Chepe, el tren que atraviesa un México aún por descubrir

En las Barrancas del Cobre no hay pirámides, no hay catrinas, no hay mariachis... pero sí unos paisajes asombrosos que se conquistan desde estos vagones.

El corazón de la Sierra Madre Occidental es un paraje árido, tan extremo que en cuando llueve, nieva, y cuando aprieta el sol se superan con facilidad los 44º. Una oscilación también geográfica, ya que en 200 kilómetros en línea recta se pasan de los 2.300 metros de sus montañas más altas a los 0 del nivel del mar. Este enclave, que comparten los estados de Chihuahua y Sinaloa, es una combinación de paisajes, mar y montaña, de dos culturas, tarahumara y yoremes, que sin haber construido pirámides permiten conocer otro México. ¿Cómo? A bordo de Chepe, un tren turístico que atraviesa barrancas, valles vertiginosos e hipnóticas planicies a través de 37 puentes y 86 túneles en un recorrido de más de 350 kilómetros. 

 

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iStock-1037996344. Creel y la magia de la naturaleza

Foto: iStock

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Creel y la magia de la naturaleza

Creel, pueblo mágico del estado de Chihuahua, es la primera parada (o la última) del ferrocarril de las Barrancas del Cobre, más conocido como el tren del Chepe. El gran protagonista aquí es, precisamente, la estación de tren que preside la única plaza y alberga el museo Tarahumara de Arte Popular que merece una visita. El resto no es mucho más que una calle principal repleto de tiendas de souvenirs, restaurantes, hoteles que hace que Creel no sea un amor a primera vista por ser demasiado turístico y quizá lo de pueblo mágico le queda grande. Esta percepción cambia radicalmente cuando se exploran sus alrededores. Aquí sí puede decirse que existen valles encantados con formaciones rocosas tan dispares que parecen hechas por arte de magia, como es el Valle de los Monjes, el de las Ranas o de los Hongos. En la misma zona, se halla el lago de Arakeko o la espectacular cascada de Cusaráre cuyo salto de agua supera los 30 metros.

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Foto: Hoteles Balderrama

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Conociendo a los "pies ligeros"

Creel es ideal para conocer de cerca la cultura tarahumara (o rarámuris como se llaman a sí mismos y que se podría traducir como "el de los pies ligeros") ya sea a través del museo que se ubica en la estación de tren o bien visitando cuevas-vivienda en que un guía explica cómo viven y su particular manera de ver la vida. Son muy reservados pero se les distingue muy bien por los vestidos de colores vivos que llevan las mujeres y venden artesanías hechas con hojas de pino. En cambio, los hombres trabajan en el campo y apenas se les ve.

Pocos viajeros se fijan que el logo del Chepe es un pie con una sandalia. Los tarahumara, con lengua y cultura propia, desarrollaron una gran habilidad para adaptarse al desnivel del terreno de las Barrancas del Cobre y son capaces de correr grandes distancias (más de 300 km sin parar) con sandalias hechas con tiras de cuero y neumáticos de automóvil, y alimentándose solamente con agua de chía, tesgüino (cerveza de maíz) y pinole (grano de maíz pulverizado). Por algo rarámuri significa “pies ligeros” y han ganado maratones internacionales.

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Foto: Parque Aventura de las Barrancas

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Aventuras en la sierra

Disfrutar de la Sierra de Tarahumara a través del Chepe o desde un hotel con mirador es algo increíble pero las sensaciones se multiplican si se visita el parque de Aventuras de las Barrancas. Aquí el viajero es una parte activa de esta belleza natural y la diversión está asegurada. La joya de la corona es el teleférico, el más largo del mundo sin torres intermedias de tres km de punto a punto y a una altura de 280 m. Aquel que desee sobrevolar las montañas como un pájaro libre la tirolesa tipo zip rider se lo pone fácil. Se trata de la segunda más larga del mundo con una longitud de 2554 m en que se supera la velocidad de 100 km/h. Quien prefiera algo más duradero y que implique resistencia física puede hacer la vía ferrata que incluye un salto de Tarzán, o disfrutar del bosque aéreo con 12 puentes colgantes entre copas de árboles. El parque ofrece también diferentes rutas de senderismo. El broche de oro a este día inolvidable lo pone el restaurante con grandes ventanales y suelo de cristal para disfrutar de las magníficas vistas mientras se degusta platos regionales.

Mision (4). Una historia de superación... y un mirador asombroso

Foto: Hoteles Balderrama

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Una historia de superación... y un mirador asombroso

Bahuichivo, tercera parada de este recorrido a solo una hora y media de la anterior, se halla a 20 minutos en coche de Cerocahui. Este pueblo que presume de un clima privilegiado y de estar siempre rodeado de montañas verdes, fue fundado por un misionero jesuita en 1680. Su mayor atractivo es la iglesia, Misión San Javier, que fue reconstruido en 1950 por el padre Andrés Lara cuando aquí solo habitaban 12 personas. El proyecto inicial era una simple restauración, pero se acabó añadiendo la torre del campanario y revistiendo el edificio de cantera rosa. Hoy en día es un imponente templo presidiendo una gran plaza con una cruz en medio. Con la misma piedra rosada, mandó construir la carretera y un túnel desde la estación del tren evitando así el aislamiento de Cerocahui. Su gran logro, sin embargo, fue la creación de un internado junto a la escuela para que las niñas rarámuri tuvieran acceso a la educación que hoy en día sigue funcionando y que el pueblo se siente orgulloso.

Como Cerocahui se visita rápido, no quedar otra que ir al mirador más espectacular de las Barrancas del Cobre, que es el Cerro del Gallego, a solo una hora en coche y con vistas al cañón de Urique, el más profundo de Norteamérica. Hospedarse en el Hotel Misión Cerocahui, ubicado al lado de la iglesia, es también disfrutar de los valles fértiles de esta zona degustando los vinos de su propia bodega exclusivos de esta cadena.

1920-1080-max. El corazón de la aventura

Foto: Hoteles Balderrama

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El corazón de la aventura

El tramo de Bahuichivo a El fuerte, es el más largo (más de cuatro horas) y con las vistas de los paisajes más espectaculares. Mientras que la mayor parte del recorrido discurre paralelo a la carretera, en este solo se accede a través del ferrocarril y es donde más puentes y túneles se atraviesan. Es como si el tren se mimetizara con el entorno consiguiendo así una conexión especial con la esencia de la Sierra Tarahumara.

Fuerte (15). Entre El Fuerte y el río

Foto: Hoteles Balderrama

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Entre El Fuerte y el río

Tras un viaje hipnotizante, se llega al pueblo mágico El Fuerte, en el estado de Sinaloa. Con un marcado aire colonial dispone de bastantes atractivos tanto culturales como naturales. Debe su nombre a la construcción de una fortaleza, en 1610, por los conquistadores españoles para protegerse de los indígenas guerreros, los Yoremes. El museo El Fuerte es justo una réplica de dicha construcción donde cuenta la historia de este pueblo. Aunque el protagonista absoluto de esta villa es Don Diego de la Vega, nacido y criado aquí, más conocido como El Zorro. Tanto es así que abundan personajes disfrazados de este mítico justiciero donde explican la leyenda mientras el viajero está cenando en algún restaurante. La siguiente parada y última es en la ciudad costera de Los Mochis, en el Mar de Cortés, cerca del puerto de Topolobampo, donde parten ferrys hacia Los Cabos, un destino playero paradisíaco muy poco conocido. Y es que este viaje nos descubre un México desconocido, sin pirámides, sin catrinas y hasta paisajes con nieve.

Chepe (4). El Chepe, un viaje sin improvisaciones

Foto: Hoteles Balderrama

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El Chepe, un viaje sin improvisaciones

El tren del Chepe es una experiencia inolvidable pero antes de reservar debe tenerse en cuenta algunos datos. Existen dos tipos: el Chepe Express y el Chepe Regional. Ambos son medios de transporte, pero el primero con infraestructura turística y el segundo, con más paradas y enfocado a la gente local, no es posible reservar por Internet.

Cuadrar bien las fechas es la clave para que esta experiencia sea perfecta. El tren sale una vez al día y en temporada baja no circula ni miércoles ni jueves. Si se compra el recorrido entero, desde Creel hasta Los Mochis (o viceversa) el pasajero tiene derecho a tres paradas sin coste, siempre y cuando lo indique en el momento de la reserva. En el Express, dispone de tres clases: primera, ejecutivo y turista. En primera incluye un almuerzo, snacks y bebidas no alcohólicas. Además, se accede al exclusivo bar-terraza, el único sitio donde las ventanas permanecen abiertas, ideal para fotografiar sin que interfiera el cristal. Es un espacio con barra de bar y música donde impera el buen rollo y las ganas de pasarlo muy bien. Al fin y al cabo, son esos momentos que hacen que un viaje sea especial.

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