Confín de África

Ciudad del Cabo en siete imprescindibles

Foco de arte urbano y contemporáneo, esta ciudad sudafricana es la puerta de entrada a un paraíso atlántico de playas y montañas que parecen salidas de un mundo perdido.

Ciudad del Cabo en siete imprescindibles

La capital legislativa de Sudáfrica es un puzle de razas y lenguas que nació de un asentamiento colonial fundado por los holandeses y ampliado después por los británicos. Hoy es una de las ciudades más emprendedoras y dinámicas del continente africano. La apertura de hoteles, restaurantes y comercios son un síntoma del optimismo de sus habitantes y de la apuesta por el turismo como motor económico del país. 

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Table Mountain

Foto: Shutterstock

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Table Mountain

De las cuatro montañas que abrazan Ciudad del Cabo, Table Mountain es la más reconocible e imponente. Las otras son la afilada Mountain Peak, Head’s Lion (el nombre ya lo dice, tiene forma de cabeza de león) y la modesta Signal Hill, que regala magníficas puestas de sol sobre el océano.

Un teleférico inaugurado en 1929 alcanza en pocos minutos los 1.086 m de esta cumbre plana que hoy es el corazón de un parque nacional inmenso. La reserva abarca toda la Península del Cabo y forma parte de las 7 Nuevas Maravillas del Mundo por su biodiversidad y abundancia de especies vegetales, muchas endémicas.

Al bajar del teleférico apenas hay que andar un poco para contemplar vistas fabulosas: a un lado, el extenso jardín que durante la primavera austral exhibe el colorido y las formas de más de 200 especies de flores (destaca la protea rey, flor nacional de Sudáfrica) ; al otro, la vista aérea sobre Ciudad del Cabo y la península que finaliza en el mítico cabo de Buena Esperanza.

Existe un sendero empinado que asciende en unas tres horas desde la base del teleférico (junto a Tafelberg Road) a través del cañón de Platteklip Gorge.

Waterfront. Ciudad del Cabo

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Waterfront, el paseo marítimo

El puerto de Ciudad del Cabo es una animada zona de paseo repleta de restaurantes de marisco y bares de copas con vistas al mar o a la inconfundible Table Mountain.

El puente levadizo que salva el canal de entrada a los muelles registra un flujo constante de gente que va y viene, especialmente por la tarde. A esa hora ya han regresado los barcos que visitan Robben Island, la isla en que Nelson Mandela pasó encarcelado 27 años, y toman el relevo los catamaranes que salen a mar abierto para contemplar la puesta de sol.

Junto al canal se alinean tiendas que venden todo tipo de artesanía africana, desde pulseras y colgantes, telas o esculturas hasta chocolate y té, los dos productos estrella de la agricultura del país. En una placita, las esculturas de bronce de los cuatro premios Nobel de la Paz sudafricanos (Albert Lutuli, Desmond Tutu, F.W. de Klerk y Nelson Mandela) aguantan impasibles las selfies que se hacen los turistas, algunos visiblemente emocionados tras la visita a Robben Island.

Un poco más allá, un recinto reúne un centenar de puestos de artesanos que venden sus propios productos. Coloridos vestidos africanos, bikinis y tocados, joyas de plata, madera o piedras, bolsos y calzado de piel, cerámica, tallas de madera... La riqueza artesanal africana concentrada en un solo sitio.

Mocaa

Mocaa/ Bruno Rosa

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Zeitz Mocaa

Una mole de cemento de 57 m de altura se alza a poca distancia del bullicio del Waterfront. Son unos antiguos silos de grano que alojan el Zeitz MOCAA, el Museo de Arte Contemporáneo Africano, y el exclusivo Hotel Silo. Esta edificación se construyó entre 1921 y 1924, quedó abandonada en 1977 y se reabrió en 2017 tras la rehabilitación realizada por el estudio Heatherwick, que consiguió transformar aquella inmensa estructura en un emblema del vanguardismo artístico de Sudáfrica.

Sus salas se reúnen en torno a un espacio cilíndrico al que es posible asomarse desde el ascensor acristalado y desde los balcones abiertos en los muros de cada planta. La vista hacia arriba desde el vestíbulo o desde la planta más baja, en el antiguo fondo del granero, produce vértigo.

El museo y el hotel cuentan con terrazas panorámicas desde las que se contemplan vistas de 360 grados, con la silueta de Table Mountain dominando la ciudad y la zona de Waterfront a los pies.

 

Woodstock Ciudad del Cabo

Sandra Martín

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Los grafitis de Woodstock

El viejo barrio industrial de Woodstock se ha convertido en un foco del street art. Los muros de los antiguos almacenes de exportación de madera y confección de tejidos exhiben grafitis de artistas internacionales que desde los años 90 han ido pasando por Ciudad del Cabo (Eleanor Turvey, Sonny Sundancer o DALeast, entre muchos otros). 

El Woodstock Exchange Building contiene muchos de esos tesoros de street art: en un patio interior un felino hecho de alambres salta de un edificio a otro, mientras un F.W. de Klerk mira sonriente o serio a quien entra o sale de los lavabos, un efecto óptico que merecería la pared entera de una avenida principal. Es uno de los muchos grafitis que decoran esta gran nave, un edificio “okupado” durante años por artistas y que reabrió en 2021 para albergar oficinas de coworking, artesanos e incluso una fundación solidaria.

Bokaap, el barrio musulmán

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Bokaap, el barrio musulmán

Carece de monumentos y tampoco tiene museos de arte o grandes avenidas, pero el puñado de calles de Bokaap son capaces de fascinar al viajero más avezado. Resulta inevitable embobarse con el colorido de las casas alineadas, observar discretamente la gente a la salida de la mezquita o a unos niños jugando entre las aceras.

Este es el barrio de la mayoría de musulmanes de Ciudad del Cabo, descendientes de los indonesios y malayos que llegaron en el siglo XVII y XIX. Sus pequeñas casas pertenecen ahora al patrimonio protegido de la ciudad, una medida que pretende evitar la especulación y la alteración del aspecto del barrio.

En una de ellas, Faeeza Abrahams da clases de cocina malaya y prepara especialidades que luego sirve en unas mesitas instaladas a la sombra. La gastronomía de Ciudad del Cabo es una de las más reputadas del continente gracias a la incorporación de las especias, hortalizas y técnicas llegadas de Indonesia y Malasia.

Company's Gardens

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Company's Gardens

La herencia británica se concentra entre la catedral de St Georges y el Company’s Gardens, un parque con higueras de la India, bambús y otros frondosos árboles tropicales. Allí se localizan los elegantes edificios blancos del Parlamento, el Ayuntamiento, la Biblioteca Nacional, la Galería Nacional de Arte o el South African Museum.

El paseo que lo recorre de arriba a abajo desemboca en Adderley Street, junto a la catedral de St Georges, un edificio de piedra y estilo neogótico que recuerda los templos anglicanos. Aquí Desmond Tutu utilizó por primera vez el término "arcoíris" para calificar la diversidad de pueblos de Sudáfrica.

A pocos pasos de ahí se halla el Slave Lodge. Este edificio fundado por la Compañía Holandesa de las indias Orientales alojó una de las prisiones de esclavos más terroríficas del mundo: entre 1679 y 1807, más de 9.000 personas fueron recluidas en este recinto. Transformado ahora en un museo dedicado a la esclavitud, su visita descubre la vida de aquellas personas, el tráfico de personas hacia y desde África a partir del siglo XV, o los movimientos antiapartheid del último siglo.

Alrededor de Adderley Street y la plaza de Greenmarket se despliegan avenidas con un constante ir y venir de coches, calles peatonales flanqueadas de puestos de artesanía, comida para llevar, tiendas de diamantes –una de las fuentes de riqueza del país– y edificios victorianos que reclaman una rehabilitación urgente.

La península del cabo

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La península del cabo

Ciudad del Cabo no tiene este nombre porque sí: aquí empieza la península del Cabo, el confín de la costa atlántica africana. Y aunque la punta más meridional del continente se localiza en el cabo Agulhas, el de Buena Esperanza se ha ganado el título de mítico entre navegantes y viajeros de épocas distintas.

La ruta que recorre la península hasta el cabo de las Tormentas, como lo bautizó el portugués Bartolomé Díaz en 1488, puede durar un día entero y pasa junto a poblaciones tranquilas, sin el bullicio de la capital, y largas playas de arena frecuentadas por surfistas.

Desde Table Mountain se contempla la cresta de montañas que se alargan hacia el sur como si quisieran tocar la Antártida. Justo debajo se divisa Camps Bay, el núcleo playero más de moda para disfrutar de un almuerzo o de una cena a base de pescado en un restaurante con vistas al mar. Pero Ciudad del Cabo tiene otras playas más próximas al centro, como Clifton, Queen's, Sunset o Milton, arenales en los que a primerísima hora de la mañana se ve a gente haciendo deporte antes de dirigirse hacia sus lugares de trabajo.