El volcán de Tajogaite, como lo ha bautizado la población de la isla, la ha puesto, según la opinión de muchos palmeros, en el mapa. La erupción, que se dio en el Parque Natural de Cumbre Vieja, ha servido – no hay mal que por bien no venga – para difundir las bondades de San Miguel de La Palma, el verdadero nombre de este territorio canario. Tras aquellos largos 85 días, y un año y medio después de la erupción, así es cómo ha cambiado la manera de disfrutar de la isla.
Nuevos (y antiguos) miradores
Los Llanos de Aridane, el Paso y Tazacorte son los tres municipios que se vieron afectados por el volcán. Los trece barrios tocados por las coladas de una de las erupciones más destructivas de Europa en siglos, obligó a evacuar a miles de personas, engulló cientos de parcelas y ganó terreno al océano.
Ese paisaje desolador por el que asoma alguna casa milagrosa o se adivinan restos de otras se puede observar, casi sin quererlo, cuando se circula por la LP-2 desde Tazacorte hasta que el asfalto desaparece bajo las coladas en el barrio de El Paraíso.

Foto: Getty Images
Los miradores se han convertido en un reclamo tan fuerte que muchos usuarios ya han añadido algunos a Google Maps. El lugar más famoso es, sin duda, el que se encuentra en la Iglesia de Tajuya, donde, durante meses, se concentraron no solo los directos de decenas de medios de comunicación, sino también vecinos del lugar y miles de turistas.
El mirador de Tacande, más cercano al volcán, se encuentra en un camino que parte de la Carretera de San Nicolás, cortada al tráfico por una colada de varios metros. Desde allí se pueden observar bastante de cerca el cono, además de sus colores y tonos.
Aunque los usuarios de la herramienta suman otros puntos, como el situado a los pies de la mismísima Montaña de la Laguna, bañada por las coladas, es importante visitar solo aquellos que sean accesibles en base a las normas de seguridad.
Por ello, y gracias a la gran red de miradores de los que ya disponía la isla, existen puntos perfectos para divisar el cambio que ha sufrido el Valle de Aridane y el nuevo delta lávico, como el Mirador de El Time, a casi 700 metros de altura, donde también se divisan algunos de los mejores atardeceres.

iStock | Volcán de Tajogaite
El Mirador de las Hoyas, otro habitual de la isla, se sitúa al sur del volcán y las coladas, y es uno de los mejores lugares para observar las zonas de exclusión de Puerto Naos y La Bombilla y el corte que la lava ha causado en el paisaje, llevándose por delante gran parte de la Playa del Charcón y toda la Playa Nueva, que, como una broma del destino, se ha convertido en un nuevo territorio robado a las aguas.
Conduciendo sobre la lava
Son varias las carreteras que quedaron bajo las coladas de lava y que Google Maps aún no ha actualizado, por lo que puede resultar toda una trampa de ratones para los no palmeros. La Carretera de la Costa, la de San Nicolás, la de El Hoyo Todoque, la LP-213 o la LP-2 se han visto arrasadas por el volcán Tajogaite, algo que cortó totalmente las comunicaciones terrestres entre el oeste y el sur de la isla.
Por suerte, imitando el trazado de la LP-213, se ha habilitado una carretera de un carril por sentido en la que el límite de velocidad es de 20 km/h, está prohibido parar el vehículo y con horario de apertura: entre las 6 de la mañana y las 22 de la noche.
Desde su punto inicial, en el barrio de La Laguna, donde se puede ver el efecto de las coladas sobre las casas a escasos metros, hasta su final, cerca del Mirador de las Hoyas, el recorrido es toda una experiencia. La mirada se debate entre los tonos rojos, blancos, marrones, verdes y amarillos que cambian a diario en el punto más alto del volcán, la columna de azufre que surge de su interior y las inmensas coladas sobre las que se circula.

Foto: Getty Images
Entre estas, lavas de diferentes texturas y colores pueden verse, a lado y lado, y entre ellas, acaso el reflejo de algún tejado, maquinaria, plataneras sepultadas o dañadas y algún que otro milagro, como el de la Iglesia de San Nicolás de Bari, que se salvó de la furia del volcán San Juan también por muy poco. Con su vegetación impoluta, mirando hacia el océano, la montaña de Todoque y la de la Laguna enmarcan el agua, el cielo y la devastación a sus pies.
Rutas para conocer el Tajogaite
La Palma Experience, que antes se limitaba a excursiones en barco por la costa noroeste de la isla, ha incorporado a sus recorridos la nueva fajana del volcán desde alta mar. Otros, como la Isla Bonita Tours, ofrecen la nueva ruta del volcán en un recorrido senderista que se ha convertido en la estrella turística de estos meses. Después de recibir formación de la mano de científicos del Instituto Geográfico Nacional, varios operadores turísticos iniciaron, en junio, un recorrido circular que lleva a observar el volcán desde tan solo un kilómetro de distancia.
Los grupos, de un máximo de quince personas, caminan durante 5 km por una parte del sendero SL EP 103, en la conocida zona de Cabeza de Vaca, que antes servía de base para conocer parte del paisaje de las coladas de la erupción del volcán San Juan en 1949.

iStock | Coladas de lava del volcán Tajogaite
El desnivel, de 183 metros, se recorre entre pinos y ceniza y, con suerte, con pocas nubes y niebla, en una caminata en ocasiones ardua, sobre todo en el ascenso, en el que los pies se hunden en la tierra y la ceniza como si de una playa se tratase. Sin embargo, la visión del cono volcánico, el paisaje que dejó a su paso y las explicaciones de los guías bien merece la pena el pequeño esfuerzo.
Nueva afición por los volcanes
A pesar del claro descenso inicial del turismo a causa del corte de infraestructuras, la alerta por el avance de la erupción y el realojo y organización de la ayuda para los habitantes afectados, pronto el efecto se revirtió. No solo ha aumentado el número de vuelos, sino también el de destinos, además del interés de turistas del resto del país. La erupción puso La Palma en el mapa internacional y eso ha hecho que, desde la isla, Reserva de la Biosfera en su totalidad, se intente mostrar todo su potencial.

Holaislascanarias
Desde su arquitectura colonial, su pasado como tercer puerto más importante de Europa y su historia aborigen hasta sus iglesias repletas de arte flamenco y sus veinte Espacios Naturales Protegidos, sin olvidar sus tradiciones, como la Fiesta de las Cruces, o la del hilado de seda y su gastronomía dulce y sabrosa. Destino estrella para aficionados al senderismo, a la astronomía, al deporte y a las playas salvajes, ahora se ha reconvertido también como el lugar perfecto para los interesados en la geografía volcánica.
El volcán de Garafía, seguido del de Taburiente y otros tantos, formaron el norte de la isla. El sur, marcado por una cadena montañosa de casi 30 volcanes, es ahora un gran reclamo, marcado por la reconocida Ruta de los Volcanes, un recorrido que se reabrió en mayo y que recorre más de 24 kilómetros hasta el sur. Los tres conos volcánicos que produjo la erupción del volcán de San Juan en 1949 se pueden observar en este sendero, además del Teneguía, última erupción conocida en la isla hasta hace un año, ocurrida en 1971.
Sin duda, los volcanes han marcado los atractivos de La Palma. Fruto de ellos son las piscinas naturales de La Fajana, el monumento natural de los Volcanes de Aridane, las decenas de rutas senderistas que rodean la Caldera de Taburiente, los centros de interpretación, como el de Caños de Fuego, en Las Manchas. Ahora, y de cara al futuro, el volcán Tajogaite, a la espera de que, más pronto que tarde, los palmeros se recuperen de su devastación.