Mallorca inédita

Colònia Sant Jordi, el rincón secreto más deseado de Mallorca

El mejor lugar de la isla balear donde desvincularse del ruido, la rutina y los deberes para entregarse a los mayores placeres del verano.

En la zona más al sur de Mallorca, en el municipio de Ses Salines, la Colònia Sant Jordi ofrece un punto y aparte en un punto de la isla en la que la calma encuentra el recoveco perfecto por el que colarse. Desde ella, el horizonte siempre viene dibujado con el perfil de Cabrera y las horas pintan el cielo de colores mientras se suceden los planes entre calas, mercados, pueblos y alojamientos que huelen tanto a Mediterráneo como sus cocinas.

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Faro Colònia Sant Jordi

Shutterstock

Hace falta trasladarse a los años 50 para conocer cómo era la Colonia Sant Jordi antes del turismo. Las casetas de los pescadores poblaban la zona de tierra firme y las pequeñas embarcaciones eran las que dominaban el mar. Si se echa la vista atrás, concretamente hasta la Edad de Bronce, se empieza a escribir la historia de este lugar a raíz de sus salinas y sus aguas termales.

Puerto base: Hotel Honucai

Honu-kai, que en hawaiano significa tortuga de mar –una especie autóctona que está en recuperación en las aguas baleares–, es la palabra con la que se ha rebautizado al antiguo hotel Lemar. De este solo queda la estructura y algunos de sus trabajadores más veteranos, que ahora dan servicio al Hotel Honucai, un hotel boutique de 4 estrellas ubicado a escasos metros del agua donde la brisa marina mece el día y las noches.

Hotel Honucai
Hotel Honucai

La decoración aúna el espíritu internacional, con rincones y objetos que recuerdan a Cuba, Marruecos o Bali, con otros tan típicos de Mallorca como piedras y tejidos naturales trabajados por los artesanos autóctonos.

La mezcla de azules y verdes suaves, mezclados con los tonos blancos y tierra transmiten la paz de la isla del mismo modo que lo hace su spa, donde el jacuzzi, la sauna y los masajes llevan el relax al siguiente nivel.

 

Para tener las mejores vistas de la Colònia Sant Jordi basta con subir a su azotea, donde un solárium acompaña a una infinity pool desde donde probar la oferta de cocina fría del Raw Bar.

Salicornia
Plato Salicornia | Álex Moneo

A unos metros, un espacio adornado como un auténtico chill out selvático y mediterráneo se encuentra el Rooftop bar The Top, donde la robata a la mallorquina con productos locales hace las delicias de los comensales, que pueden acompañarlo de una coctelería de autor explosiva con la que cerrar la noche.

El chef al mando es Pablo Tomás, con experiencia en cocinas como las de Drolma y ElBulli, que también capitanea Salicornia, el restaurante que se ubica en la planta principal frente al puerto. Los sabores, que reversionan el recetario popular de la isla, se centran en el pescado, la brasa y la cocina local, saboreando platos como el paté marino de bonito en escabeche, el bogavante asado con cebolla dulce frita y hojas verdes o la fideuá a la llauna con calamar y alioli de azafrán.

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Hotel Honucai
Tapas de The TOP | Álex Moneo

ENTRE PLAYAS Y CALAS

No se puede visitar la Colònia Sant Jordi sin disfrutar de su litoral, por eso uno de los mejores y más cercanos lugares donde empezar es la playa de Es Trenc, dos kilómetros de arena blanca y aguas turquesas y poco profundas, con dunas y pinos a sus espaldas. La ausencia de oferta de deportes acuáticos y la ausencia de negocios hacen de este arenal uno de los más tranquilos y queridos de la isla.

Dejándolo atrás asoma la colonia, donde reponer fuerzas con delicias como las de la Gelateria Colonial, la primera heladería artesanal de las Islas Baleares con certificación de producción ecológica. Y de ahí, dejando atrás las magníficas puestas de sol de sufaro y siguiendo hacia el sur, se sucede un paseo donde los tramos de roca se alternan con pequeñas playas, como la de Es Carbó, famosa por sus islotes, uno de ellos con un yacimiento arqueológico fenicio, En Tugores y Es Cargol.

Colònia Sant Jordi
Playa Colònia Sant Jordi | Álex Moneo

Una vez pasado el cabo de Ses Salines, para los más aventureros, se esconde Cala Marmols, un pequeño arenal de difícil acceso al que se llega en una ruta de senderismo o en barco. Cala s’Almunia, un poco más al noreste, ofrece un rincón perfecto para descubrir el fondo marino haciendo snorkel.

Seguir viajando

Más allá de Cala Llombards, el mirador de Es Pontàs ofrece el espectáculo del arco de piedra naturalque asoma del mar a tres kilómetros de la preciosa Cala Figuera, donde el antiguo encanto de los pueblos pescadores se muestra en su pequeño y sinuoso puerto natural con casas encaladas y terrazas abiertas al mar, donde los llaüts tradicionales se mecen en sus amarres.

Cala Figuera
Cala Figuera | Álex Moneo

Un paseo por el sur

A escasos kilómetros de la Colònia Sant Jordi se encuentran las Salinas de Es Trenc, dentro del Área Natural de Especial Interés Paisajístico y Rural, y de donde se extrae de forma artesanal la sal y la flor de sal, dos productos que llegan a mercados de todo el mundo.

Una visita por el lugar ayuda a comprender la importancia de la sal para el organismo, la historia que esconde tras sus montañas blancas y cómo y cuándo se trabaja este alimento tan preciado. Otra de las paradas obligatorias en la zona sur de la isla es Santanyí.

Mercado de Santanyí
Mercado de Santanyí | Álex Moneo

Este pequeño pueblo, que refleja el aura mallorquina en sus fachadas colores tierra, sus contraventanas de un verde oscuro y sus calles estrechas, llena sus calles de gente miércoles y sábados para rebuscar entre los puestos de artesanía de su famoso mercadillo, donde se acumulan cestas, telas mallorquinas, quesos y embutidos locales, cerámica artesanal, repostería típica y cocas para chuparse los dedos. Un lugar perfecto para llevarse un buen recuerdo – o comérselo – a casa.