Con temperaturas que van desde los -25ºC a los a -15 ºC durante el invierno, puede sonar a bravuconada, pero una vez en Rovaniemi, lo cierto es que tampoco hace tanto frío como uno podría pensar de la Laponia finlandesa. Puede que sea debido a la cálida hospitalidad de la región, a su ambiente universitario o al brillo navideño que baña el norte de Finlandia durante prácticamente todo el año, con una presencia constante de Papá Noel.
1. Por conocer a Papá Noel en cualquier época del año
Oficialmente, Rovaniemi es la ciudad natal de Papa Noel y la aldea donde habita, situada en el Círculo Polar Ártico, una atracción turística que cada año atrae a más de 500.000 visitantes de todos los rincones del mundo. La Santa Claus Village está abierta todos los días del año y aunque su hogar original se encuentra en la misteriosa localidad de Korvatunturi, en Rovaniemi existe desde 1985 esta sucursal turística donde, para deleite de sus visitantes, todo el año es Navidad.
Esta especie de parque temático navideño es hoy uno de los lugares más visitados de toda Finlandia y en su interior, además de tiendas y restaurantes, se pueden vivir todas las experiencias navideñas inimaginables. Aquí las reuniones, y las sesiones fotográficas, con Santa, los avistamientos de auroras boreales y los paseos en renos se combinaron con la cálida hospitalidad de la Laponia.

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2. Por descubrir la cultura Sami
Y a pesar de que hoy pueda parecer una ciudad moderna y cosmopolita, que lo es, Rovaniemi no siempre ha sido así, y nada tiene que ver la Segunda Guerra Mundial. En sus orígenes, justo aquí, en la cúspide del Círculo Polar Ártico tan solo existían un grupo de aldeas donde los Sami, llegados de otros puntos de Escandinavia o Rusia, dependían de la agricultura, la ganadería y la tala para mantener con vida a sus familias durante los duros inviernos con la única compañía y ayuda de sus renos.
Y a pesar de que lo que hoy conocemos como Laponia poco tiene que ver con la cultura Sami, muchas de sus tradiciones han sobrevivido hasta nuestros días. Así que además de poder visitar algunos de los asentamientos, en el museo Arktikum también se documenta gran parte de la historia de los Sami, su respeto hacia la naturaleza y su extrema capacidad de supervivencia en algunos de los lugares más hostiles del planeta.

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3. Por las apasionantes experiencias y aventuras bajo cero
Rovaniemi ha logrado lo que parecía imposible: atraer turistas al Círculo Polar Ártico en pleno invierno, y lo ha hecho no solo gracias a la Navidad. El atractivo invernal de la Laponia no se limita a Papá Noel, sino que el frío, la nieve y el hielo también ayudan, amén de un paisaje singular digno de la perfecta imagen de postal.
En Laponia también se puede disfrutar de una gran cantidad de deportes al aire libre perfectos para bajas temperaturas y subidas de adrenalina. Con casi 400 km2 de pistas no es de extrañar que el esquí sea uno de los deportes más practicados por locales y turistas. Escalada o un simple paseo en raquetas por cualquiera de los bosques nevados de los alrededores de la ciudad convierten a Laponia en general y a Rovaniemi en particular en el perfecto destino invernal.
Aunque no es apto para pusilánimes, darse un chapuzón en los ríos de Rovaniemi garantiza una mejora de la circulación sanguínea además de un tonificante comienzo del día. No obstante, sus aguas están a pocos grados por encima del punto de congelación. Más que un deporte, se trata de casi una religión entre la cultura local a la que cualquier turista está invitado, tan solo hay que desearle suerte.

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4. Por estar dentro de una cabeza de reno
No todo ha sido alegría en Rovaniemi. La capital de la Laponia finlandesa sufrió las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y fue prácticamente destruida, aunque en una ciudad con suerte esto también tuvo su parte positiva: Rovaniemi fue reconstruida según el plan arquitectónico de Alvar Aalto quien, inspirado por el paisaje y la vida silvestre de Finlandia, se fijó en el animal más querido del país para su trazado, de ahí que la ciudad cuente con un original diseño que, visto desde arriba, dibuja la cabeza y los cuernos de un reno.
En 1950, hasta Eleanor Roosevelt, esposa del Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, visitó Rovaniemi para ser testigo del proceso de reconstrucción. La genialidad de la visión del considerado como uno de los mejores arquitectos de Finlandia hizo que el centro de Rovaniemi quedara dentro de la cabeza de un reno, con el estadio deportivo de Keskuskenttä en el ojo. Las carreteras que conducen al norte, al oeste y al sur son las que forman la cornamenta.

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5. POR visitar EL GRAN MUSEO DEL ÁRTICO
Además de por su trazado, la capital de Laponia también atrae numerosos viajeros gracias al Museo Regional de Laponia y, cómo no, al Centro de las Ciencias Árticas, el Arktikum, en cuyo interior se cuenta con todo detalle la historia del Ártico y su supervivencia. Diseñado por el grupo danés de arquitectos Birch-Bonderup & Thorup-Waade, la tubular silueta del edificio representa un dedo congelado apuntando al norte, que forma una de las estructuras más reconocibles de la ciudad. Es la historia de un lugar que pasó de los escombros del conflicto al atractivo destino que es hoy, y donde se refleja el extraordinario espíritu de una ciudad que sobrevive al borde de la civilización.