiles de toda la cordillera, Cerler es una pequeña localidad alto–aragonesa de la que poco se había hablado antes de la década de 1970, cuando no era más que un conjunto de casas apiñadas de difícil acceso. Tras convertirse en la estación de esquí más alta del Pirineo aragonés y con el mayor desnivel esquiable de la cordillera, la historia del pueblo y la vida de sus habitantes dio un giro radical.