Cardiff, el punto de partida
Antes de dar los primeros pasos por la costa, merece la pena detenerse en Cardiff (Caerdydd) para conocer la capital de los galeses y empaparse de sus símbolos y tradiciones: el dragón, los narcisos, los pubs y los welsh cakes, unas pastas esponjosas con sabor a mantequilla y pasas. Además, es una oportunidad ideal para visitar Spillers Records 1894, la tienda de discos más antigua del mundo, ubicada en la galería Morgan Arcade.
En el centro de la ciudad se encuentra el Castillo de Cardiff, fundado por los normandos en 1081, cuya visita permite conocer la historia de una de las fortalezas más antiguas del país y descubrir los interiores del hermoso palacio. En la zona de la bahía, están el Senned o Parlamento Galés y el Wales Millennium Centre, donde se halla la prestigiosa Welsh National Opera. Sobre la fachada del edificio se lee “Creu gwir fel gwydr o ffwrnais awen” (“Creando la verdad como el vidrio en el horno de la inspiración”), en galés, “In these stones horizons sing” (“En estas piedras canta el horizonte”), en inglés, dos frases que se iluminan cuando cae la noche.

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A pocos pasos del Wales Millennium Centre está el área de los muelles, que en los últimos años se ha transformado hasta convertirse en el Mermaid Quay, un laberinto de tiendas, bares, restaurantes y heladerías frente al mar, por donde pasa el Camino de la Costa de Gales, señalizado con un pequeño cartel circular con el dibujo de una caracola que se transforma en una cola de dragón, que aparece a lo largo de todo el camino.

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La península de Gower, entre playas y acantilados
En 1956, la península de Gower fue designada Area of Outstanding Natural Beauty, siendo la primera zona en recibir este título en todo el Reino Unido. Conocida por ser una de las áreas naturales con más vida salvaje de Gales, la península de Gower también alberga algunas de las playas más espectaculares del país.
Entre ellas se encuentran la famosa Rhossili, con su arena infinita y el cabo de Worm’s Head (llamado así por su parecido con la cabeza de un dragón), la pintoresca Three Cliffs Bay, conocida por sus dunas y los tres acantilados que le dan nombre, y la cala de Langland, con sus coloridas cabañas junto a la playa. Es habitual ver caballos salvajes pastando cerca de las playas, así como percibir el perfume amelado de las amarillas flores de tojo que avivan la costa.

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En esta primera parada del camino, los amantes de la botánica no pueden dejar pasar la oportunidad de visitar el Real Jardín Botánico de Gales, inaugurado en el año 2000, donde hace veinte años se construyó la edificación conocida como Great Glasshouse, que es el invernadero más grande del mundo. En este maravilloso jardín se pueden contemplar plantas y flores de todos los países, además de disfrutar de una agradable comida en plena naturaleza en el restaurante del centro.

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Laugharne, el hogar de Dylan Thomas
Saliendo de la península de Gower y antes de llegar a Pembrokeshire, está el encantador pueblo de Laugharne, donde vivió uno de los escritores más importantes de Gales: Dylan Thomas. Conocido mundialmente por sus famosos versos "Do not go gentle into that good night, / Old age should burn and rave at close of day; / Rage, rage against the dying of the light" ("No entres dócilmente en esa buena noche, / La vejez debería delirar y arder cuando se acaba el día; / Rabia, rabia, contra la luz que se esconde"), citados en la película Interestelar, el poeta escribió algunas de sus mejores obras en una pequeña cabaña de madera ubicada frente al mar, cerca de las ruinas del Castillo de Laugharne. De hecho, se dice que Dylan Thomas se inspiró en Laugharne para crear la ciudad ficticia de “Llareggub” en su obra Under Milk Wood.
En este pueblo se puede visitar la Boathouse en la que escribía Dylan Thomas, convertida en un museo dedicado al autor; el pub del Brown’s Hotel, un lugar al que el poeta solía ir y en el que ahora se pueden leer sus versos impresos sobre la pared; y el cementerio cerca de la iglesia de Saint Martin’s, donde se encuentra su tumba, señalizada por una cruz blanca que destaca entre las demás lápidas grises.

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Pembrokeshire, el único parque nacional en la costa
Avanzando hacia la región más al oeste de Gales está el Parque Nacional de la costa de Pembrokeshire, desde cuyos preciosos pueblos marinos se puede disfrutar de las mejores vistas de la bahía. El Parque Nacional contiene más de cincuenta playas, catorce puertos y la ciudad más pequeña del Reino Unido: la curiosa Saint David’s.
Una de las localidades más hermosas de Pembrokeshire es Tenby, un pequeño pueblo de casitas de colores, murallas medievales y un castillo a lo alto de la colina desde el que se pueden divisar las dos grandes playas que se extienden por debajo de las casas. Allí veranearon grandes escritores, como George Eliot, Roald Dahl o la mismísima Beatrix Potter quien, al parecer, dibujó aquí los primeros esbozos del que se convertiría en el cuento del famoso Petter Rabbit.

Playa de Freshwater West Beach. Foto: Shutterstock
Conduciendo desde Tenby, pronto se llega al Stack Rocks Car Park, un punto perfecto para parar a comer antes de realizar un recorrido a pie bordeando los acantilados de Barafundle Bay hasta llegar a la Broadheaven South Beach. Después, los lectores de Harry Potter podrán acercarse hasta la Freshwater West Beach, donde, en la penúltima película de la saga, los protagonistas entierran a Dobby, el elfo doméstico, después de haber sido asesinado. La “tumba” de Dobby está escondida entre las dunas de la playa, rodeada de piedras con mensajes de fans de todo el mundo y calcetines que algunos dejan como guiño al personaje.

Catedral de St David. Foto: Shutterstock
Por último, en Pembrokeshire se debe visitar la diminuta Saint David’s, cuya impresionante catedral rodeada de leyendas la ha consolidado como ciudad en vez de como pueblo. Desde allí se puede contratar un tour para navegar hasta Ramsey Island, un espacio protegido en el que se pueden divisar delfines, focas grises del Atlántico y algunas de las aves autóctonas de la región, como frailecillos atlánticos, gaviotas de patas negras, chovas o halcones peregrinos y ratoneros.

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Cardigan y New Quay
Al norte, Pembrokeshire delimita con el condado de Ceredigion, del que lo separa el río Teifi. Precisamente en el punto intermedio entre ambos está el pueblo de Cardigan, construido por los normandos en 1093 alrededor de un castillo con el mismo nombre. Andar por sus calles medievales, hacer un “paseo” en barco por el río o visitar su mercado cubierto son algunas de las actividades que se pueden antes de encaminarse hacia el castillo de Harlech.
Esta grandiosa fortaleza, alzada en la cima de un acantilado frente al mar de Irlanda, fue construida por el rey Eduardo I de Inglaterra durante su conquista de Gales y sufrió diversos asaltos a lo largo de los siglos. Por su relevancia histórica y arquitectónica, en 1986 la Unesco declaró el castillo de Harlech Patrimonio de la Humanidad, como parte del conjunto de castillos y fortalezas medievales del rey Eduardo I, consolidándolo como una visita imprescindible de la zona.

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A pocos kilómetros del castillo está New Quay, otro pequeño pueblo de mar cuyas aguas turquesas y cristalinas desmienten cualquier prejuicio sobre la costa de Gales. Los días despejados, la playa de New Quay se convierte en un paraíso en el que bucear, tomar el sol y sorprender a los delfines que, algunas veces, se acercan al puerto.

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Las tierras de Snowdonia
La verde y llana costa de Gales se transforma al llegar a las tierras del Parque nacional Snowdonia, donde las montañas conforman un paisaje mucho más pronunciado y envolvente. Allí se encuentra el Mount Snowdon, la montaña más alta de Gales, de 1085 metros, además de una multitud de ríos, lagos, cascadas, bosques y castillos escondidos entre los valles del parque.

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En Snowdonia también está uno de los lugares más curiosos de la costa de Gales: el complejo de Portmeirion. El arquitecto galés Sir Clough Williams-Ellis construyó esta colorida villa al estilo italiano entre 1925 y 1975, completando a sus más de noventa años el sueño que había arrastrado durante toda la vida: crear su propio pueblo. Convertido en un resort de lujo, este curioso hotel situado frente al estuario del río Dwywyd cuenta con apartamentos, habitaciones, tiendas, restaurantes y cafeterías, dentro de las 28 hectáreas de bosque que rodea la villa. Además, también se puede comprar una entrada para visitar Portmeirion durante un día y curiosear sus peculiares calles y plazas.

Castillo de Caernarfon Foto: iStock
Para terminar, dos castillos
Gales es uno de los países con más castillos del mundo, sumando un total de 641 repartidos por el territorio. En el tramo final del Camino por la Costa de Gales se hallan el castillo de Caernarfon y el castillo de Conwy, dos fortificaciones que merecen una última visita.
El castillo de Caernarfon, cuyas robustas torres de piedra se reflejan en las aguas que lo rodean, fue construido entre 1283 y 1301 por el rey Eduardo I. Establecido como sede del gobierno y palacio real, las torres del castillo fueron decoradas con vidrieras ornamentadas que todavía se pueden vislumbrar en la Eagle Tower. Los demás espacios están ocupados por pequeños museos que recorren la historia de Gales, abarcando desde la Edad Media hasta la coronación en 1969 del último Principe de Gales.

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Por último, queda el castillo de Conwy y la ciudad amurallada, que fueron designados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1896. El castillo de Conwy es un lugar en el que perderse entre las torres, los pasadizos oscuros, las mazmorras y las murallas construidas en base a veintiún torres y tres portales. Sin embargo, el mejor lugar desde donde contemplar las vistas del castillo es lejos de la muralla, en las orillas del río Conwy, recorriendo los últimos pasos del Camino de la Costa de Gales frente a un paisaje en el que parece haberse detenido el tiempo.