Más de 1.400 millones de viajeros se movilizan cada año de un lado a otro del planeta. Recorrer el mundo, sea con la finalidad que sea, ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una realidad. En consecuencia, viajar es hoy una industria indiscutiblemente lucrativa pero con una cara B cada vez más visible: las emisiones de contaminación asociadas al turismo están empeorando la emergencia climática. El turismo sostenible ya no es solo una pieza al alza o un capricho de pequeños hoteles que va más allá de un cartelito en el baño que invita a reutilizar toallas; El turismo es responsable del 8% de las emisiones de gas invernadero vinculadas al cambio climático. Aún así, las ganas de viajar y los medios para hacerlo son cada vez mayores. “To travel is to live”, decía Hans Christian Andersen.