El Pirineo aragonés tiene lugares mágicos y maravillosos para perderse en otoño. Bastaría sólo con el espectáculo otoñal que supone el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido para tener al alcance una galaxia natural de extensas alfombras de hojas caídas y una luz mágica, filtrada por los dorados de las hayas, abedules y chopos, o por los rojos de los arces, siempre con el permanente correr del agua de los ríos y de las cascadas. Pero es que, además, en Huesca hay muchos otros lugares donde vivir el otoño en toda su intensidad.