Más allá de su finalidad práctica, que no es otra que la de conectar dos puntos separados por un vacío, los puentes también son arte, y desde siempre, el arte es ha sido un reclamo perfecto. China es consciente de su potencial, y por ese motivo ha dedicado los últimos 15 años a construir algunas de las pasarelas más impresionantes del mundo. De hecho, varias de ellas ostentan récords Guinness, aunque todas tienen un denominador común: su magnitud.
Quizás si no fuera por sus dimensiones resultaría extraño, pues el gigante asiático no recibe ese apodo gratuitamente. Todo en China es a lo grande. Se trata del país más poblado del mundo, cerca de 1,500 millones de personas viven allí. Mientras, España apenas llega a los 50. Monetariamente, sus cifras también son de escándalo. Según los últimos datos, China es el mayor exportador del mundo y la segunda mayor economía. Incluso culturalmente es posible observar lo exacerbado de todo lo que produce. Un ejemplo es el buda del templo de la primavera, el más grande del mundo, o los más de 8.000 guerreros de Xian que el emperador Qin Shi Huang mandó construir para protegerle en el más allá.
Ahora, en Lianzhou, en la provincia de Guangdong, se estrena otra obra magna, símbolo del poder de un país decidido a capitalizar todos los rankings, también el del turismo. Allí cuelga ya el que es el puente colgante de vidrio más largo del mundo sobre el área natural conocida como el "corredor pintoresco en la región de Lingnan".