Ciudades que en la antigüedad fueron importantes imperios

Un recorrido por la historia de aquellas ciudades que fueron construidas por los imperios más potentes del mundo antiguo. No están todas, aunque sí aquellas cuyas ruinas han sobrevivido y son uno de los principales reclamos turísticos de los países donde se encuentran.

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Atenas, Grecia

Considerada como una de las ciudades habitadas actualmente más antiguas del mundo, Atenas tuvo su época de máximo esplendor en la Grecia Clásica. De ella salieron las bases de la democracia y, gracias a contar con algunos de los filósofos e intelectuales más importantes de la historia, durante los siglos V a.C. y II a.C. fue uno de los núcleos culturales más ricos del Mediterráneo. La historia de Atenas se entremezcla con su mitología, aunque según los historiadores sus primeros habitantes eran jonios y se tiene constancia de que ya estaba ocupada desde el undécimo siglo antes de Cristo. Según la leyenda, la ciudad fue fundada por Cécrope, hijo de la Madre Tierra, mitad humano y mitad serpiente.

Su época más reseñable fue durante el mandato de Pericles, en el siglo V a. C.. En este periodo se levantaron algunos de los templos más importantes de la Acrópolis de Atenas como el de Atenea Niké, el Erecteión o el Partenón, algunos de los principales reclamos turísticos de la ciudad que sufrieron grandes desperfectos a lo largo de la convulsa historia de la ciudad. Otras guerras como la del Peloponeso, contra Esparta, hicieron que el poder de Atenas se debilitase hasta que en la época helenística recuperó parte de su esplendor.

 

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Roma, Italia

La considerada en la Antigüedad como la capital del mundo albergó entre sus muros uno de los imperios más poderosos de la historia: el romano. En ella se produjeron muchos avances en ámbitos tan diversos como la arquitectura, la medicina, la filosofía, la literatura y el arte. Fundada por Rómulo y Remo en 753 a.C., Roma inició su imparable expansión durante los siglos III y II a.C. con su participación en las guerras púnicas, que culminaron con la conquista de Cartago y las guerras macedónicas. A lo largo de los años el Imperio romano logró hacerse con el control de gran parte del Mediterráneo, desde el océano Atlántico hasta el golfo Pérsico.

Roma fue una de las ciudades más prósperas de la antigüedad. Aquellos que la visitaban tenían una oferta muy variada de ocio: pasar la mañana en el foro, la zona más concurrida; ir de compras a los mercados de Trajano, el mayor centro comercial de la urbe; asistir al circo Máximo, o darse un baño en las numerosas termas de la ciudad. En la actualidad, las ruinas de estos antiguos monumentos aún se conservan en el centro. Son el mayor tesoro del país, lo que queda de aquella época y los responsables de que Roma sea conocida como la Ciudad Eterna.

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Xian, China

La primera capital del Imperio chino es conocida actualmente por albergar la colección de guerreros de terracota más grande del mundo. Su historia se remonta al siglo II a. C., cuando el emperador Qin Shi Huang unificó los reinos regionales para formar un solo territorio. También promovió la existencia de un idioma y una moneda únicos, y construyó numerosas vías de comunicación para el transporte de mercancías, personas y militares. El Imperio chino llegó a competir con Roma y Constantinopla por la hegemonía mundial.

A esta época pertenecen los afamados guerreros de terracota,  más de 8.000 esculturas que el emperador chino ordenó construir para que le acompañasen en el Más Allá. Su hallazgo no tuvo lugar hasta el siglo XX, cuando algunas de las piezas fueron encontradas por un campesino de la zona. Actualmente este espectacular hallazgo puede visitarse a unos treinta kilómetros de Xian, y es uno de los lugares más turísticos de China. Algunos monumentos de otras épocas también son importantes en la ciudad: la Gran pagoda del ganso salvaje, la muralla de la ciudad, la Estela nestoriana y la Gran mezquita, una de las más grandes de China.

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Angkor, Camboya

Angkor es el asentamiento mejor conservado del antiguo Imperio jemer, que dominó el Sudeste Asiático entre los siglos IX y XV. En esa época es cuando comienzan a construirse los principales templos del complejo, consagrado a los diferentes dioses de la religión hindú. El primero de ellos fue Preah Ko, seguido de Bakong, el más representativo que marcaría la arquitectura de la época. Angkor Wat, el principal foco turístico de Camboya que fue introducido como imagen de su bandera, no se llega a levantar hasta el siglo XII por el rey Suryavarman II. La principal peculiaridad de los diferentes reyes del Imperio jemer es que cada uno de ellos construyó su propio templo. Esta es la razón por la que Angkor es uno de los complejos religiosos más grandes del mundo, hoy Patrimonio de la Humanidad.

Aunque en sus inicios la mayoría de las edificaciones estaban consagradas a los dios hindúes, con la llegada al poder de Jayavarman VII Angkor se convirtió al budismo y cambió su capital a Angkor Thom. Fue en esta época cuando el imperio alcanzó su máximo esplendor, extendiéndose hacia Tailandia, Laos, Birmania, Malasia y Vietnam. Su decadencia ha suscitado numerosas teorías. Algunas de ellas aluden a la peste o a la hambruna como motivo de su abandono; otros historiadores consideran que fue a raíz de la conquista de los siameses, una tribu que huía de las invasiones de los mongoles. Estos se asentaron en Angkor adaptándose a la cultura jemer hasta que su poder se hizo tan fuerte que en el siglo XV su último rey, Dharmara Jadhiraja, se vio obligado a huir del reino. Angkor nunca llegó a estar abandonado, algunos monjes budistas se quedaron en sus templos. Con el paso de los años, este lugar acabó absorbido por la naturaleza hasta que fue redescubierto por los franceses.

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Petra, Jordania

El tesoro más preciado de Jordania fue antiguamente la capital del reino de los nabateos, quienes se instalaron en ella en el siglo VI a.C.. Anteriormente, este territorio estuvo ocupado por los edomitas, que huyeron hacia Hebrón con la llegada de los árabes. Su época de máximo esplendor tuvo lugar con el rey Aretas III, quien expandió el imperio hacia Siria, Arabia Saudí y conquistó Damasco. La prosperidad de Petra se basaba en el suministro de agua y la seguridad que otorgaba a los comerciantes que la cruzaban con sus vehículos repletos de especias, seda y productos exóticos.

Lo que más llama la atención de Petra es su impresionante arquitectura, actualmente su principal reclamo turístico. Sus diferentes monumentos fueron excavados directamente sobre la piedra, manteniendo así su característico aspecto rojizo. Algunas de sus fachadas de estilo griego o helenístico fueron levantadas tras la conquista del Imperio romano que, a pesar de ocupar y controlar el territorio, dejaron a los nabateos cierta autonomía. Con la muerte del último rey de Petra, Rabel II, Trajano decidió trasladar allí la capital de la nueva provincia romana en Arabia. Petra también fue dominada por el Imperio bizantino, por los árabes y fue reconquistada en las cruzadas. Actualmente, esta ciudad, a la que se accede por el cañón del Siq, es una de las más visitadas de Jordania. Su belleza radica en su original arquitectura, además de los acantilados y desfiladeros de más de 80 metros de altura que guardan algunas de sus joyas históricas más preciadas.

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Jerusalén

Considerada como ciudad sagrada por el judaísmo, el cristianismo y el islam, la capital de Israel siempre ha estado ligada a conflictos y conquistas que se extienden hasta nuestros días. La primera de ellas la llevó a cabo el rey David de Israel y Judá, quien en el siglo XI a.C. creó su reino en la Ciudad Vieja. A él le sucedió su hijo, Salomón, quien comenzó a levantar parte de los edificios que se conservan de la época. Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo y, a lo largo de su historia, ha estado bajo el control de numerosos imperios como el babilonio, el persa, el macedonio, el romano, el bizantino y el otomano. Durante los diferentes dominios, los judíos fueron desterrados en varias ocasiones, como con la llegada del rey Nabucodonosor II de Babilonia, quien destruyó gran parte de la ciudad; o durante la diáspora iniciada por el emperador romano Adriano en el año 135, cuando el territorio pasó a ser provincia romana en Palestina.

Las diferentes conquistas dejaron como legado algunos monumentos de épocas y religiones distintas, aunque muchos de ellos fueron destruidos por los gobernantes sucesores, como pasó con el Muro de las Lamentaciones, que no es más que los vestigios del Templo de Jerusalén. El cristianismo comenzó a coger fuerza bajo la dominación del Imperio bizantino, que hizo que la ciudad fuera una de las cuatro sedes de esta religión y en el 326 se ordenó construir el Santo Sepulcro sobre uno de los lugares más sagrados del cristianismo, el monte Gólgota, donde Cristo fue crucificado. Tres siglos después, el Imperio sasánida la convirtió al islam, pasando a formar parte del califato de Omeya de Damasco, el califato abasí de Bagdad y el Imperio otomano. Fue precisamente en esta época cuando se erigieron la Cúpula de la roca y la mezquita de Al-Aqsa.

Foto: Bernard Gagnon

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Hattusa, Turquía

Situada en el centro de la península de Anatolia, Hattusa fue la antigua capital del Imperio hitita, uno de los pueblos con más influencia del antiguo Oriente Próximo. Hoy, en su antigua ubicación se haya el pueblo de Boğazkale, en la provincia de Çorum. Su época de máximo esplendor se alcanzó durante los siglos XIV y XIII a.C., cuando logró vencer a los pueblos vecinos de Anatolia y cuando su territorio se expandió. Su mayor victoria fue la conquista de Alepo y su incursión en Babilonia. Aunque su éxito fue bastante efímero. También entran en confrontación directa con Egipto, siendo la batalla de Qadesh el momento álgido del enfrentamiento entre ambas potencias. De los hititas se conserva la antigua doble muralla de la ciudad, ambas fortificadas con torres y divisiones internas defendibles; la puerta de los leones, que es la que se encuentra en mejor estado, y la puerta del rey, de la que apenas quedan unas pocas ruinas. Este conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986.


El final del Imperio hitita es accidentado, sus gobernantes se vieron abrumados por una nueva amenaza que a principios del siglo XII a. C. sacudió las regiones del Mediterráneo oriental y que contribuyó a su decadencia. Hattusa no fue descubierta por los occidentales hasta el año 1834, en una expedición francesa liderada por Charles Texier.

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Cuzco, Perú

La capital del antiguo Imperio inca es actualmente uno de los principales atractivos turísticos de Perú. La gran mayoría de los viajeros tienen como objetivo contemplar la ciudad sagrada de Machu Picchu, cuya construcción se atribuye al noveno inca del Tahuantinsuyo, Pachacútec, en el siglo XV. Según los historiadores, esta fue su residencia de descanso, aunque se cree que también se usó como santuario religioso. Nunca llegó a ser capital inca, pues siempre fue Cuzco, la ciudad que llegó a convertirse en la más importante de los Andes y América del Sur. Su época de máximo esplendor ocurrió durante el mandato de Pachacútec, quien hizo de la ciudad andina un potente núcleo político y religioso.

La llegada de los españoles fue un factor decisivo en la decadencia del Imperio inca. En 1534, Francisco Pizarro conquistó la ciudad de Cuzco con el apoyo de otras etnias descontentas con el imperio. Ahí comenzó el virreinato, momento en el que la ciudad desarrolló la arquitectura típica colonial con la construcción de la catedral, palacios y plazas neoclásicas que hoy son uno de sus principales atractivos turísticos.

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Tebas, Egipto

A orillas del Nilo, donde hoy se encuentran los antiguos templos de Luxor y de Karnak, antiguamente se erigía la ciudad de Tebas, capital de los Imperios Medio y Nuevo de Egipto. Fue a manos del faraón Mentuhotep II, quién emprendió una guerra para reunificar Egipto y quien decidió trasladar su capital, que hasta el 2040 a.C. se encontraba en Menfis. La urbe, que en su día fue una de las mas prósperas del país, cuenta con algunas de las edificaciones más importantes del imperio: el templo funerario de la reina  Hatshepsut, los templos de Luxor y Karnak  (unidos entre sí por una gran avenida de esfinges), los colosos de Memnón, el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas. Todos ellos se pueden visitar actualmente.

El declive de Tebas se produjo en el siglo VII a. C., cuando la ciudad fue saqueada por los reyes de Asiria. Tres siglos después sería conquistada por Alejandro Magno, quien fundó Alejandría al norte del país y trasladó allí la capital de Egipto.

Foto: Turismo de Egipto

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Alejandría, Egipto

La ciudad fundada por Alejandro Magno en el 331 a. C. después de derrotar a los persas es actualmente la segunda ciudad más poblada del país. También fue, y aún lo sigue siendo, uno de los puertos principales, pues el conquistador macedonio se aseguró de que estuviera en un lugar estratégico para poder recibir las mercancías por vía marítima. El popular faro de Alejandría, considerado como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo fue una de las obras más destacadas de la ciudad, aunque no la única. El Museo situado en una parte del  el antiguo palacio donde se alojó la dinastía ptolemaica y que estuvo consagrado a las musas del saber, de las artes y las ciencias, hizo que Alejandría fuese el centro científico más grande del mundo. Su gran biblioteca también ocupó un lugar destacado, ya que fue la más prestigiosa y completa de la Antigüedad.

Su opulencia y sabiduría, con la escuela de Alejandría, la convirtieron en una de las ciudades más afamadas del Mediterráneo. Su decadencia llegó siglos después de la muerte de Alejandro Magno, cuando Octavio venció a Cleopatra y Marco Antonio en Actium, en el 31 a. C., y convirtió a Egipto en provincia romana y en el “granero del Imperio. Aunque tuvo varios años de esplendor, el país perdió su independencia y la ciudad vivió continuas guerras y revueltas.

Foto: Laura Fernández

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Persépolis, Irán

La capital del Imperio persa de los aqueménidas fue levantada por Darío I el Grande en 512 a.C. para diferenciarse del resto de dinastías del imperio, que hasta entonces tenían su capital en Pasargada. En un primer momento, Persépolis fue simplemente un palacio real, aunque a él se sumaron más tarde otros monumentos levantados por sus sucesores: su hijo Jerjes I y Artajerjes I. Algunos de los más emblemáticos fueron el Hadish, el Tripylon o la Puerta de todas las Naciones, cuyos restos son los mejor conservados del lugar. A pesar de que Persépolis estaba ubicaba en una zona poco protegida y no contaba con demasiadas defensas, la ciudad estuvo en permanente construcción durante más de dos siglos. De hecho, en el momento de su ocupación todavía había edificios inacabados.

La destrucción de Persépolis se produjo justo después de la caída de su imperio, tras haber sido derrotados por el ejército de Alejandro Magno durante el reinado de Darío III. Como venganza a los destrozos realizados por los persas en Atenas, Alejandro saqueó Persépolis y en mayo de año 330 a.C. incendió la ciudad. Muchos de los monumentos quedaron reducidos a cenizas, otros fueron reformados años más tarde. Actualmente, este complejo situado próximo a la ciudad de Shiraz, es una de las visitas imprescindibles en Irán.

Foto: Laura Fernández

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Cartago, Túnez

A orillas del Mediterráneo, en el norte de Túnez, se encuentran los restos de la que fue una de las ciudades más importantes y antiguas de los fenicios. Su historia más antigua se remonta, según la leyenda, al siglo IX a.C., cuando la ciudad fue fundada por la reina Elisa, más conocida como Dido. Según los escritos grecorromanos, la joven procedía de Tiro, una ciudad situada en la costa del Líbano de la que tuvo que huir después de que su hermano asesinase a su marido, tío de ambos, con el que se casó para acceder al trono tras la muerte de su padre.

Cuando los fenicios desembarcaron en la bahía tunecina tuvieron que lidiar con la población indígena que, lejos de declararles la guerra, acabaron conviviendo con ellos. Cartago no fue un mero asentamiento fenicio, sino que en él reinó el mestizaje entre ambos pueblos. Esto propició que la ciudad se convirtiese en una de las repúblicas más prósperas y ricas del Mediterráneo, lo que provocó el recelo de Roma. Su decadencia y destrucción llegó con las guerras púnicas, cuando los cartagineses fueron derrotados en el año 146 a.C. por los romanos. Años después, el emperador César Augusto formó sobre ella la capital del Impero romano en África. Hoy, las ruinas que yacen en este asentamiento junto al mar son una mezcla de ambas civilizaciones.

Foto: Laura Fernández

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Constantinopla, Turquía

La actual Estambul cuenta con un pasado repleto de conquistas. La que sus inicios fue una antigua ciudad romana, con la llegada de Constantino I el Grande, Bizancio cambió su nombre por el de Constatinopla y comenzó una época de crecimiento, tanto geográfico como económico y cultural. Entre los siglos II a. C. y I a.C., el desarrollo de la nueva Constantinopla la llevó a convertirse en la ciudad más grande y poblada del mundo. Al igual que Italia, se levantó sobre siete colinas y su estructura siguió el modelo de Roma. Algunas de las construcciones de la época fueron el hipódromo, del que hoy se conservan dos de sus obeliscos, la iglesia de santa Irene o la universidad.

La fragmentación del Imperio romano provocó la llegada del bizantino. En el siglo VI, con Justiniano, es cuando se levanta Santa Sofía y la muralla de la ciudad, de la que hoy únicamente se conservan 7 kilómetros. Además, es en esta época cuando se convierte en una de las ciudades más ricas de Europa. Posteriormente, Constantinopla será conquistada por el Imperio latino y más tarde, por el Imperio otomano.

La historia está llena de páginas que hablan de conquistas. De antiguos reinos e imperios que, hambrientos de poder, se embarcaron en interminables luchas para controlar a los pueblos rivales. El objetivo era compartido:  fortalecer su ego y hacerse con algunos de los lugares más prósperos de sus respectivas zonas. Algunos de ellos ocupaban las orillas del Mediterráneo, contaban con importantes salidas al mar o con puertos desde donde se controlaban las principales rutas marítimas. Otros buscaron su fortaleza en las alturas, en promontorios desde donde defenderse, valles sagrados o entre acantilados situados dentro de las rutas comerciales.

Sus capitales, marcadas por la opulencia y la prosperidad, fueron objeto de envidias y rivalidades. Esto provocó que fueran atacadas y dañadas a lo largo de la historia, haciendo que fueran saqueadas, incendiadas o parcialmente destruidas. Por suerte, una gran mayoría han logrado salvar lo que quedaba de su patrimonio convirtiéndose en un gran foco de interés turístico. Roma, Atenas, Cartago, Constantinopla, Petra, Machu Picchu, Persépolis y Tebas son solo algunas de las antiguas capitales de imperio que, a pesar de haber sufrido múltiples desfalcos, hoy se pueden visitar. Un paseo por cada una de ellas nos permitirá adentrarnos en las páginas de su historia, tan cruentas como muestran los restos que han quedado para la eternidad.