Blancura natural

Cinco pueblos de Córdoba para desconectar entre paisajes rurales

Estas localidades rurales salvaguardan la esencia más tradicional de la provincia.

Es tal el esplendor monumental de la antigua ciudad de los califas que podría pensarse que su brillo oculta el resto de las localidades de la provincia de Córdoba. Nada más lejos de eso. Alrededor de la capital -la única ciudad del mundo con cuatro patrimonios de la humanidad- hay una constelación de pequeños pueblos que brillan con carácter propio, mantienen su esencia rural, bañados de luz cálida, blancos, flotando en un mar verde de olivos. Estos cincos pueblos de Córdoba son un buen ejemplo.

La Mezquita de Córdoba en 90 segundos
Cinco pueblos de Córdoba para desconectar entre paisajes rurales

Zuheros: y la cueva de los murciélagos

Zuheros es un pueblo que aparece con su frente de casas blancas escoltadas por la silueta de su castillo-palacio que se confunde con el agreste paisaje del cañón del Bailón y el cerro del Zumacal que tiene como telón de fondo. Esta pequeña localidad de no más de 700 habitantes, ubicado en la zona de la Subbética Cordobesa, ha sabido protegerse de los embates de la modernidad. Se salvaguarda su esencia en parte gracias a la labor que hizo en su día Juan Fernández Cruz, el boticario. Siempre pendiente cuando veía a algún vecino ir a tirar los trastos viejos de la casa, fue recogiendo los que consideró más valiosos. Hoy hay más de 3000 objetos expuestos en el edificio de cuatro plantas del Museo de Costumbres y Artes Populares, en el Edificio “Casa Grande”.

Otro de los reclamos turísticos más populares de Zuheros es la Cueva de los Murciélagos, un yacimiento arqueológico declarado Monumento Natural Mixto y Bien de Interés Cultural que supone todo un viaje al centro de la Tierra, a la búsqueda de los más remotos orígenes de la humanidad. 

Iznajar
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IZNÁJAR: Érase una vez un pueblo pegado a un embalse

Iznájar está ubicada en uno de los entornos más bellos de la Subbética. Arropado por la sierra, aparece como una pequeña península rodeada de agua por el embalse. Inaugurado en 1969, es conocido como “el lago de Andalucía”. Aunque cuando llegó por estas tierras por primera vez el poeta Rafael Alberti, el lago aún no estaba y el paisaje era muy diferente al que se puede ver hoy desde el Mirador de la Villa, en pleno casco histórico, junto a la Sala-Museo Antonio Quintana, de la Sierra de la Ventanas y del arroyo de Priego. Sólo cuando el embalse no se encuentra en su máxima capacidad, el paisaje vuelve al pasado, viéndose el Puente Molinillo y la antigua carretera.

Pero el embalse no es ni mucho menos el único reclamo de Iznájar. Pasando por debajo del gran botarel con arbotante que aguanta el crucero opuesto a la torre de la Parroquia de Santiago Apóstol, un camino empedrado desciende directo hasta el lugar más pintoresco del pueblo: el Patio de las Comedias, con las más de 700 macetas que cuida desde hace más de dos décadas Juani. El nombre a la placita rodeada por viviendas humildes y frescas le viene de las representaciones teatrales que aquí se hacían durante el siglo XVI. 

Más arriba del barrio de La Villa, aguarda el castillo de Iznájar, indiferente al paso del tiempo. Conocido como “Castillo Alegre” por su etimología árabe, una derivación del sustantivo "hisn" (castillo) y del adjetivo "al-ashar" (alegre). A él le dedicó un poema fúnebre Alberti tras presenciar un día de lluvia uno de los entierros a hombro que por aquel entonces aún se hacían. 

Almodovar del Rio shutterstock
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Almodóvar del Río: los paisajes de Altojardín

A orillas del Guadalquivir y entre campos de olivos, el viajero mira al horizonte y entonces siente que en lugar de estar en una esquina de la provincia de Córdoba, lo que está transitando es el paisaje épico de Altojardín. Efectivamente, la silueta del Castillo de la Floresta, popularmente conocido como Castillo de Almodóvar del Río, es una de las más impresionantes de España. Construido hacia el año 760, fue escogido por el equipo de localizaciones de la popular serie Game of Thrones para dar vida tanto a Altojardín como Roca Casterly.

La magia digital del cine borró el resto del pueblo, todas esas casitas perfectamente encaladas que sirven al castillo a modo de zócalo de arquitectura vernácula, que se reparten por las diversas callejuelas empedradas de aire morisco constituyen su centro histórico. Ese es el espacio en el que el viajero se encontrará con la Capilla del Convento, el edificio religioso más antiguo de la localidad (siglo XVI), y otros muchos más monumentos destacados, como la Iglesia de la Inmaculada Concepción, la casa señorial de los Natera o el edificio del antiguo ayuntamiento, hoy usado como biblioteca municipal.

Los vestigios de antiguos habitantes se remontan mucho más atrás a la época musulmana de la que data el castillo de Almodóvar del Río, tal como evidencia el Puerto fluvial romano, tradicional lugar de embarque para cruzar el río antes de la construcción del puente sobre la carretera comarcal. Junto al puerto, entre los cortijos de la zona, se han hallado numerosos  restos de villas romanas, hornos y alfares de ánforas que dan idea de cómo fue el antaño paisaje del Guadalquivir. 

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Hinojosa del Duque: un locus amoenus cordobés

“Moza tan fermosa/non ví en la frontera,/como una vaquera/de la Finojosa.”
Así dice la serranilla que escribió el Marqués de Santillana en el s. XV. Y la sonoridad de sus  hexasílabos han quedado relacionados para siempre con Hinojosa del Duque, que es de donde era la supuesta muchacha que guardaba ganado en un prado.

El Pilar de los Llanos, una fuente renacentista que ha sido desde siglos abrevadero para el ganado, da la bienvenida a los peregrinos que llegan a Hinojosa del Duque, última parada del Camino Mozárabe antes de abandonar la provincia: ya se sabe, de Córdoba al fin del mundo. Un locus amoenus cordobés surcado por numerosos arroyos que pertenecen a la cuenca del Guadiana y que muchos conocen como el pueblo cordobés de las ermitas; la primera de ellas, la de Santa Ana, de bello estilo gótico-renacentista.

Continuando de frente por el paseo de la Constitución y el parque municipal a nuestra derecha, se alcanza más adelante la plaza de San Juan Bautista. La joya de Hinojosa del Duque es la medieval iglesia de San Juan Bautista, la llamada "Catedral de la Sierra" por su sorprendente majestuosidad, tanto exterior, donde su volumen de piedra se impone entre las casitas encaladas, destacando su portada plateresca y la torre, como interior, ricamente decorada con columnas estriadas, capiteles corintios, sus frisos finamente labrados.

Montoro
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Montoro: de camino a la mítica Micenas

Aparece Montoro resguardado por un meandro del río Guadalquivir, en el extremo nororiental de la provincia de Córdoba, abrazado en pleno Parque Natural Sierra de Cardeña y Montoro. Hay por supuesto en él mucho blanco, el del encalado de las fachadas, pero también mucho tono rojizo, el de la piedra molinaza que se usó desde antiguo para construir en el pueblo. Buena muestra de ello es la Plaza de España, centro urbano y monumental, verdadero corazón de Montoro, dominada por la parroquia de San Bartolomé y el Ayuntamiento, cuya fachada es una exhibición del nivel artístico que se alcanzó aquí en la talla de la piedra molinaza.

 

Desde aquí, se trata de callejear como un flanêur rural sin rumbo por el laberinto de calles del casco antiguo, que cuenta con una treintena de casonas señoriales y otros rincones con encanto, como las Tercias Catedralicias, el arco de la Torremocha o el altar del Postigo. Accediendo desde la calle Herrerías, se llega al mirador del Imperio Romano ofrece la vista más épica del municipio con sus casas amontonadas como si fuera un cuadro cubista, superpuestas y colgadas al meandro del río, que es Monumento Natural.

Habrán de saber los aficionados a los viajes en el tiempo que Montoro estuvo vinculada en el pasado con Micenas, tal como lo prueban diversos hallazgos de  piezas cerámicas de esta antiquísima cultura en el yacimiento de Llanete de los Moros.