¡Tiembla Lisboa!

Cinco centros históricos para conocer la otra Portugal

En el país vecino hay muchas más alternativas para una escapada que Lisboa, Oporto o el Algarve.

Pasear por el centro histórico de una ciudad es hacerlo a través de siglos de historia, pero eso no significa que el plan sean unas cuantas calles vetustas, algún que otro monumento y el polvo de los siglos acumulado en las puertas. Al contrario, muchos de estos centros históricos de Portugal miran más hacia el futuro que al pasado. Cualquiera de estos destinos son la escapada perfecta para quienes disfruten de la historia, de la cultura y de la gastronomía por igual. ¡Y están a un solo paso!

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Tomar

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Tomar: en busca del Santo Grial

Desde el centro histórico de Tomar se divisa en lo alto de la colina el fabuloso castillo. Su silueta ya es una promesa de ensoñaciones y leyendas de templarios. Antes, vale la pena pasar por el Café Paraíso para cargar energía con unas quijadas de almendra en su interior muy a lo Bauhaus. La ciudadela es Patrimonio de la Humanidad y no se va a mover del lugar; lleva allí desde 1160. No hay lugar a dudas, porque así lo detalla una inscripción hallada en la torre del homenaje. Fue el famoso templario Gualdim Pais quien ordenó construirlo para frenar a los árabes. Con el tiempo, esta deliciosa ciudad se convirtió en el principal enclave de la orden del temple en Portugal. 

Coimbra

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Coimbra: la melancolía de un fado

La vista de Coimbra desde la ribera del Mondego es de postal: sus casas ascienden el cerro apiñadas y en lo más alto, destaca la silueta de la antigua universidad. Hasta tal punto es importante la institución académica en la ciudad que el paso del tiempo lo marcan las campanas de su torre. Hay un fado que suena hermoso en Amalia Rodrigues que recuerda que ésta, además de una de las más bellas, es la ciudad más romántica de Portugal: “Coímbra, donde una vez, entre lágrimas, tuvo lugar la historia de aquella bella Inés”. El mejor lugar para saber de esta trágica historia de amor es la Quinta das Lágrima, donde Don Pedro e Inés tenían sus encuentros a escondidas. Hoy es un hotel de lujo ubicado en la ribera izquierda del Mondego, allí donde comienza toda visita a Coimbra. 

iStock-1001468828. Viana do Castelo: Historia y salitre

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Viana do Castelo: Historia y salitre

Debe ser cosa del capricho turístico, pero Viana do Castelo a pesar de estar a menos de una hora de Oporto, es el tesoro más desconocido de Portugal. La cantidad de conventos, iglesias, palacios y plazas es como para tirarse todo el día caminando. Las vistas están en el Santuario de Santa Luzia, sobre la colina. Se llega usando un divertido elevador de más de cien años que anda como el primer día. Además de su centro histórico, Viana do Castelo tiene el encanto de las ciudades junto al mar que son cruzadas por un río. Precisamente, sobre el río Limia hay una joya de visita imprescindible: el puente metálico de Eiffel.

iStock-466461266. Alcobaça: Lisboa en miniatura

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Alcobaça: Lisboa en miniatura

El nombre de esta pequeña ciudad del centro de Portugal se formó juntando los dos ríos, el Alcoa y el Baça. Aunque existe la versión contrario que defiende que primero fue el nombre de la ciudad y que luego vino el de los dos río. Sea como sea, lo importante es que Alcobaça tiene un centro histórico fabuloso. Será pequeño -sólo tres plazas lo articulan-, pero la orden del Císter se encargó de la belleza espiritual con la Real Abadía de Santa María, en la monumental plaza 25 de abril. De souvenir a la familia lo recomendable es llevarse algo del famoso el “Pão de Ló” (bizcocho), aunque lo más probable es que no llegue a casa si en el viaje de vuelta no se logra vencer la tentación de una merienda improvisada.

Guimarães

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Guimarães: el certificado de nacimiento de Portugal

Tal vez siguiendo la ruta de los vinos verdes -ese vino único en el mundo de la región del Minho- se llegue a Guimarães, el lugar donde todas las crónicas señalan que Portugal nació, allá por un lejano siglo XII. Un letrero en una de las torres de la muralla se encarga de recordárselo al turista más despistado: ‘Aquí nasceu Portugal’. Como no podía ser de otro modo, la ciudad natal de Afonso Henriques, el primer rey de Portugal, concentra una deslumbrante cantidad de palacios y conventos, que llevaron a la UNESCO a reconocerla como lugar Patrimonio de la Humanidad. Además del casco antiguo, el castillo fortaleza del siglo XI, la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación y Santos Pasos, y el vino,  la repostería -imposible decirle que no a una de las tortas de Guimarães- es otro de los encantos del lugar.