Siete décadas de oficio, 1.114 diseños y 532 obras construidas confirman a Frank Lloyd Wright (1867-1959) como uno de los arquitectos más influyentes y prolíficos de la historia. Nacido en Wisconsin, se trasladó a Chicago en 1887 para trabajar como dibujante de un estudio y, seis años más tarde, abrió su propio despacho y empezó a firmar proyectos. Por aquel entonces imperaba el gusto por el neoclasicismo y los diseños de Wright encarnaban todo lo contrario, un estilo nuevo en el que los edificios estaban directamente vinculados a su función y al entorno. Él lo denominó "arquitectura orgánica" y, junto al concepto de "la planta libre", en la que predominan los espacios abiertos e intercomunicados, dio origen a una arquitectura genuinamente americana, alejada de la europea.
Los edificios que Wright construyó en la ciudad de Chicago y sus alrededores muestran las líneas maestras de su estilo: la arquitectura como un concepto completo, en el que los materiales, la estructura, el paisaje e incluso la decoración interior están íntimamente relacionados entre sí. La Robie House, en el barrio de Hyde Park, es el mejor ejemplo del llamado estilo de La Pradera, de líneas horizontales y amplios espacios. O el Unity Temple y la Casa Estudio de Wright, en Oak Park, donde desarrolló conceptos que aplicó años después, como el uso de las formas helicoidales tan evidentes en el Guggenheim de Nueva York y que tanto recuerdan la obra de Gaudí.
En 2017 se conmemoraron 150 años del nacimiento de F. L. Wright y varios museos como el MoMA de Nueva York y las fundaciones dedicadas al arquitecto prepararon retrospectivas sobre su obra.
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